Bernardo Bátiz V.
D
e los tres poderes en que se divide para su ejercicio el poder público, el Judicial es del que se habla menos, quizá porque para la designación de sus integrantes no están de por medio elecciones ni, en forma directa y abierta, competencia partidista; sin embargo, presta un servicio fundamental a los habitantes de la ciudad y sus problemas se han incrementado en años recientes.
Si algo justifica la existencia de la organización política que llamamos Estado, es precisamente la impartición de justicia; Juan Jacobo Rousseau en el Contrato social, imagina como una de las razones por las que tenemos que renunciar a la libertad del hombre presocial es la necesidad de que los conflictos entre los seres humanos se puedan resolver por una autoridad reconocida y mediante leyes justas. Sin una buena administración de justicia, la sociedad retorna a una lucha de todos contra todos.
El sistema de administración de justicia de la ciudad se encuentra en un momento crítico que requiere atención especial, tanto interna como externa; mi oficio del que vivo y al que regreso siempre, ha sido el de abogado litigante en materia civil y familiar, y por tanto me percato directamente de la situación en la que se encuentran los juzgados y el personal que labora en ellos. Expongo dos datos que pueden servir para un diagnóstico: las audiencias, que son actos fundamentales en los procesos judiciales, deben celebrarse dentro de plazos cortos establecidos en el Código de Procedimientos Civiles, generalmente 10 o 15 días a partir del acto jurídico anterior; lamentablemente se ha hecho un hábito en la mayoría de los tribunales que las fechas para dichas audiencias se definan mucho más allá de los términos legales, a veces con meses de diferencia, por supuesto los juzgadores justifican esta práctica, y tienen razón, por el cúmulo de trabajo que satura sus agendas.
Otro botón de muestra lo puede encontrar cualquier curioso que se asome por el hermoso edificio de los juzgados y salas familiares, ubicado en la avenida Juárez, precisamente frente al Hemiciclo al Benemérito. Para entrar al inmueble y pasar por el arco detector de metales hay filas interminables que en horas pico son de cientos de personas; ya dentro, hay una muchedumbre frente a los elevadores para subir a juzgados y salas. El edificio es de 17 pisos y frecuentemente los interesados no habituales llegan tarde a las audiencias por no calcular esa saturación y, el colmo, en algunos casos es necesario hacer una tercera cola para solicitar en el archivo los asuntos publicados en el boletín judicial o los que el litigante desea consultar. El tribunal tiene en proceso la construcción de un edificio muy grande en la esquina de Niños Héroes y Doctor Navarro, que quizá sirva para atenuar el problema.
El Poder Judicial de la Ciudad de México en materia civil y mercantil evidentemente está rebasado por los solicitantes de justicia y en materia penal, tengo entendido, los tribunales de esta especialidad también se encuentran en situación similar
La entrada en vigor de la Constitución Política de la Ciudad de México, planteará algunos problemas adicionales; se creó una Sala Constitucional para atender asuntos sobre control de la constitucionalidad y controversias constitucionales entre poderes; se establece además, un Centro de Justicia Alternativa como órgano desconcentrado del Tribunal y Jueces de tutela de Derechos Humanos para la protección efectiva e inmediata de los ciudadanos.
Sin duda, una preocupación fundamental de los poderes Legislativo y Ejecutivo de la Ciudad de México, próximos a ser electos el primero de julio, será en coordinación con el Tribunal Superior de Justicia y su presidente: atender los múltiples requerimientos del tercer poder, el judicial, hoy tan desconocidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario