Mantener la lucha
Gloria Muñoz Ramírez
S
e ganan sentencias en los tribunales. La razón jurídica los asiste, pero son resoluciones que no se cumplen. Entonces tienen que volver a salir a las calles, protestar y reexigir lo que les corresponde por derecho y esperar a que, ahora sí, les restituyan las tierras, les devuelvan su agua, les respeten linderos y un sinfín de demandas de los pueblos originarios en época neoliberal.
¿Renunciar a la lucha legal? No, pero tampoco a la movilización pacífica, donde se gana con el apoyo de la gente, como ocurrió esta semana con la comunidad wixárika de San Sebastián Teponahuaxtlán, en el norte de Jalisco, que se trasladó a Guadalajara y montó dos campamentos en demanda de la restitución de 10 mil hectáreas que les pertenecen y que fueron invadidas por pobladores de Huajimic, municipio de La Yesca, Nayarit hace más de una década.
Luego de una segunda
traiciónde las autoridades agrarias, los wixaritari lograron en unas cuantas horas lo que no habían conseguido en años: la ejecución de la sentencia que les restituye 2 mil 483 hectáreas, por lo que el 8 de septiembre les tendrán que ser devueltas, de acuerdo con la disposición del Tribunal Unitario Agrario 16. Ese día, advierte el equipo asesor de la comunidad de San Sebastián, el invasor tendrá que retirarse y sacar su ganado del predio; de lo contrario asistirá la fuerza pública.
El agravio contra el pueblo wixárika es histórico, igual que su lucha por la tierra. En 1953 una resolución presidencial ordenó que 240 mil hectáreas fueran de su propiedad, dentro de los municipios de Mezquitic y Bolaños, al norte de Jalisco. Desde hace más de una década el territorio fue invadido por 45 pobladores de Huajimic, por lo que en los últimos siete años se han interpuesto 45 juicios, de los que han derivado 13 sentencias favorables para los wixaritari. Ninguna, hasta la fecha, se ha ejecutado. La primera será justo la acordada con la movilización del 21 agosto.
Hoy, advierten desde Guadalajara, la comunidad de San Sebastián decidió
darle una oportunidad a la sensatez. Tenían todo listo para, por su cuenta, pacíficamente, recuperar sus tierras. Los acuerdos de asamblea estaban dados y la logística preparada, pero antes acordaron movilizarse a la capital y buscar una ejecución consensuada.
Los wixaritari regresaron a la sierra agradeciendo a la comunidad tapatía su hospitalidad. Prometen que si en esta ocasión no les cumplen
ya no habrá necesidad de regresar a esta ciudad.
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