Bernardo Bátiz V.
A
estas alturas, a nadie le queda duda de que la ciudad de México está en la mira de los partidos y de los gobiernos del sistema o de la derecha, que sueñan desde hace tiempo con arrebatarla a la despierta y atenta ciudadanía de la entidad y a las corrientes y partidos de izquierda, que la han gobernado, con altibajos, desde hace poco más de 15 años. Por ese motivo, pero también por el compromiso que significa la confianza depositada en las urnas, la administración de la capital debe estar muy atenta a los signos de los tiempos.
Nada sería más satisfactorio, para los rivales y contrarios del gobierno citadino, que verlo fracasar en cuestiones de seguridad; por ello ha sido muy oportuna y atinada la explicación que se ha dado de los avances en la investigación de los jóvenes que, extraña y supuestamente, desaparecidos del Heaven y prudente la actitud del procurador ante las exigencias de los familiares de los desaparecidos y de los medios de comunicación en busca de novedades en ese,reitero el adjetivo, extraño asunto.
Pero las antenas deben estar levantadas y en alerta para cualquier señal que indique hacia qué punto hay que extremar el cuidado y las acciones preventivas; uno de estos frentes que debe cuidarse con profesionalismo y mucho compromiso con la gente es el de la actitud de la policía capitalina, que en algunas ocasiones, con el precedente del 1° de diciembre, ha mostrado poca sensibilidad y tendencia al uso de la fuerza y a veces al abuso. La estulticia puede ser contagiosa y vivimos a nivel federal seis años (¿o 12?) de atropellos y abusos con la justificación, a veces, y pretexto, otras, de que se combatía al narcotráfico y a la delincuencia organizada.
En La Jornada del jueves 18 se publicó una nota no muy destacada, más bien discreta, de Mirna Servín, con el relato de un incidente que ocurrió al fotógrafo del mismo diario, Pablo Ramos García, quien fue tratado sin respeto a su libertad, a su carácter de ciudadano y a su profesión de periodista. Pablo fue detenido en un retén, porque pasó en una motocicleta, se le pidió que mostrará su equipo fotográfico y se trató de indagar cuál era su origen, posteriormente, se le llevó ante el juez cívico, quien no encontró razón para sancionarlo, luego se pretendió, todo esto por policías preventivos, presentarlo ante el Ministerio Público, lo cual afortunadamente ya no sucedió.
La intención de revisar a los motociclistas es explicable, dado que en ese tipo de vehículos y en motonetas se cometen delitos en contra de los habitantes de la capital, pero como suele suceder, pagan justos por pecadores; se revisa indiscriminadamente y quizá, por el testimonio de Pablo Ramos García, sin la cortesía y cuidado con el que debe tratarse a los ciudadanos, que hay que reiterarlo las veces que sea necesario, tienen derecho a transitar libremente, a no ser molestados en sus bienes y en sus personas y a que su dignidad sea respetada.
En el caso que traigo a cuento, se detuvo a alguien que no se asustó y que por su oficio tuvo la entereza de defenderse y contó además con la circunstancia de que trabaja para un diario serio y comprometido como el nuestro, pero lo que sucedió pudo repetirse con otros ciudadanos, muchos de ellos jóvenes, que son los que usan las motocicletas para transportarse por la ciudad y por su juventud, sin mucha experiencia y por lo mismo inclinados a soportar sin queja un incidente así, o también, ojo, podría darse el caso, a ser víctimas de extorsión.
He visto a jóvenes que caminan con sus mochilas al hombro, como es usual hoy, ser detenidos por policías sin ninguna razón, con el sólo objeto de revisar lo que llevan en ellas; la prevención quizás necesaria, requiere ser cuidadosa y no propiciar una opinión negativa de los ciudadanos molestados sin motivo. El gobierno capitalino, ante esta situación, debe extremar precauciones sin olvidar que no queremos seguridad a cambio de restringir la libertad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario