Gabriela Rodríguez
C
omo parte de la Asamblea Constituyente de esta ciudad, hay quienes nunca habíamos compartido los pasillos de un recinto legislativo, pero eso de cruzarse diariamente con políticos de larga y corta data, y de tratar de llegar a acuerdos para una tarea tan noble como escribir una Constitución, me provoca sentimientos muy encontrados. Del entusiasmo al creer que uno puede incidir en la construcción de un marco legal que transforme las instituciones y mitigue las desigualdades sociales tan lacerantes, paso a la desilusión de encontrarme con que a muchos políticos lo último que les interesa es en qué beneficia a la gente una Constitución y cuál debería ser su contenido. O están ahí para conseguir entrada al lujoso casino de los partidos oficialistas o bien, quieren seguir ganando las más altas posiciones de poder, algunos apuestan con cartas marcadas, otros ocultan ases bajo la manga, pero la falta de pasión a la hora de defender los derechos, desnuda una gran indiferencia a los temas.
Y en medio de tahúres, yo sigo preocupada por las dos edecanes que nos atienden, lo cual tiene absolutamente sin cuidado a los políticos. Recordarán que he venido dándole voz a las dos compañeras, víctimas de hostigamiento laboral y sexual, que son parte de los servicios que ofrece el Senado de la República a la Asamblea Constituyente. En la pasada sesión del pleno, que coincidió con el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, aproveché para informar en tribuna que en el Senado nadie ha movido un dedo para apoyarlas; ese mismo día hablé directamente con dos senadoras que son también diputadas constituyentes: Dolores Padierna, del PRD, y Lisbeth Hernández Lecona, del PRI. Según me informan las edecanes, hasta el día de hoy, ninguna de las senadoras les ha llamado, desconozco si por temor a represalias, porque pueda afectar a su fracción parlamentaria, o si hay miedo ante un agresor que tal vez es peligroso. El hecho es que las dos compañeras edecanes ya están muy atemorizadas, han denunciado ante la contraloría del Senado, donde les pidieron silenciar lo del hostigamiento
sexual, pero ante su queja por hostigamiento
laboralsólo les dan largas, ahora están pensando en retirarse del empleo, sería muy injusto que perdieran antigüedad y una fuente de ingresos que ellas valoran.
Si en el propio recinto de la Asamblea Constituyente se reproduce la impunidad ¿En qué medida una nueva Constitución podrá lograr que los derechos humanos que estamos suscribiendo no se violenten en la ciudad? En la misma tribuna señalé la violencia de género contra nuestra diputada federal Araceli Damián, por parte de Luis Enrique Miranda, actual Secretario de Desarrollo Social, quien ante los cuestionamientos sobre las cifras de pobreza alimentaria en el país, contestó que para entender a la diputada tendría que estudiar siquiatría. Tildar de loca a una mujer cuando tienen la razón, es una de las más cobardes formas a la que un macho puede recurrir.
Está más loca que una cabra–nos cuenta Elena Poniatowska–, es una frase que muy utilizada contra grandes mujeres que marcaron el camino a nuestras libertades: Frida Kahlo, María Izquierdo, Elena Garro, Rosario Castellanos…. la propia Elena Poniatowska.
Son muchos los temas que se están discutiendo en la Asamblea Constituyente, en particular me entusiasma la defensa del derecho a un ingreso ciudadano universal, el cual genera mucho escozor a diputados del PAN y del PRI, se trata de una renta mensual equivalente a la mitad del salario mínimo al que tendría acceso toda la población, forma parte del proyecto y fue defendido recientemente por la diputada de Morena Clara Brugada y por Clara Jusidman del grupo constitucionalista. Claras como son ambas, explicaron que serviría para combatir la pobreza extrema y la mala distribución de la riqueza. Como invitada experta, la propia Araceli Damián argumentó con cifras la posibilidad real de aplicarlo en la Ciudad de México, se trata del derecho al mínimo vital para que la persona pueda llevar una vida libre del temor y de las cargas de la miseria, para evitar que la persona se vea reducida en su dignidad por no contar con las condiciones materiales que le permitan llevar una existencia digna. Otro tema que ha generado gran preocupación es el gravamen a la plusvalía. Efectivamente, el proyecto del jefe de Gobierno contempla en el apartado C del artículo 21, un numeral que señala que
los incrementos al valor del suelo derivados del proceso de urbanización, se consideran parte de la riqueza pública de la ciudad. Ya nos estaban reclamando a los de Morena, así que fue necesario aclarar que tal como precisa el texto original estamos en desacuerdo, toda vez que puede afectar la inversión en propiedad privada de gente de la clase trabajadora y de la clase media que vive en zonas que se están urbanizando. Menos mal que ya se desechó por ser un pacto fiscal que no toma en cuenta a la ciudadanía, porque ya existen mecanismos de gravamen al respecto y porque lo que se requiere es garantizar que el excedente social (de predial, plusvalía) no afecte el espacio público, que el bien común esté por encima de la ganancia privada y que se eviten beneficios excesivos a los macro proyectos.
En fin, ahí seguimos con mucha pasión sobre todo por contar con un equipo muy sólido de 22 constituyentes, y con un grupo de asesores y asesoras que han mostrado una calidad humana que nada tiene que ver con los políticos que circulan alrededor. Sí, somos unos soñadores e ingenuos, admito, porque nuestra apuesta en este casino perverso es ¡por un juego limpio!
Twitter: @Gabrielarodr108
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