Pedro Salmerón Sanginés
E
l 19 de septiembre de 1985 nos sorprendió la rápida reacción de la gente y la entrañable solidaridad del pueblo. Pero también la incapacidad de respuesta del gobierno federal y la insensibilidad de la clase gobernante. Los héroes anónimos y los canallas que no están sólo en el gobierno: los esclavistas dueños de talleres de costura; los propietarios de vecindades; los corruptos que construyeron edificios gubernamentales, unidades habitacionales y hospitales a la sombra del capitalismo
de cuates, propio de los años dorados del priísmo. (No perdamos de vista las diferencias de magnitud: en 1985 se contaron no menos de 12 mil muertos: http://www.excelsior.com.mx/ comunidad/2015/09/17/1046211. Estoy seguro de que ante una tragedia así el gobierno actual se habría visto incluso peor que el de entonces.)
Esta vez no me sorprendió (era de esperarse) que los cataclismos del 7 y el 19 de septiembre hayan sacado a la superficie a los héroes y a los canallas. No me sorprende el heroísmo. Me tocó ver, en los altos de Morelos, con mis amigos de Celaya, la solidaridad desbordada (y desorganizada) y la ausencia del Estado. Quedamos con la impresión de que el Ejército estaba donde había cámaras de televisión (https://www.facebook.com/sergio hernandezledward/posts/101550592 65573269 ). No me sorprenden (eran de esperarse), pero me maravillan testimonios como el de mi hermano Luis Arturo sobre sus nuevos héroes:
Hoy los vi de cerca, a los hormigas, a los topos, a los sin nombre que estiraban la mano, que ponían el hombro, que detenían escaleras, incluso los que no podían guardar silencio. Los abrazo. Son mis héroes(https://elpresentedelpasado.com/2017/ 09/21/hormigas/ ); o como el que lleva a mi prima Irma a concluir:
Esta tarde la comunidad, la sociedad civil y su solidaridad son las que han hecho la diferencia. Esta tarde hemos confirmado que contamos con nuestros vecinos, sabemos que no estamos solos(https://elpresentedelpasado.com/2017/ 09/22/todo-se-mueve/ ).
Era previsible que mi hija cecehachera se presentara todos los días de esa semana en el centro de acopio del Estadio Olímpico. Que mi hijo y sus compañeritos de la Bartolo también quisieran ir a armar cajas, a poner agua a enfriar, a hacer algo, lo que fuera. Me tocó leer de mis colegas Alma Maldonado y Alfredo Ávila en el Colegio Rébsamen; de mi amiga Citlalli Hernández en Xochimilco; de los cientos de héroes rescatistas. Los que prepararon café, los que llevaron tamales, los que cargaron una piedra. Y vi, leí tanto, que si seis, 10 veces más edificios se hubieran caído, seis, 10, 100 veces más manos habrían estado ahí.
Sí es nuevo que el presidente de un partido de oposición haya desafiado con un tuit a los partidos en el poder, poniéndoles contra las cuerdas, logrando con 140 caracteres y dos videos que se canalizaran a la reconstrucción ingentes recursos que de otro modo se habrían gastado en espots y papel. Su creatividad política y su generosidad natural también lo hacen hoy, para mí, un héroe.
Pero también hay que hablar de los canallas: si el temblor de 1985 sacó a flote a esclavistas, corruptos e ineptos, los temblores de este año han puesto el dedo en la llaga de la especulación inmobiliaria y de la corrupción. Corrupción que mata. En las semanas, los meses siguientes tendremos que hacer un censo de los edificios caídos para saber cuántos violaron las normas de construcción y determinar quiénes son los responsables, qué políticos, funcionarios, inspectores, empresarios, desarrolladores, especuladores provocaron con su ambición e irresponsabilidad tragedias innecesarias.
Ya se inicia esa tarea: leo que existe un centenar de averiguaciones penales y veo también que hay entre nuestras autoridades una excepción que augura nuevos tiempos: mientras otros buscaban los reflectores, la jefa delegacional de Tlalpan coordinó las labores de rescate en el sitio emblemático de la tragedia, el colegio Enrique Rébsamen. Y pasada la primera fase de la emergencia dio la cara, esclareció dudas, presentó documentación y, finalmente, demandó a los (i)responsables (http://www.sinembargo.mx/26-09-2017/3316234 ).
Y lo hizo sin perder el tiempo en responder a otro tipo de canallas: los calumniadores que trataron de aprovechar la desgracia ajena para lincharla mediante las más burdas mentiras y los más soeces insultos racistas, en una ofensiva que reunió a algunos de quienes habían inventado ahí mismo una telenovela en torno a
Frida Sofía, la derecha ultramontana, los golpeadores del PRD (que en ciudad de México le hacen el trabajo sucio al PRI y al PAN) y una ex izquierda o posizquierda racista y conspiranoica de la que hemos hablado (http://www.jornada.unam.mx/2016/ 07/12/opinion/016a2pol ).
Rechazo la cacería de brujas estilo medieval o nazi, pero también exijo –exigiré y estaré pendiente– que se deslinden las responsabilidades y se castigue a los culpables, sean quienes sean, en todos los casos.
Twitter: @HistoriaPedro
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