jueves, 11 de junio de 2015

Reflexión preliminar sobre las elecciones

Octavio Rodríguez Araujo
S
e equivocaron los que pronosticaron la abstención más alta de las recientes elecciones intermedias (aclaro que yo sólo dije a CNN, el 6/6/15, que era probable que aumentara, no lo pronostiqué). Con 98.63 por ciento de las actas computadas, la participación ciudadana fue de 47 por ciento. En 2003 fue de 41.8 y en 2009 de 44.6 por ciento. Los anulistas, por otro lado, deberán estar muy orgullosos de que lograron cifras superiores a los votos obtenidos por cada uno de los siguientes partidos: del Trabajo (PT), Humanista (PH), Nueva Alianza (Panal) y Encuentro Social (PES). Pero deberán saber que sus votos nulos (4.88 por ciento) no sólo fueron menos que en la intermedia de 2009 (5.41 por ciento), sino que no cambiaron en nada la votación válida nacional del pasado domingo, salvo que el PT y el PH probablemente pierdan su registro (aunque quizá de todos modos lo hubieran perdido).
Los que llamaron a boicotear los comicios fueron de dos tipos: los vándalos electorales, que violaron la legislación vigente con sus acciones, y los resentidos políticos que, en esta ocasión (pero no en 2012 y elecciones anteriores),descubrieron que sus organizaciones no obtuvieron registro por culpa del sistema y no por su incapacidad para cumplir con los requisitos legales. Su boicot no alteró en nada el proceso electoral, aunque quizá inhibieron, por temor, la participación electoral en ciertos distritos o secciones electorales (muy pocas).
Los que hace algunos años se refirieron a la feudalización electoral de varios estados de la República (Dressery Camacho, entre otros) también se equivocaron. He revisado el caso del estado de Morelos, donde resido, y para mí es claro que el gobernador perredista no usó los recursos a su alcance para favorecer a su partido: el PRD, con 64.5 por ciento de las actas capturadas tuvo votaciones bajas y muy bajas en 25 de los 33 municipios donde se eligieron presidentes municipales (aunque en conjunto alcanzó el porcentaje más alto de todos los partidos (1.81 por ciento sobre el PRI, segundo lugar en la elección de diputados locales con 15.79 por ciento). Hubo varios casos en los que obtuvo menos de 100 votos para ayuntamientos. Con la información disponible mi candidato a la presidencia municipal de Cuernavaca también perdió y, hasta el momento de escribir estas líneas, iba ganando el ex futbolista Cuauhtémoc Blanco, lo cual nos habla del bajísimo nivel político, no de todos los ciudadanos (por fortuna) de la capital de Morelos, sino sólo del 12 por ciento del listado nominal (su partido, el PSD de registro estatal, obtuvo en la elección de diputados locales de Cuernavaca11,255 votos en tanto que, para el ayuntamiento de Cuernavaca, logró más del doble: 25 mil 381). En este estado, por cierto, y siempre con el mismo porcentaje de actas capturadas, los votos nulos para diputados locales sumaron 5.78 por ciento, menos de un punto porcentual por encima de los contabilizados en la elección de diputados federales en el país y ligeramente superior a los habidos en Morelos en la intermedia de 2009 (5.26 por ciento), cuando ni siquiera los poetas oportunistas llamaron a la abstención y al voto nulo. La abstención en 2009, vale decir, fue de 49 por ciento, más alta que la actual, que fue de 46.16 por ciento con el número de actas ya citado.
Una de las peculiaridades más interesantes del proceso electoral de este año fue Morena, recién registrado en 2014. Con 98.63 por ciento de las actas capturadas su votación era de 8.37 por ciento, por encima de buena parte de los partidos, salvo el PAN, el PRI y el PRD. Este último alcanzó 10.83 por ciento, es decir 2.5 puntos más que Morena, pero este partido obtuvo un porcentaje mayor que el del PRD en su primera experiencia en los comicios intermedios de 1991: 8.37 por ciento contra 7.9. Se puede decir que el PRD fue uno de los grandes perdedores de esta contienda: obtuvo un porcentaje de votos todavía menor que en 2009 (12.19 por ciento), que ya se había considerado como una catástrofe en ese partido. En 2009, deberá recordarse, los perredistas se plantearon, precisamente por su fracaso, refundar su partido; pero no lo hicieron y, a mi juicio, están pagando las consecuencias.
El PAN y el PRI tuvieron pérdidas considerables. Ambos bajaron su número de votos y también sus porcentajes por comparación con la intermedia de 2009: el PRI pasó de 37 a 29 por ciento y el PAN de 28 a casi 21 por ciento.
En esta elección se dio lo que ya se sospechaba y se decía: los partidos están desprestigiados y, por lo mismo, las elecciones no son muy apreciadas por los ciudadanos. Éstos distribuyeron sus votos entre los 10 partidos nacionales registrados, pero, sin embargo, la abstención no subió como esperaban algunos analistas. En los sistemas presidenciales, como bien dijera José Antonio Crespo en algún artículo, las elecciones intermedias no tienen la importancia de los sistemas parlamentarios, son secundarias y no convocan igual a los electores.
Hay, con razón, una sensación de rechazo a los partidos mayoritarios, entre otras explicaciones porque los principales firmaron el Pacto por México con el presidente Peña Nieto, y las reformas derivadas de dicho pacto no han beneficiado en nada a la mayoría de la población. Aun así, el rechazo a los partidos del pacto no ha sido suficiente, pero quizá para el 2018 se haga notar con más contundencia y haya cambios en el abanico partidario.

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