lunes, 18 de enero de 2016

Un Ayotzinapa que no fue / Víctor Flores Olea

lun, 18 ene 2016 08:42

En verdad creo que la reciente liberación de 25 secuestrados en Guerrero resulta una muy buena noticia en un país que en ocasiones parece ya tragado por la violencia más desenfrenada y sin remedio. No conozco sino los hechos que ha reportado la prensa, pero el desenlace favorable de esta nueva circunstancia violenta nos enseña que actuar con rapidez y plena decisión, y sin las complicidades que parecen manifestarse en cada hecho delictivo en México, resultan condiciones necesarias para cualquier investigación exitosa. En este caso todo indica que todo se dio bajo los mejores auspicios, lo cual es otro motivo de felicitación para los responsables y para la nación entera, en la medida que vuelve a resolverse una cuestión que podía haber resultado trágica.
No exagero al decir que Guerrero estuvo al borde de otro Ayotzinapa, en la medida en que nadie hubiera podido detener otro asesinato masivo de los 25 secuestrados (16 de una boda y otros más maestros de escuela). Por fortuna, la decisión de las autoridades evitó esta barbarie y la gran mayoría de los “levantados” pudieron ser salvados sin tragedias mayores que lamentar, salvo, por supuesto, que en ese estado de la República y en muchos otros sigue presente, con una frecuencia absolutamente indeseable, el abominable crimen, el del secuestro con violencia final. Para el país, entonces, se ahorró otro Ayotzinapa y otro acto de barbarie sin nombre, a lo que estuvimos muy cercanos.
Por supuesto que este rescate fue bastante milagroso, y nos ofrece enseñanzas que ya sintetizábamos líneas arriba. Una investigación cuidadosa y honesta ofrece por necesidad buenos resultados, y ojalá el aprendizaje de este ejemplo sea general en el país. Agregando sin embargo que el rescate feliz de la gran mayoría de los secuestrados, ha de ser completado con la aprehensión y el encarcelamiento de los criminales, de suerte que la tarea de las autoridades del caso sea redonda y sin reparos de ninguna especie. Todos esperamos que la faena positiva se complete de esa manera.
En las notas periodísticas se habla de la intervención de alrededor de 500 personas, de la policía estatal, del Ejército Mexicano, de la Marina, del CISEN y tal vez de otras entidades de investigación nacionales y estatales. Tal parece que, en este caso,  esa cooperación entre entidades públicas se dio armónicamente, lo cual estimula a pensar positivamente en que la contribución eficaz entre diferentes entidades de los poderes públicos en México resulta necesaria para un feliz resultado También en este sentido parece que es recomendable el estímulo de tal colaboración, pensando que puede resultar una eficacia acrecentada. Parecería que también en este sentido pudiera ser ejemplar este rescate de los secuestrados de Arcelia, en Guerrero.
Ojalá que este hecho afortunado se transmita a otros estados de la República, y que tenga inicio una reconversión positiva de las prácticas tan negativas que en materia judicial han distinguido a México. Y que el hecho tenga inclusive resonancia internacional, ya que en este campo el desprestigio de México ha ido en aumento creciente, seguramente de manera muy merecida. No es demasiado y nadie puede cantar victoria, pero por algo se empieza, y ese “algo” pudiera ser el evento que comentamos.
Más allá de los partidos políticos, todo parece indicar que los funcionarios concretos a cargo de las tareas resultan fundamentales ya que, en su decisión y buen juicio, puede derivarse un desenlace favorable para todos y constructivo para la sociedad entera, precisamente por ejemplar y digno de seguirse. 
Todos esperamos que los próximos problemas delictivos y penales en el país sigan por esta vía de la aplicación estricta del derecho en México, y que arrojen un final feliz como en este caso de Arcelia, en Guerrero.

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