lunes, 11 de julio de 2016

Charros y gángsters

Bernardo Bátiz V.
D
e pronto los charros se convierten a la verdad, ven la luz, salen de la caverna, aparecen como protagonistas de última hora en la áspera discusión que lleva varios años entre maestros, casi todos agrupados en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), y el secretario de Educación Pública, alrededor de la llamada reforma educativa.
En esta discusión la autoridad se ha plantado pretendiendo aplicar la ley sin oír a sus críticos y la actitud oficial es aplicarla a rajatabla; no está sujeta a negociaciones ni a cambios, afirman. Por su parte, los auténticos maestros han señalado que la famosa ley no contiene una verdadera reforma educativa, que se trata de una normativa encaminada a restar derechos laborales a los profesores, a convertirlos de profesionales de la docencia en personal burocrático prescindible, sujeto a contratos temporales, a revisiones dudosas y todo en manos de un instituto en el que no participan profesionales de la pedagogía, conocedores de la ciencia de la educación y con experiencia frente a grupo.
Desde el inicio, cuando en 2013 se aprobaron las leyes por un Congreso dócil que respondió al pacto de los partidos PRI, PAN y PRD con el Pre­sidente, los maestros insistieron en varios puntos: en primer lugar, en que para implementar el nuevo sistema educativo no se escuchó a los destinatarios de la ley, que son ellos; que tampoco se tomó en cuenta la opinión de expertos y conocedores del tema y, lo más importante, que de aplicarse la ley tal como fue aprobada sus derechos laborales serían atropellados, sus carreras magisteriales podrían ser truncadas en cualquier momento y todo quedaría en manos de un organismo burocrático en el cual los empresarios mexicanos tienen gran injerencia. Con ello, se percataron, los criterios de evaluación tendrían el sello empresarial, postergando criterios pedagógicos.
Desde un principio, el anterior secretario de Educación Emilio Chuayffet puso oídos sordos a los reclamos de los profesores y sólo suspendió la aplicación de la ley durante una breve temporada por motivos electorales; a la llegada del nuevo secretario, Aurelio Nuño, la actitud cerrada, contraria al diálogo y llena de amenazas, se recrudeció; se fincaron sanciones administrativas, económicas y laborales, se iniciaron causas penales sacadas de la manga contra dirigentes notorios; la actitud represiva, autoritaria, intransigente cerró todas las puertas a los docentes.
El movimiento de la CNTE se vio obligado a enfrentarse a la soberbia oficial mediante movilizaciones, marchas y plantones; el sindicato oficial, los charros del SNTE, no dijeron esta boca es mía y se mantuvieron al margen de la lucha de sus compañeros.
A mediados del siglo pasado se hicieron famosas las películas ingenuas y de humorismo involuntario de Juan Orol, director español radicado en México; una de sus cintas emblemáticas se titula Gángsters contra charros, donde los representantes de la cultura popular mexicana vencen a los gángsters estadunidenses. Lo que sucede ahora es muy diferente: a los dirigentes del SNTE los demás profesores, tanto los que militan en la CNTE como sus mismos afiliados, les llaman charros, pero no porque vistan el traje típico de estos rancheros mexicanos a caballo, sino porque jinetean las cuotas de los sindicalizados, están al servicio de los patrones y son aliados del sistema.
Ese sindicato oficialista que aparece ahora tardíamente preocupado por defender a los maestros, a los que había tenido en el total abandono, aceptando de hecho los atropellos que se cometieron en su contra, es un nuevo recurso del sistema para distraer y desalentar, encaminado a desviar la atención del tema central en este debate nacional.
El nuevo ardid del gobierno aparece precisamente en el momento que los apoyos a los maestros se multiplican, los padres de familia se suman a sus exigencias y pueblos enteros se enfrentan a las fuerzas armadas que pretenden desalojarlos; el movimiento magisterial se hace nacional y en lugares en que no se esperaba multitudes se suman a la CNTE; en prácticamente todos los estados de la República, profesores que no habían participado empiezan a hacerlo, porque ya resienten en carne propia los efectos de la ley que los priva de derechos y amenaza sus carreras. En Oaxaca hay víctimas fatales de la represión y esto no desalienta, sino, por el contrario, exacerba los ánimos y multiplica los apoyos sociales a la causa justa de los maestros. Para la SEP, es el momento de cambiar de táctica y para eso tienen a los charros.
El secretario de Educación, o quien sea que asuma la estrategia, tiene la ocurrencia de meter a los del sindicato oficial; con ello cree tener una puerta de escape por si el movimiento sigue creciendo como hasta ahora. No se da cuenta de que no es momento de componendas; lo único que detendrá al limpio movimiento magisterial será abrogar la ley injusta.

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