Constitución CDMX: Acta de defunción del DF: Alerta Máxima | DESFILADERO
Por: Jaime Avilés (@Desfiladero132)
27 de enero de 2016.– Miguel Ángel Mancera declaró la semana pasada (21 de enero):“Escucharemos todas las voces” que tengan algo que aportar a la Constitución de la Ciudad de México. Eso no sólo no es cierto: tampoco será posible. Ya no hay tiempo.
Mancera y Peña Nieto, respaldados por el PRI, el PAN, el PRD, el Verde y el Panal, acordaron un oscuro mecanismo para que los “diputados constituyentes” que sean electos en el ex DF, el próximo 5 de junio, se limiten a alzar la mano. Punto.
Estamos ante una amenaza gravísima. La nueva constitución ya está escrita: la redactaron Mancera y los abogados ladrones que hicieron el reglamento de tránsito. En segundo lugar, el texto será afinado por Peña y los partidos del Pacto por México, a la medida de los cachos de ciudad que quieran repartirse. En tercer lugar, la elección en sí misma merece un párrafo aparte. O dos, o tres. O el resto de este artículo. Veamos…
Las rebanadas del pastel
La Asamblea Constituyente tendrá 100 diputados. Enrique Peña Nieto designará a seis y Mancera a seis. El Senado (Emilio Gamboa Patrón) a 14 y la Cámara de Diputados (Manlio Fabio Beltrones) a 14. De tal suerte, sin despeinarse, desde ya, el Pacto contra México –el mismo que privatizó Pemex– aseguró el 40 por ciento de los votos.
Ahora bien, como se trata de una reforma constitucional (valga la redundancia), para que pueda ser aprobado, cada artículo deberá contar con el voto de 67 diputados (dos terceras partes de la asamblea), pero quienes nacimos y vivimos aquí, quienes vamos a padecer los abusos y atropellos que Mancera, Peña Nieto y socios ya acordaron de antemano, únicamente podremos elegir a 60.
Estos 60 diputados surgirán de las listas de candidatos postulados por todos los partidos –tanto los aliados al régimen, que son minoritarios en la capital– y desde luego por Morena, la fuerza política que ganó las elecciones de 2015. Tanto en 2006 como en 2016, los votos que obtuvo Andrés Manuel López Obrador en el DF sobrepasaron la cota del 60 por ciento, y dado que ésta es la ciudad más obradorista del país, serán mayoritamente morenistas los diputados no impuestos por dedazo.
¿Cuándo se dignará el regente a “escuchar todas las voces”? ¿Dónde establecerá su confesionario? ¿Cuántas horas dedicará a oírnos? ¿Asistirá a debates con expertos? La campaña electoral arranca a mediados de abril. La elección será en junio. Todavía no se sabe cuándo empezarán a “legislar” los constituyentes, pero deberán terminar en enero, para que Venustiano Mancera y Enrique Carranza la promulguen el 5 de febrero, día en que cumplirá 100 años la Constitución de 1917.
Si los diputados trabajarán no más cinco o seis meses, a razón de dos sesiones (martes y jueves) por semana, ocho sesiones al mes, 40 sesiones en números redondos, ¿cuántas horas dedicarán a “discutir” cada artículo? Si Mancera envía un proyecto de 100 artículos, ¿cuántos despacharán por sesión? Eso no les importa a los responsables de esta maniobra que acarreará, para millones de chilangos, consecuencias terribles.
¿Recuerdan el Corredor Shopultepec, que aspiraba a privatizar la avenida Chapultepec y afectar el patrimonio de los habitantes de las colonias Roma, Condesa y Juárez? El atraco fue rechazado mediante la organización y la resistencia de los vecinos. Sin embargo, la constitución que se nos avecina bien puede garantizar –por facultades otorgadas al jefe de gobierno– que este tipo de obras se lleven a cabo por decreto.
Mancera nos apantallará con un conjunto de propuestas decorativas –que le legalice el aborto (legalizado ya), que se permitan los matrimonios entre personas del mismo género (permitidos ya), que se respete la voluntad de los enfermos terminales (ya se respeta), que la mariguana (etcétera)–, propuestas buena onda, progresistas, feminazis, ecologistas, veganas, lo más avanzado en el mundo de la gente joven y políticamente correcta, pero ¿qué ocultará el régimen detrás de esos telones de teatro?
Por ejemplo, 11 megaproyectos urbanos como el Corredor Shopultepec, que Mancera y el cartel inmobiliario contrató, firmó y compró por anticipado. Y los piratas de Simón Levy sólo están esperando que la inminente constitución capitalina les permita lanzarse al abordaje. ¿Cuántas horas, minutos y segundos se tomarán los 40 diputados del régimen y los 27 paleros que eventualmente alquilen, para aprobar la privatización del agua?
¿En cuántas sesiones maratónicas no aprobarán nada y luego saldrán con que unos constituyentes semidormidos, a las cuatro de la mañana de antenoche, votaron a favor de los que derechos universales –como la pensión para adultos, las becas a madres solteras, los desayunos escolares, los útiles que les entregan con descuento a los niños– dejen de ser universales, para que beneficien a determinados sectores de población, a los cuales los partidos convertirán en clientes, tal como suelen el PRI y el PRD, que lucran con la miseria de los que venden su voto por 500 pesos.
Debemos darnos cuenta del tamaño de la trampa en la que podemos caer y ser engullidos si no reaccionamos desde ya –por ejemplo, difundiendo esta llamada de alerta–, si no nos preparamos para iniciar, tocando a las puertas de nuestros vecinos, un proceso de organización que nos permita evitar, que encima de todo usen la maquinaria del Estado para consumar un mega fraude electoral. Ah, porque, si no nos faltaran calamidades, el proceso correrá a cargo del INE, uno de los sindicatos del crimen más dañinos que hay en México.
Si en 2006 y 2012 obtuvimos con AMLO una votación de 65 por ciento, ¿quién dice que dadas las dimensiones del problema no igualaremos las cifras, quién dice esta vez no seremos capaces de convencer para que voten por Morena, por la ciudad que merece ser respetada y defendida, incluso, Denise Dresser o el cantante de Café Tacuba?
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