Gamboa Pascoe: Lady CTM
Sindicalismo castrado
Gigantismo de bandera
Agentes extranjeros armados
Julio Hernández López
CONSENSO EN SAN LÁZARO. Durante la sesión plenaria efectuada ayer en el recinto de la Cámara de Diputados, los coordinadores parlamentarios de PRD, PRI y PAN, Miguel Alonso Raya, Manlio Fabio Beltrones Rivera y Ricardo Anaya Cortés, respectivamente, anunciaron que se llegó a un acuerdo para la discusión en el pleno de la ley anticorrupción Foto José Antonio López
J
oaquín Gamboa Pascoe habló emocionado, a punto de soltar el llanto, frente a la estatua de dos metros que le representa en el edificio de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), donde ejerce el tipo de mando caciquil que históricamente ha caracterizado a esa organización de control laboral siempre a favor del gobierno y los empresarios (en San Luis Potosí hubo otro ‘‘líder’’, del gremio electricista, que como tesorero nacional de su sindicato pagaba placas metálicas de ‘‘agradecimiento del pueblo’’ a su sacrificio como legislador que también era. Él ordenaba que se hicieran los ‘‘reconocimientos’’, organizaba las ceremonias de entrega, acarreaba a los asistentes, avisaba a los reporteros y luego casi lloraba de emoción ante esos homenajes ‘‘espontáneos’’ que jamás se habría imaginado y que consideraba, modesto, abrumado, no merecer).
A diferencia de Fidel Velázquez, el marrullero dirigente casi eterno de la CTM, que guardaba las formas y no exhibía riquezas, Gamboa Pascoe (nacido en mayo de 1922) es un millonario al que le gusta mostrar las delicias del dinero en abundancia. Se comporta como una especie de aristócrata del contrato de protección a empresas, un degustador de la buena vida que por desgracia debe perder horas en la atención de asuntos proletarios por lo demás tan redituables, un mercader de la fuerza de trabajo que al final de los regateos se regala compensaciones de ensueño (casimires finos, camisería de diseñador, zapatos de pieles exóticas, restaurantes de lujo, autos BMW y Mercedes Benz, residencia en el Pedregal de San Ángel, cacería, golf, así que una vez dijo a una reportera: ‘‘¿Qué porque los trabajadores están jodidos yo también debo estarlo? A mí nunca me verán descalzo ni de guaraches’’, referencia tomada de un capítulo de Los amos de la mafia sindical, de Francisco Cruz Jiménez, Editorial Planeta http://bit.ly/1w9OrnC ).
El funcionamiento del actual sistema político, con sus injusticias electorales, económicas, sociales y culturales, ha tenido como pieza de suma importancia ese sindicalismo castrado, el de la CTM, la confederación soldadera del PRI, vendedora tradicional de favores a los empresarios que prefieren pagar cuotas en efectivo a los ‘‘líderes’’ para así imponer contratos desventajosos a los trabajadores que a la hora de pretender organizarse y protestar se topan con la cláusula de exclusión aplicada por los ‘‘dirigentes’’ domesticados y con el aparato de control y sanción jurídica representado por las juntas locales y federales de ‘‘conciliación y arbitraje’’. La CTM y los sindicatos y organizaciones similares han cumplido también con la función de adocenamiento del espíritu cívico y político de los mexicanos. Han ‘‘enseñado’’ durante décadas que las luchas por reivindicaciones pueden ser aplastadas con la colaboración de esos ‘‘líderes’’ que se han prestado al acarreo, la compra de votos y el fraude electoral a cambio de prebendas directas, protección solidaria al ‘‘negocio’’ de la explotación de obreros y ‘‘cuotas’’ en cargos legislativos e incluso gubernaturas.
Enriquecido abogado, que en realidad es patronal, Gamboa Pascoe, gerente en turno de la central obrera ya mencionada (antes de él estuvo el electricista de licencioso lenguaje Leonardo Rodríguez Alcaine, apodado La Güera), tuvo a bien ayer, al develar emocionado su propia estatua (oh, las sorpresas que da la vida), arremeter como una especie de Lady CTM contra la prole de mal gusto, asignándole así a la confederación oficialista una etiqueta de presunto sindicalismo ‘‘decente’’ (‘‘¡chusma, chusma!’’, pudo haber dicho ayer Gamboa Pascoe, en nonagenaria versión del Chavo) frente a sus indeseados vecinos, los profesores en lucha que han acampado en el Monumento a la Revolución.
Como en los viejos tiempos del priísmo matraquero y bravucón, Gamboa Pascoe exaltó las presuntas bondades de la alianza entre ese sindicalismo y el gobierno en turno, adjudicando a esa conducción cetemista el que los trabajadores hayan mantenido ‘‘la paz social y laboral’’, sin comportarse como los ‘‘revoltosos y holgazanes’’ que dañan a la sociedad al cerrar y ensuciar las calles y al bloquear los accesos a aeropuertos. De La Güera Rodríguez Alcaine a Lady CTM. En el museo del sindicalismo vuelto estatuas.
En Iguala se realizó un acto de protesta que permitirá a los defensores mediáticos del sistema desgarrarse las vestiduras patrioteras (así sucedió en 1968, con posteriores actos de ‘‘desagravio’’ por haber colocado una bandera de huelga en el Zócalo, y con silencio y desmemoria de esos mismos ‘‘agraviados’’ luego de la masacre de Tlatelolco). Ayer en el municipio guerrerense fue desmontada una bandera nacional ‘‘monumental’’ y en su lugar colocada una pequeña, con la inscripción ‘‘43’’. No fue una falta de respeto u ofensa a la enseña oficial, sino un rechazo a las formas aparatosas que el gobierno usa para aparentar culto y respeto a un símbolo colectivo. No se ultraja la Constitución si su letra es impugnada o cambiada, ni pareciera haber reparo oficial al uso del Himno Nacional en contiendas deportivas con tufo mafioso, como sucede en peleas profesionales de box o en partidos de futbol que, se va sabiendo, pueden estar ‘‘arreglados’’ de manera corrupta. Las pretensiones espectaculares en la textilería patriótica han sido proporcionales al incumplimiento de las obligaciones de los gobernantes y al hundimiento del país. Una bandera pequeña, con el recuerdo inscrito de los jóvenes que a la nación le faltan, corresponde más a la realidad que una fallida y hueca grandiosidad telar.
Y, mientras mister Henry Peña ha enviado una iniciativa para facilitar a agentes extranjeros ciertas formas de portación de armas en territorio mexicano (iniciativa que ya fue aprobada desde hace años por miembros de la DEA, la FBI y otras oficinas gringas tan diligentes a la hora de dirigir y supervisar acciones marinas y militares en México), ¡hasta mañana, con las puertas de la casa de gobierno de Michoacán humeantes en protesta por la visita de EPN a esa ardiente entidad!
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