lunes, 29 de julio de 2013

México SA

Ya viene: IVA al vicio de comer
Mayor carga = menor ingreso
Pobres: inventario actualizado
Carlos Fernández-Vega
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Trabajo infantil en pleno Paseo de la Reforma Foto Alfredo Domínguez
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reparaos, mexicanos pagadores y silenciosos, que ya viene, ya está aquí, la nueva acometida en contra de su de por sí escuálido bolsillo. Ya los genios de la tecnocracia nacional encontraron el modo de disminuir, aún más, el ingreso de la mayoría, y la fórmula no es otra que clavarle el impuesto al valor agregado (IVA) a medicinas y alimentos, renglón el último al que los felices habitantes más pobres de este país ahora destinan casi la mitad de lo que a duras penas llegan a obtener.
De acuerdo con los resultados de la más reciente Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares –correspondiente a 2012– el 10 por ciento de la población más pobre obtiene un ingreso mensual promedio de 2 mil 332.33 pesos, de los que, hasta ahora, destina mil 82.20 pesos a la compra de alimentos (con el remanente, se supone, cubre sus necesidades de viviendas, transporte, salud, educación, cuidado personal y una larga lista de etcéteras, lo que sin duda motiva su felicidad, según la OCDE).
Pues bien, si los genios tecnócratas logran que el Congreso apruebe el cobro del IVA en medicinas y alimentos (y todo indica que los legisladores lo harán), esa misma población deberá destinar 173.15 pesos mensuales más al mismo fin, pero sin obtener a cambio más alimentos. Así, con 16 por ciento de gravamen (en el supuesto que esa sea la tasa a aplicar, porque ya se habla de 19 por ciento), el gasto anual por el concepto referido sumaría 2 mil 77.80 pesos, o lo que es lo mismo, el equivalente a casi un mes de ingreso, de tal suerte que para atender el capricho de la tecnocracia este segmento poblacional laboraría 12 meses al año, pero obtendría un ingreso equivalente a 11 meses, porque el doceavo se lo quedaría Hacienda.
Así, cualquier aumento salarial (que suele ser, si bien, de la proporción en que crezca la inflación oficial) queda totalmente cancelado, y la población sale debiendo. De hecho, con el inenarrable Felipe Calderón en Los Pinos, el ingreso en los hogares mexicanos se redujo 12.75 por ciento durante el sexenio pasado y el de cada persona disminuyó 7.12 por ciento, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH), elaborada por el Inegi (La Jornada, Miriam Posada). Entonces, como el ingreso de los jodidos es muy alto, es necesario darle otro pellizco y qué mejor que sea con el IVA a medicinas y alimentos.
De vieja data es la intención gubernamental (aquí léase la dupla PRI-PAN) de pasar a cuchillo fiscal a todo aquel que mantenga el anti modernista vicio de comer y/o de enfermarse, pero hasta ahora sus esfuerzos resultaron vanos, sin demeritar sus logros en la materia (por ejemplo, la tasa de IVA se incrementó temporalmente de 10 a 15 por ciento en 1995 –quién no recuerda la Roque señal– y la temporalidadsólo concluyó con Felipe Calderón cuando, en 2008, los legisladores aumentaron dicha tasa de 15 a 16 por ciento, también, claro está, de forma temporal).
Y en cada aumento y/o creación de impuestos, el compromiso gubernamental es el mismo: lo que se capte se destinará a impulsar la economía, a generar empleo, a superar la pobreza, a mejorar el nivel de bienestar de los mexicanos y a defender a los que menos tienen. Pasan los años, aumenta la carga tributaria a los de siempre, y la economía se mantiene en el suelo, los empleos inexistentes, la pobreza al alza, el nivel de bienestar en declive permanente y los que menos tienen son los que más pagan por los platos rotos. Entonces, con el IVA en medicinas y alimentos –impuesto totalmente regresivo–, ¿quieres que te lo cuente otra vez?
Qué más da, pues, que los adictos a la comida paguen impuestos por mantener su vicio. Entre el gobierno y los partidos políticos (los cuales, por cierto, están exentos de no pocos impuestos) decidieron que la mejor forma de reducir la pobreza es exprimir aún más a los pobres. No muy lejos de la práctica de Antonio López de Santa Anna (su “Alteza Serenísima decidió cobrar impuestos por ventanas y puertas, así como por la tenencia de perros), el partido en el gobierno (el PRI, que debería modernizarse y cambiar sus siglas por PNI, es decir, Partido Neoliberal Institucionalizado) ha decidido que comer es un lujo, y enfermarse también. No pasará mucho tiempo para que se apruebe un gravamen por respirar, por mucho que el aire esté más contaminado que la clase política nacional.
A estas alturas, y de manera oficial, alrededor de 28 millones de mexicanos (el dato es de 2010) no cuentan con suficiente ingreso como para comer tres veces al día y de forma nutritiva. Uno de cada cuatro no tiene con qué, y tendrá menos cuando deba pagar un impuesto adicional. Es previsible, pues, que ese terrorífico inventario se incremente sustancialmente con la decisión gubernamental de aplicar IVA a medicinas y alimentos. Tampoco hay que olvidar que 65 por ciento de la población ocupada obtiene, si bien va, ingresos inferiores a tres salarios mínimos y que, por obvias razones, verán mermado su de por sí escasísimo ingreso.
Al mismo tiempo, dos de cada tres mexicanos no tienen acceso a las instituciones públicas de salud (IMSS, Issste, Secretaría de Salud, etcétera), es decir, no tienen derecho a recibir medicinas gratuitas. En 2012 las ventas totales de medicamentos de uso humano ascendieron a poco más de 143 mil millones de pesos (informe de la Canifarma). Con base en ese monto, el erario captaría alrededor de 23 mil millones de pesos con la aplicación del IVA (con una tasa de 16 por ciento), 40 por ciento de los cuales provendría del sector salud (el mayor comprador de medicinas en el país).
El citado monto anterior ¿es muy elevado o muy bajo? Saquen conclusiones con el dato siguiente: durante su estancia en Los Pinos, Felipe Calderón gastó alrededor de 30 mil millones de pesos en propaganda, y fue uno de los que insistió en aquello de IVA a medicinas y alimentos, pero gastó una carretada de dinero público en su fallida promoción. Lo mismo en el caso de los alimentos. De acuerdo con la Secretaría de Hacienda, en 2012 el erario dejó de captar cerca de 146 mil millones de pesos por no gravar estos productos con IVA, pero como el gobierno no quiere pleito con las trasnacionales de la chatarra (por ejemplo, Bimbo-Marinela-Barcel, Pepsico-Sabritas, Femsa-Coca-Cola), las mantiene como productoras de alimentos, es decir, sin IVA.
En fin, no cabe duda que los mexicanos están a punto de ser aún más felices.
Las rebanadas del pastel
Y para documentar nuestro optimismo (Monsiváis dixit), el Coneval actualizará hoy el inventario de pobres en el país, con base en la ENIGH 2012, la cual, de entrada, documenta la fuerte caída del ingreso de los mexicanos.
Twitter: cafevega

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