lunes, 18 de febrero de 2013

México SA


Hambre: 30 muertos por día
Crece seguridad alimentaria
Desnutrición infantil a galope
Carlos Fernández-Vega
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Condiciones de vida en el Cerro del Peñón, en la colonia La Joya, delegación IztapalapaFoto Roberto García Ortiz
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rrancaba 2012 y el entonces inquilino de Los Pinos, en gira por Zacatecas, a los mexicanos prometía que nadie va, como se ha dicho equivocadamente, nadie va a padecer por falta de agua o comida, nadie va a fallecer. El compromiso es ese. Por esas fechas las cifras oficiales registraban a 28 millones en pobreza alimentaria, el doble que en diciembre de 2006, cuando Felipe Calderón se instaló en la residencia oficial para ofrecer a los mexicanos, entre tantas otras cosas, vivir mejor.
Así respondió el susodicho a los informes que por esas fechas documentaron muertes por hambre en la sierra Tarahumara, así como el grave problema de desnutrición en no pocas comunidades de la República por la prolongada sequía, de la que el gobierno federal se enteró, como era su costumbre, tardíamente. Como siempre, el entonces inquilino de Los Pinos corrigió la realidad con discursos, y por ello, según dijo, nadie va a fallecer por falta de comida y agua. El coro estuvo a cargo del por esos ayeres titular de la Sagarpa, Francisco Javier Mayorga Castañeda, quien por ninguna parte registró riesgo de hambruna en el país. Y ambos se quedaron tan tranquilos.
Eso fue un año atrás, pero ahora el nuevo inquilino de Los Pinos actualizó el registró: déjenme dar una cifra verdaderamente aterradora. De acuerdo con cifras públicas, sólo en 2011 en este país murieron o fallecieron (sic) 11 mil personas por desnutrición, cifra verdaderamente alarmante y reveladora de esta lacerante condición, reveló Enrique Peña Nieto. Lo anterior es igual a que cada 24 horas, sólo en el año citado, alrededor de 30 mexicanos murieron por hambre, mientras Felipe Calderón, micrófono en mano, prometía que nadie va, como se ha dicho equivocadamente, a padecer por falta de agua o comida; nadie va a fallecer.
Aterradora la cifra, dice Enrique Peña Nieto, pero la pregunta obligada es dónde estaba el gobierno (el federal y los estatales) que, según decía, México va por el rumbo correcto, que oficialmente no se enteró de que la gente muere por hambre, y que a 28 millones de mexicanos de plano no les alcanza para comer tres veces al día ni con los valores nutrimentales adecuados. Dónde, que de noche le pasó el informe del Coneval, en el que este organismo advertía que la prevalencia de desnutrición crónica en menores de cinco años sigue siendo un problema de salud pública nacional, puesto que es superior a 10 por ciento. Se estima que el número absoluto de niños con esta condición, en 2006, era de casi 1.2 millones, el cual, por obvias razones y tras la crisis del catarrito, se incrementó sustancialmente.
Tampoco registró (por estar atento al sólido comportamiento de los indicadores macroeconómicos) la advertencia de la Unicef, en el sentido de que en México las cifras de desnutrición infantil “siguen siendo alarmantes en algunos sectores de la población. En el grupo de edad de cinco a 14 años la desnutrición crónica es de 7.25 por ciento en las poblaciones urbanas, y la cifra se duplica en las rurales. El riesgo de que un niño o niña indígena se muera por diarrea, desnutrición o anemia es tres veces mayor que entre la población no indígena… La prevalencia de la desnutrición crónica es tres veces mayor en el sur que en el norte en esta franja de edad”.
El gobierno calderonista estaba muy ocupado aceitando la fábrica de pobres, en la que alcanzó altísimos niveles de productividad: 15 millones de ellos en el sexenio, es decir, un promedio diario de 6 mil 850 mexicanos adicionales al ejército de miseria. Por ello no tuvo tiempo de registrar los resultados de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012, de la Secretaría de Salud, en la que se subraya que en México 38.3 por ciento de los niños de 12 a 24 meses son anémicos, y entre menores de cinco años es de 23.3 por ciento.
Por si fuera poco, la citada encuesta advierte que la proporción de hogares con percepción de seguridad alimentaria en el ámbito nacional fue de 30 por ciento, mientras 70 por ciento se clasificó en alguna de las tres categorías de inseguridad alimentaria: 41.6 por ciento en inseguridad leve, 17.7 en inseguridad moderada y 10.5 por ciento en inseguridad severa. Al aplicar los factores de expansión, se calcula que alrededor de 20 millones 369 mil 650 hogares en todo el país (de un total de 29 millones 429 mil 252) se encuentran en alguna categoría de inseguridad alimentaria de acuerdo con su percepción o experiencia de hambre.
Al estratificar la información por zona de residencia, resalta que 80.8 por ciento de los hogares rurales fueron clasificados en algún nivel de inseguridad alimentaria: 45.2 por ciento en leve, 22.4 por ciento en moderada y 13 por ciento en severa. En el estrato urbano se observó una prevalencia menor en las diversas categorías de inseguridad alimentaria en relación con la situación en hogares rurales: 67 por ciento (40.6 en inseguridad leve, 16.5 en moderada y 9.7 en severa). Al agrupar la información por región geográfica, destacó que la mayor prevalencia de percepción de inseguridad alimentaria en hogares fue en la región sur (76.2 por ciento). La región con menor prevalencia de percepción de inseguridad alimentaria fue la norte (65.2 por ciento).
Pero Calderón dijo que su gobierno cumplió con los pobres (15 millones adicionales) y que en este país nadie va, como se ha dicho equivocadamente, nadie va a padecer por falta de agua o comida, nadie va a fallecer. El compromiso es ese. Y ahora la nueva administración se dice sorprendida por la aterradora geografía nacional del hambre, cuando la información siempre estuvo allí y nadie hizo nada para corregir la dramática situación.
Las rebanadas del pastel
De la lectoría: ¿alguna vez podremos los millones de mexicanos no sólo abrir los ojos, sino actuar en consecuencia ante todos estos malandrines que hacen despreocupadamente lo que se les viene en gana? ¿Hasta cuándo seguiremos aguantando a esta clase gobernante que tanto daño nos han hecho, nos hace y nos sigue haciendo? Desde la difícilmente justificable adquisición de un Mercedes CL500 de 1.2 millones de pesos de uno de estos sinvergüenzas (y que pareciera haber sido una travesura más que se desvanecerá en el olvido y seguramente no tendrá repercusión alguna) hasta la entrega de nuestras riquezas a intereses extranjeros, y que en su desmedida ambición siguen contando una y otra vez miles y miles de bofetadas similares al lastimado pueblo mexicano. ¡Que impotencia, caray!

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