Luis Hernández navarro
E
l próximo año no habrá prueba Enlace, informó el titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), Emilio Chuayffet. El examen, aplicado entre 2006 y 2013 para, supuestamente, evaluar el rendimiento de 16 millones de estudiantes mexicanos, resultó un fracaso. Le costó al país más de mil 514 millones de pesos.
Alrededor de Enlace se cometieron muchas arbitrariedades en el país. Al maestro Humberto Ramiro Arciga lo despidieron en 2011 por no aplicar esta prueba en la primaria Braulio Rodríguez de San José las Minas, Puebla. No fue el único. Como él, fueron cesados otros 39 directores y Miguel Guerra, profesor de educación básica. Los despedidos tienen más de tres décadas de servicio y son maestros ejemplares. Durante años han elaborado un proyecto alternativo de educación y lo han puesto en práctica en sus aulas. Pero ahora, además de su trabajo, perdieron la posibilidad de jubilarse.
Humberto Ramiro Arciga es profesor desde hace 34 años, aunque llegó a la primaria Braulio Rodríguez hace apenas 13. Comenzó sus estudios en la Normal Rural Vasco de Quiroga, en Tiripetío, Michoacán, y los terminó en Ayotzinapa, Guerrero. Su compromiso con la escuela, que va más allá del horario de trabajo, le brotó de su vida misma y de su formación como maestro rural.
Indígena mazateco, Ramiro nació en la comunidad de Zacatepec de Bravo, en el municipio de San Sebastián Tlacotepec, Puebla, en plena sierra mazateca, el 6 de marzo de 1958. Hijo de campesinos, quedó huérfano de padre a los dos años, porque el cacique Zeferino Pedraza mató a su progenitor, Gabino Arciga, por defender las tierras comunales.
Desde cuarto año de primaria Ramiro estudió en internados. Primero en San Antonio Eloxochitlán, municipio en que nació Ricardo Flores Magón. Después en la secundaria técnica de Zaragoza, Puebla. Allí aprendió a cuidar los cerdos, a sembrar sorgo y maíz, a cultivar hortalizas. Su enseñanza estuvo siempre asociada al trabajo.
Ramiro considera que, enfrentando la pobreza y las carencias, los docentes aprenden cómo hacer su trabajo. Piensa que sólo desde el conocimiento de ese entorno, de sus dificultades, es que se puede evaluar realmente a los docentes.
La escuela Braulio Rodríguez sólo cuenta con dos aulas y dos maestros para impartir los seis años de primaria. Uno es Ramiro, que daba clases a cuarto, quinto y sexto grados, además de hacerse cargo de la dirección, y la otra es su esposa Rebeca Sánchez Jiménez, qioen atiende primero, segundo y tercer año. A la escuela asisten 80 niños.
Ramiro y Rebeca transformaron completamente la educación en San José las Minas. Ahora los niños adquieren conocimientos útiles para la vida, que ayudan a su familia y su comunidad. Los estudiantes cuidan su pequeño huerto, producen el cloro para la limpieza del pueblo, reciclan la basura y, con altoparlantes y una grabadora, tienen su estación de radio llamada Ojos de Niño.
En lugar de que en las aulas se dediquen a memorizar información abstracta, los estudiantes aprenden el perímetro, las áreas o los ángulos en el huerto que ellos mismos cultivan, y en el que se han sembrado árboles de limones, duraznos y granadas. Por supuesto, estudian español, historia y ciencias naturales, pero lo hacen siempre con métodos innovadores, nacidos de la experiencia viva.
Los alumnos trasladaron a sus hogares esas enseñanzas y, ahora, en las casitas de San José las Minas hay huertos familiares, composta, se cuida el ambiente y se trabaja colectivamente. Eso no sucedía antes en el poblado.
La comunidad de San José las Minas tiene 416 habitantes y pertenece al municipio de Santiago Miahuatlán. El promedio de escolaridad de sus habitantes es de cuarto grado. Más de la mitad gana menos de un salario mínimo, y 38 por ciento ente uno y dos. Los hombres laboran de albañiles, jornaleros u obreros, y algunos en una trituradora de piedra dentro de la comunidad.
En la escuela los niños se enseñan a trabajar. Antes de comenzar clases hacen el aseo de las aulas y los baños, arreglan el comedor comunitario y atienden los árboles frutales y el huerto. Allí siembran cilantro, calabacitas, papas y rábanos: ellos mismos preparan el terreno y miden la superficie.
Desarrollar prácticas agrícolas les permite valorar la importancia del cuidado del ambiente y el reciclaje. Promueven los cultivos orgánicos y fabrican su composta, con las hojas de los montes, ramas, pasto y desperdicios que salen directamente de su comedor.
La primaria cuenta con una estación de radio. Los responsables de hacer los programas y transmitirlos son los estudiantes. Según cuenta Karina Avilés en La Jornada, en el programa Voces inocentes, transmitido cada día antes de iniciar las clases, los muchachos reciben a los otros estudiantes con mensajes ejemplares.
Muy buenos días, saludan al aire.
Recuerden que enseñar la verdad es educar para la libertad. Es una frase que dice todo lo que hacemos nosotros. Sigan este buen ejemplo.
Los padres de familia están orgullosos de su primaria y sus maestros. A diferencia de otros poblados donde la escuela se ve como un estorbo, allí quieren que sus hijos sigan estudiando. Los niños han ganado reconocimientos académicos. La escuela ha cambiado la vida en los hogares de San José las Minas.
Por supuesto, una instrucción así no puede ser evaluada a través de pruebas como Enlace, que resultan absurdas y contraproducentes. Por eso los padres de familia se negaron en 2011 a que ese examen se aplicara a sus hijos y los maestros estuvieron de acuerdo. Pero, en lugar de comprender la situación, el gobierno de Rafael Moreno Valle despidió a Ramiro y a otros 40 maestros más en el estado.
La comunidad defiende a su maestro. Quiere a Ramiro en el aula, no en la calle. Los padres de familia lo han evaluado durante todos estos años de servicio. Y los resultados están a la vista.
La cancelación de Enlace le da la razón a Ramiro y a los otros 40 directores que se negaron a aplicar la prueba. Es hora de que se les reinstale en su trabajo y se les reconozca su aportación a la educación en Puebla.
Twitter: @lhan55
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