Remesas y comisiones
Saqueo a emigrantes
México, portero de EU
Carlos Fernández-Vega
T
an pujante, moderno y resultón ha sido el modelo económico impuesto en el país, que México, otrora considerado el
cuerno de la abundancia, ostenta el ingrato galardón de uno de los mayores expulsores de mano de obra en el mundo, pues a estas alturas más de 10 por ciento de su población no tuvo más remedio que cruzar las fronteras –especialmente la del norte– en busca de oportunidades laborales y algo de bienestar, que en su nación de origen cada día son más escasas, por no decir nulas.
Esa es la cifra oficialmente reconocida, aunque todo apunta que la real es mayor. De cualquier suerte, ese drama social ha sido aprovechado (incluso presumido por gobiernos como el foxista, que cacareaba la
exportación de jardineros de muy buena calidad) como muestra inequívoca de las oportunidades que genera el modelito económico, pero no para los mexicanos de a pie, sino para los consorcios financieros que operan en el país, que con la precariedad de los emigrantes han armado un jugoso negocio que no es otro que el trasiego electrónico de remesas y las exorbitantes comisiones que cobran.
Así es. Sólo en lo que va del presente siglo la paisanada ha enviado remesas a sus familias por un monto aproximado a 280 mil millones de dólares (algo así como el equivalente a una cuarta parte del producto interno bruto mexicano a precios actuales). De ese monto no menos de 10 por ciento (28 mil millones de billetes verdes) se lo han embolsado las diferentes empresas (todas ellas ligadas a las trasnacionales financieras que operan en el país y a los barones Forbes), cuyas utilidades han crecido como la espuma gracias a la creciente expulsión de mano de obra nacional.
No pocas de esas empresas también hacen jugosos negocios con el ahorro de los mexicanos de aquí –valga el término–, pues están ligadas a las Afore y el cobro de elevadas comisiones por administrar dinero ajeno, de tal suerte que indistintamente exprimen a quienes se quedan en el país y a los que se van, millones de mexicanos en cualquiera de los casos.
Como se ha comentado en este espacio, sólo en 2014 los mexicanos que fueron expulsados de su tierra por razones económicas paradójicamente inyectaron alrededor de 25 mil millones de dólares en remesas a la misma economía que los obligó a buscar mejores niveles de vida fuera de sus fronteras. Y de ese total, no menos de 2 mil 500 millones de billetes verdes engrosaron las alforjas de los consorcios financieros dedicados al trasiego electrónica de esos recursos.
Cierto es que no es exclusivo de México el drama social que conlleva la expulsión masiva de mano de obra y el jugoso negocio que de ella han armado los barones financieros. De acuerdo con el Banco Mundial, México ocupa la cuarta posición global –sólo después de India, China y Filipinas– como receptor de remesas y mantiene su frontera norte como el primer corredor de inmigración en el planeta.
El propio Banco Mundial documenta la existencia de 250 millones de emigrantes en el planeta, quienes sólo en 2014 enviaron a sus familias recursos por alrededor de 583 mil millones de dólares. De ese monto, 75 por ciento terminó en países subdesarrollados, México entre ellos. Y del gran total, una gruesa rebanada fue a parar a las chequeras de las empresas privadas que ayudan a los emigrantes con la transferencia electrónica de recursos.
Remitir dinero a sus países de origen les resulta oneroso a los expulsados de su tierra, pero, con la lentitud que lo caracteriza, el Banco Mundial celebra que en los últimos siete años la tasa promedio cobrada por las entidades financieras dedicadas al trasiego electrónico de remesas se
redujo considerablemente, de alrededor de 10 por ciento a 7.68 por ciento del monto enviado.
De acuerdo con dicho organismo financiero,
esta reducción de los precios se ha logrado a pesar de las recientes condiciones adversas en los mercados, como el aumento del costo de observancia y el avance de los bancos en la mitigación de los riesgos de sus operaciones, lo que limita el acceso de los proveedores de servicios de remesas a cuentas bancarias. Cuando comenzamos a monitorear el precio de los servicios de remesas internacionales en 2008, el costo de la transacción representaba más de 10 por ciento del monto enviado. Este hecho significaba que los migrantes gastaban 30 mil millones de dólares por cargos para enviar el dinero, en lugar de que esos fondos llegaran a sus familias. Esa cantidad es equivalente a la ayuda oficial para el desarrollo otorgada cada año por Estados Unidos a los países en desarrollo.
Para el año 2020 el objetivo del Banco Mundial es reducir ese costo a 5 por ciento del monto enviado, cifra aún elevada si se considera que representa una severa merma al de por sí precario ingreso de la mayoría de los emigrantes. Sin embargo, el organismo financiero asegura estar dispuesto a
garantizar que en cada corredor nacional haya por lo menos tres proveedores de servicios de remesas que cobren 3 por ciento o menos por enviar dinero, lo cual se lograría dentro de 10 años, en el mejor de los casos.
Esos proyectos se presentarán de manera formal en el próximo Foro Mundial sobre Remesas y Desarrollo, organizado por el propio Banco Mundial, durante el cual se abordará
un nuevo objetivo, que hemos llamado del remitente inteligente, a través del cual se supervisarán las transacciones de remesas a un nivel más granular. También propondremos que al menos un servicio en cada corredor ofrezca un precio significativamente más bajo que el promedio en ese corredor. Eso marcaría una gran diferencia para muchos de los remitentes más pobres y sus beneficiarios. Son una parte fundamental del programa de la comunidad internacional del desarrollo relacionado con la reducción de la pobreza y el fomento de la prosperidad compartida en los próximos 10 años, asegura la institución financiera.
En vía de mientras, el modelo económico seguirá expulsando mano de obra y los emigrantes deberán cargar con las onerosas comisiones de quienes les ayudan a transferir los recursos a sus familias.
Las rebanadas del pastel
Si de migrantes se trata, el gobierno peñanietista se muestra muy eficiente en su indecoroso papel de portero del gobierno estadunidense, pues las detenciones y deportaciones de menores centroamericanos que viajan sin familiares o con traficantes de personas se mantienen al alza: 49 por ciento de enero a mayo de 2015, en comparación con igual periodo de 2014. Pero de soluciones concretas para evitar la expulsión de mano de obra, nada.
Twitter: @cafevega
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