Responsabilidad sin responsables
Violación de garantías sin violadores
Poderes de la Unión: lavado de manos
Carlos Fernández-Vega
¡Oh!, ilusos mexicanos, que no entienden los tejes y manejes del poder, que olvidan que en México sí quiere decir no, que los compromisos son simples ejercicios de oratoria, y que por tratarse del máximo tribunal” del país creyeron que las cosas serían distintas. Pero no: desmoronóse la posibilidad de aprobar el dictamen del ministro Zaldívar en torno a la guardería ABC de Hermosillo, porque, en la magia de la justicia a la mexicana, aunque quedaron documentadas las violaciones graves a las garantías individuales, no hay violadores de las mismas; aunque se estableció puntualmente la responsabilidad por la muerte de 49 bebés y las heridas en otros 104, no hay responsables; hay asesinatos, pero no asesinos.
Así de fácil: violación y responsabilidad, sí; violadores y responsables, no. Hasta allí: todo lo demás, es lo de menos. Esa es, precisamente, la justicia a la mexicana, la que se escribe con I de impunidad, y esa la lógica –por llamarle de alguna forma– con la que operaron la mayoría de ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación a la hora de pronunciarse sobre el dictamen que Arturo Zaldívar presentó al pleno del llamado “máximo tribunal”.
Apenas 24 horas antes el propio ministro Zaldívar subrayaba la necesidad de que la SCJN “envíe un mensaje claro a la sociedad de que nuestro país debe dejar de ser un lugar donde todo pasa y no pasa nada; en el que suceden cosas muy graves y no hay consecuencias; en el que pueden morir 49 niños quemados por negligencias de las autoridades y no hay responsables. No basta con el pésame, el luto o las lamentaciones. Si la muerte de 49 niños no es suficiente para señalar a los responsables, ¿qué tiene que pasar en este país para que actuemos con energía? Tengamos claro que servidores públicos irresponsables constituyen un Estado irresponsable. Responsabilizar hoy es enviar un mensaje que obligará a tomar previsiones, a construir agendas de riesgos, a actuar con mayor acuciosidad en el ejercicio de la función pública. No responsabilizar significa convalidar que hay manera de maniobrar desde un cargo público para permanecer en él pase lo que pase, sin importar qué se haya hecho o qué se haya dejado de hacer en relación con la vulneración de los derechos humanos”.
Pero los ministros dejaron en claro que no hay necesidad alguna de alterar el estado de cosas, porque México se mantiene como un país en el que “todo pasa y no pasa nada; en el que suceden cosas muy graves y no hay consecuencias”. Ayer, ocho de los 11 ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (la mayoría, pues) se negaron a fincar responsabilidades a los funcionarios que hayan incurrido en la violación grave de garantías individuales en el caso de la guardería ABC, y se limitarán a señalar a “quienes resulten involucrados en esos hechos” (La Jornada, Jesús Aranda). En respuesta, el ministro Arturo Zaldívar reprochó a sus compañeros el que se siga “dando tumbos” con la facultad de investigación que tiene la Corte y que se haya “acartonado” la atribución del máximo tribunal en la indagatoria de violaciones graves de garantías. “Si me quedo en minoría, pues me seguiré quedando en minoría (junto con Juan N. Silva Meza y Olga Sánchez Cordero), esto no es un partido de futbol; lo que importan son los razonamientos, los argumentos y las convicciones”, subrayó. Los tres votos a favor correspondieron al propio Zaldívar, Olga Sánchez Cordero y Juan Silva Meza.
¿Qué sigue? ¿A quién recurren los padres de los niños muertos y heridos en la ABC?, porque han tocado todas las puertas y la justicia sigue prófuga. El gobierno federal se lavó las manos (Procuraduría General de la República); el gobierno de Sonora se lavó las manos (Procuraduría General de Justicia del estado de Sonora); el Congreso se lavó las manos, y la Suprema Corte de Justicia de la Nación se lavó las manos. ¿Entonces?
A brindar, pues, por la justicia a la mexicana, pues los 14 funcionarios y ex funcionarios señalados en el dictamen del ministro Zaldívar como responsables de la violación grave de garantías individuales pueden respirar tranquilos y aferrarse a sus puestos (por cortesía de ocho de los 11 integrantes del pleno de la SCJN y por el generoso cabildeo del abogado corporativo de Bucareli). Así, pueden mantener la “conciencia tranquila” (Juan Molinar Horcasitas), dormir “como bebé” (Eduardo Bours), demandar “justicia y castigo a los culpables, porque esa ha sido la prioridad del IMSS” (Daniel Karam) y seguir de vacaciones con el manto protector del poder público (Carla Rochín Nieto). Qué más da, porque México se mantiene como un país en el que “todo pasa y no pasa nada; en el que suceden cosas muy graves y no hay consecuencias”, y de ello dan cuenta los responsables de Aguas Blancas (Rubén Figueroa), Atenco (Enrique Peña Nieto), Oaxaca (Ulises Ruiz) y Puebla (Mario Marín, el gober precioso, en el caso de Lydia Cacho).
En vía de mientras, el inquilino de Los Pinos anunció ayer un plan sobresaliente (debe habérsele ocurrido durante su estancia futbolera en Johannesburgo), el cual no consiste en aplicar justicia, en beneficios concretos para los mexicanos, en acciones y decisiones que promuevan el desarrollo nacional y el bienestar de sus habitantes. No, nada de eso. Se trata de “un proyecto integral de publicidad para promover la imagen de México en todos los ámbitos y así darle un nuevo impulso al turismo nacional. Estamos promoviendo en mi gobierno un proyecto integral de publicidad, sí, pero principalmente de relaciones públicas, en la que estamos contratando a las mejores agencias del mundo para promover integralmente la imagen de México. Sí, para explicar los problemas que tenemos, pero también cómo los enfrentamos; pero sobre todo para mostrar lo que nuestro país tiene que ofrecer, y que es mucho, a cualquier visitante del mundo”. Un proyecto, pues, a la altura de su tamaño.
Las rebanadas del pastel
Es la historia de lo patético: el Congreso mexicano no sólo aprobó la extranjerización de la banca, sino que la dejó con las manos libres para que hiciera lo que le viniera en gana (un caso más de impunidad absoluta), pero hoy humildemente el mismo Legislativo le solicita a los barones del dinero que, si fueran tan amables, no saquen sus dólares del país, que sean tan gentiles de no descapitalizarlo, que “eviten la transferencia de recursos a sus filiales (matrices, en realidad) en el extranjero”, es decir que no remitan sus abundantes utilidades –a costillas de los exprimidos usuarios– a sus naciones de origen (para salvarlas de la crisis).
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