Divertimento en Los Pinos
Magazo de chistera y conejo
Malabares numéricos
Carlos Fernández-Vega
¡Y ahora con ustedes… el único, el magazo del conejito inflable, el inefable inquilino de Los Pinos, el háganle como quieran, que lo digo yo”, quien, por enésima ocasión trae para todos ustedes el desgastado divertimento: “nuestra economía está creciendo”! ¡Pásele, pásele!, que aunque parezca chiste refleja la deprimente realidad nacional que a todos ofende, por mucho que la adornen con discursos y malabares numéricos, e ilustra el alcance del segundo accidente político que registra México en lo que va del siglo, domiciliado en la residencia oficial.
Estaba el susodicho duro que te dale alabándose por lo bien que ha hecho las cosas y hace sus trucos estadísticos, cuando del sombrero sacó aquello de “nuestra economía está creciendo”. El respetable no soltó la carcajada, porque es muy educado, pero alguien se acercó al magazo, y al oído le dijo: “Felipillo no te mandes, que para utilizar esa frase sin sonrojarte lo primero que se necesita es que la economía remonte, de entrada, el brutal desplome de 6.5 por ciento del PIB en 2009, e inmediatamente después hacer un balance real y completo de tu estancia en la residencia oficial, porque hasta ahora tu primera mitad sexenal arroja una tasa anual promedio negativa de 0.5 por ciento en términos de ‘crecimiento’, de tal suerte que lejos, muy lejos estás de poder presumir que nuestra economía está creciendo, por lo que, te guste o no, debes aceptar el hecho contundente de que tus logros en la materia son peores, incluso, que los de Miguel de la Madrid, y apenas por arriba de los observados entre 1929 y 1931”.
Pero el tal Jelipe como quien escucha llover, y ante los empresarios latinoamericanos reunidos en Los Pinos siguió y siguió dándose coba y subrayando que “aunque el Fondo Monetario no pronosticaba un crecimiento para México en 2010, ni siquiera de uno por ciento, hace menos de un año hoy ha rectificado y pronostica un crecimiento de 4.2 por ciento”, algo que, por lo demás, no alcanzaría siquiera para tapar dos terceras partes del profundo cráter económico de 2009. Vamos, ni siquiera cubriría la caída reportada en el segundo semestre del año pasado. Ahora bien, en caso de que dicho pronóstico se concretara, en el mejor de los casos la tasa anual promedio en cuatro años de calderonato subiría a 0.5 por ciento positivo, contra 0.2 por ciento negativo de Miguel de la Madrid en un mismo lapso (que lo ubicaría a Calderón como el segundo, pero entre los peores), cuando lo que realmente requiere México para salir avante es una tasa anual positiva de 5 a 6 por ciento, es decir, entre 10 y 12 veces más de los maravillosos resultados ofrecidos por el modesto inquilino de Los Pinos.
De nada sirvieron los consejos, porque el magazo siguió con lo del conejo inflable: de la crisis de 2009 “nos defendimos, y lejos de simple y sencillamente resignarnos, buscamos minimizar el impacto de esa crisis… Seguimos trabajando por esa economía. Y en plena crisis, por ejemplo, no bajamos la guardia en otras metas… Pasamos una época dura, como ustedes, y quizá más que ustedes, en la recesión del año pasado sí, porque estamos muy cerca de Estados Unidos y, efectivamente, el golpe inmediato de estar tan cerca de un epicentro, nos impactó…” Y de nueva cuenta alguien se acerca y al oído le dijo: “Felipe, nos haces llorar de emoción, pero mejor ya párale, porque no olvides que en 2009 la economía mexicana ocupó el escalón 196 de 213 posibles en el mundo, que fue la de peores resultados y mayor costo social en América, y no te resbales con la cáscara de la vecindad porque Canadá también está pegado al ‘epicentro’, pero su economía cayó casi tres veces menos que la nuestra, de tal forma que no es un asunto de vecindad, sino de dependencia”.
Una vez más fracasó el intento, porque de la chistera Calderón sacó y sacó más frases célebres: “nosotros nos decidimos claramente por el futuro. Nosotros hemos apostado claramente al desarrollo humano sustentable, que implica, precisamente, la ampliación de las capacidades personales de cada quien, de todos los mexicanos; la ampliación de la capacidad y de la libertad personal, sin comprometer a las generaciones futuras… En nuestra América Latina son claros los ejemplos de países que, habiendo optado por el futuro, por democracia, por economía libre, han impactado también y de manera definitiva las condiciones de vida de la gente; han podido superar la pobreza extrema, han marcado una ruta de constante crecimiento y de bienestar… Como alguna vez lo hubiera definido Paulo VI, en los 60, se trata, precisamente, del paso de condiciones de vida menos humanas, al paso de condiciones de vida más humanas. Y de eso se trata…” Desesperado, con el Valium en la mano, el que permanentemente se le acercaba al oído al inquilino de Los Pinos le dijo: “pero, Jelipe, ya chole, parece que no entiendes, pues en lo que va de tu estancia en la residencia oficial el desarrollo humano sustentable, como le llamas, al país le ha costado alrededor de 10 millones de pobres adicionales; clara y vergonzosamente perdiste la apuesta, y mejor haz a un lado aquello del futuro que ofreces, porque como vas, el único que garantizas es pobreza a granel. Y de eso trata, precisamente”.
Molesto por la insistencia del que le hablaba al oído, el tal Jelipe llegó al clímax: “… salvamos de lanzar a la calle cerca de medio millón de trabajadores de la industria de exportación… logramos reservar también de la pérdida de empleo a casi un millón de familias… Hoy las cosas, la verdad, pintan mejor. Al cierre del primer cuatrimestre, hasta abril, se habían creado ya netos, es decir, descontando renuncias o liquidaciones, habíamos creado en México 382 mil empleos formales en cuatro meses… Se dice fácil, pero es el mayor número de empleos creados en la historia de México, por lo menos de lo que se tenga registro”. El que le hablaba al oído de plano lo mandó al carajo, no sin antes recordarle a Calderón que en su paso por Los Pinos la demanda real de empleo formal en el país suma cerca de 4 millones de plazas, sin considerar rezagos, y que en el mejor de los casos en ese lapso sólo uno de cada 10 mexicanos ha logrado colarse al mercado laboral del sector formal de la economía.
¡Felicidades!: “nuestra economía está creciendo”.
Las rebanadas del pastel
Del inquilino: “si ustedes aún buscan empleo, eso es todavía recesión… Si no pueden pagar sus cuentas, eso es recesión… No habrá recuperación real de la economía hasta que la gente lo sienta en sus vidas” (aclaración obligada: lo dijo Obama, no Calderón).
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