Discurso triunfalista de Calderón en Europa
México cayó del lugar 52 al 60 en competitividad en este sexenio
Carlos Fernández-Vega
Como parte del mágico cuento érase que se era un país que machaconamente divulga el micrófono oficial, el tema de la competitividad está presente, un día sí y el siguiente también, en el discurso del inquilino de Los Pinos y amigos que lo acompañan en el gabinetazo (segunda tanda), pero con resultados en sentido contrario a los cacareados. En los últimos días, el susodicho lo ha divulgado aquí, allá y acullá; lo dijo en Alemania, lo repitió en España y, sin duda, lo dirá en Estados Unidos; el mismo personaje se lo platica cotidianamente a los organismos cúpula del sector privado y, para no perder el paso, se lo dice a sí mismo al espejo, mientras los sonrientes amigos instalados en Economía, Hacienda, Banco de México y demás eficientes oficinas hacen lo propio.
El pero, como siempre, es que realidad mata discurso, por insistente y negador que éste sea, y durante la estancia calderonista –por sólo referir ese periodo en la residencia oficial– la competitividad mexicana ha ido de mal en peor. Por ejemplo, en su reciente paseo por Alemania, Calderón dijo a los empresarios de aquel país que la economía mexicana es “una de las más competitivas” del planeta, aunque en los hechos la mediocridad es el sello de la casa, en vías de empeorar, pues cuando este personaje se instaló en Los Pinos tal economía ocupaba el escalón número 52 (de 130 posibles) en lo que a competitividad internacional se refiere, y tres años después había descendido al escalón número 60.
Por el simple hecho de negarlos, los problemas no se solucionan; por mucho que meta la cabeza en la arena, las broncas no sólo permanecen, sino que empeoran, como en el caso referido. Pero, ¿qué tan competitivo es México y los estados que le dan forma de República? No mucho, desde luego, y ante tal afrenta el Tecnológico de Monterrey se abocó a encontrarle la cuadratura al círculo, para lo cual analizó detalladamente la situación de cada entidad y el informe correspondiente (La competitividad de los estados mexicanos 2010; desarrollado por la Escuela de Graduados en Administración Pública, EGAP) lo presentará esta noche, con el fin de aportar una herramienta “que contribuya a crear un ambiente de competitividad basado en el buen desempeño económico, la eficiencia gubernamental, la eficiencia de negocios e infraestructura”.
Así, el citado informe, que gentilmente el Tec adelantó a México SA, subraya que a pesar de estar considerada dentro de las 10 economías más grandes del mundo, la mexicana “se ubica en las posiciones más bajas en las comparaciones internacionales de competitividad, y en los últimos años ha venido descendiendo en las mediciones del Global Competitiveness Index (GCI) y del World Competitiveness Yearbook (WCY)”. Por si fuera poco, detalla: “México ha sido uno de los países más severamente afectados por la crisis, con una caída entre 2008 y 2009 del PIB de más de 9 por ciento y una tasa de desempleo cercana a 10 por ciento –tasa que no refleja la situación laboral de la mayoría de la población económicamente activa por dedicarse a actividades de tipo informal–, (de tal forma que) la recuperación, a diferencia de otros países latinoamericanos, como Chile y Brasil, requerirá de mayor tiempo y esfuerzo”.
El principal efecto de la crisis se vio reflejado en la disminución de la actividad productiva, resultado de la baja en la demanda externa principalmente de la estadunidense, la cual representa más de 80 por ciento de las exportaciones mexicanas. La alta dependencia de la economía mexicana del desempeño del vecino país del norte hace prever que, mientras no se tenga una real recuperación en Estados Unidos, en México se continuará con dificultades para estabilizar el crecimiento.
Las repercusiones de lo anterior en términos de competitividad, apunta el análisis del Tec, “son de esperarse en los factores de corto plazo (como crecimiento del PIB, volumen de inversión, generación de empleo, etcétera), pero más severos serán los efectos negativos en factores de largo plazo (creación de infraestructura física, vías de comunicación y su mantenimiento; incorporación de metodologías y equipo de alta tecnología, etcétera), y peor aún en el retroceso en la formación de capital humano (educación y capacitación), que son, estos últimos factores, en los que México ocupa los últimos lugares en las comparaciones a nivel internacional (según estimaciones del Banco Mundial, como resultado de la crisis los países considerados pobres tendrán un déficit de 11.6 billones de dólares para el gasto en educación, salud, infraestructura y protección civil)”.
En materia de competitividad en los estados de la República (DF incluido) el panorama muestra cierta rareza, por decirlo finamente. Por ejemplo, el Distrito Federal ocupa la primera posición nacional en términos generales, pero a la hora de entrar al detalle (siempre referido al tema de competitividad) destaca lo siguiente: en desempeño económico, se ubica en el escalón número 7 (de 32 posibles), y el número uno en eficiencia gubernamental, de negocios e infraestructura. En el índice general, Chiapas aparece en la última posición, pero ocupa el escalón número 17 en desempeño económico, el 28 en eficiencia gubernamental, el 32 en eficiencia de negocios y en infraestructura.
Nuevo León, sede del Tecnológico de Monterrey, ocupa la segunda posición nacional en el índice general, desempeño económico e infraestructura, pero cae al escalón número 5 en eficiencia gubernamental y al 4 en eficiencia de negocios. En sentido contrario, Oaxaca ocupa la penúltima posición nacional, al igual que en eficiencia gubernamental (estado sólo superado en este renglón por Puebla, la del gober precioso), pero sube al escalón 29 en eficiencia de negocios y al 30 en infraestructura.
El pío gobernador de Jalisco, Emilio González, dedica su tiempo a la religión y a la infraestructura cristera, así como a combatir el aborto y la píldora del día siguiente, y no a promover el desarrollo del estado, con lo que logró que esta entidad cayera al escalón número 13 en el índice general, al 18 en desempeño económico y al 23 en eficiencia gubernamental. Y así por el estilo, de tal suerte que la citada frase calderonista en Alemania queda para el anecdotario.
Las rebanadas del pastel
Creativo, como siempre, el gobierno calderonista no encontró mejor fórmula para “resolver” los problema financieros de Satélites Mexicanos que la aplicada a la banca otrora nacional. La SCT anunció ayer que Satmex (fundada por el Estado mexicano, con recursos fiscales, y privatizada por Zedillo) pasa a ser propiedad de la trasnacional estadunidense EchoStar Corporation.
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