lunes, 26 de marzo de 2018

Astillero

 ¿Cómo llega AMLO a la campaña?
 Activismo y persistencia
 Reciclaje y alianzas
 Hartazgo y menospeorismo
Julio Hernández López
Foto
LOCALIZAN CUERPO DE ESTUDIANTE DE LA UDEG. La tarde del domingo fue hallado en la barranca de Huentitán el cuerpo de Julio César Ulises Arellano Camacho, estudiante de la carrera de medicina en la Universidad de Guadalajara (UdeG) y desaparecido desde el 19 de marzo. De acuerdo con información al momento preliminar, fue encontrado ahorcado y pendiendo de un árbol. Tenemos elementos de que el joven habría atentado en contra de su propia vida, están plenamente detectados sus últimos trayectos, así como otros elementos de prueba que el personal de la Fiscalía General del Estado presentará para dar transparencia y certeza al caso, dijo en conferencia de prensa el gobernador de Jalisco, Aristóteles SandovalFoto La Jornada
A
unos días de que se inicien las campañas electorales en forma, resulta oportuno repasar algunos de los rasgos de lo vivido hasta ahora en los peculiares planos de las precampañas y las intercampañas y, a partir de esos distintivos, aventurar algunas especulaciones acerca de lo que puede suceder en estos tres meses venideros, que serán de dura y ruda batalla no sólo entre partidos sino, sobre todo, entre la(s) opción(es) de cambio y el decadente pero suficientemente peligroso aparato de poder caracterizado como PRI-gobierno.
Hasta ahora, y con una sostenida tendencia creciente, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y su partido, Morena, han constituido más que una sorpresa (fue creado en 2011 y obtuvo registro legal en julio de 2014), pues en muy poco tiempo han ocupado el centro del debate y la actividad política nacionales y, a estas alturas, constituyen un vigoroso y extendido reto al esquema de alternancias que hasta ahora han practicado el PRI, el PAN y, en menor medida, el PRD.
La fuerza y la expansión de Morena se deben a la personalidad y empuje de su máximo líder, el citado López Obrador, un personaje aferrado a ciertas ideas de fondo pero, por otra parte, un gran especialista en insertar frases y ocurrencias de gran impacto mediático y popular. Sus rutinas discursivas y su lentitud prosódica son compensadas con un activismo sin par, pues se ha mantenido en virtual campaña política desde 2005, recorriendo el país, encabezando mítines (sobre todo en plazas públicas) y dando conferencias de prensa. Pero, por encima de sus errores y aciertos como político en general, cuenta con una importante base social que le es absolutamente fiel (en algunos ramales de ese movimiento, a niveles rayanos en el fanatismo), por cuanto esa base tiene en alto aprecio la persistencia y tozudez del tabasqueño y, sobre todo, su honestidad personal, hasta ahora a prueba de todo.
Sin embargo, la cuantiosa base social de apoyo, el carisma personal del candidato presidencial y los datos de demoscopia que lo muestran siempre en la delantera, no propiciaron que en Morena irrumpiera un proyecto firme de constitución de una nueva clase política. En lo general, hay una apuesta por la vieja clase política y, en especial, por personajes reciclados, más que regenerados. Un buen número de corresponsables de la crisis actual han pasado tranquilamente de sus partidos de la víspera (especialmente del PRD, pero prácticamente de todos los partidos) sin mayor requisito que tener dinero para hacer sus campañas, aportar cierto número de votos a la candidatura presidencial (haigan de conseguirse como haigan de conseguirse) y sumarse al abanico de obediencia política a las directrices del mando nacional, cuyos operadores más novedosos y eficaces provienen de la reserva filial, proyectada para el posterior control abierto del partido.
Esa opción preferencial por el reciclaje ha generado las primeras muestras de inconformidad en el joven partido pero, sobre todo, ha ido erosionando el tejido de confianza de sectores cuyo sentido del voto aún es indeciso. Incluso en ciertos ámbitos de izquierda más o menos encaminados a votar por AMLO, han producido distanciamientos y reticencias las alianzas con sectores derechistas, como el Partido Encuentro Social, y algunos pronunciamientos de corte moral, incluso religiosos, hechos por el morenista en jefe.
Pero, en términos muy generales, junto a la vocación irrevocable de un segmento ciudadano por el político conocido como el Peje, habita la amplia certeza de que el sistema actual ha llegado a una crisis que no debería permitir la continuidad de su actual propuesta, la del PRI-gobierno, con el tecnopriísta José Antonio Meade, como candidato, ni el triunfo de alguna de las alternanciasfabricadas (el panista Ricardo Anaya o la calderonista Margarita Zavala).
Hay un hartazgo ciudadano evidente, que a su vez lleva a la desesperada opción de votar por el candidato que ofrezca alguna posibilidad de cambio, por acotada que ésta sea. El menospeorismo es una de las singularidades del proceso electoral en curso: habrá priístas, panistas, perredistas y morenistas que no se sentirán debidamente motivados para votar a favor de algunas de las propuestas de sus partidos y tendrán que escoger, de un menú insatisfactorio, lo menos peor. También habrá un buen número de ciudadanos que cruzarán la boleta electoral movidos por una esperanza en declive.
En estos segmentos habrá de definirse el volumen de votos que alcance el lopezobradorismo y si obtiene o no un caudal arrollador que inhiba el fraude electoral no sólo programado, sino ya en curso. Dicho de otra manera, del aprovechamiento de esas franjas de indecisos dependerá la posibilidad del priísmo, o de las alternativas fabricadas, para montar una simulación electoral fraudulenta que intente cerrar el paso a López Obrador.
En ese contexto, los tres meses venideros de campaña electoral significarán la más dura prueba política para el candidato de origen tabasqueño. Nunca, ni en 2006, había estado frente a una necesidad social de cambio tan ansiosa y definida. Las encuestas de opinión y el ánimo social le son particularmente favorables. Pero, al mismo tiempo, la aparente inevitabilidad de su triunfo endurece, a niveles predelictivos, a los poderosos grupos económicos y políticos que consideran en riesgo sus intereses.
López Obrador deberá cuidar, en este sendero de tres meses, sus frases y respuestas, pues habrá cazadores nacionales y extranjeros dispuestos a capturar errores o malos planteamientos para convertirlos en material de desacreditación y difamación. La leva de candidatos sin compromiso real con los postulados de Morena también puede abrir la puerta a golpeteos externos y a traiciones internas. Y, sobre todo, deberá afinar y garantizar una estructura electoral a prueba del fraude tan cantado. ¡Hasta mañana!
Twitter: @julioastillero
Facebook: Julio Astillero

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