Maíz: importación galopante
En 23 años, 18 mil 400% más
TLCAN y Mundial de futbol
Carlos Fernández-Vega
M
ás de la mitad de la mucha o poca comida que los mexicanos llevan a sus mesas es importada (también buena parte del alimento para ganado), fundamentalmente de Estados Unidos. Y como el salvaje de Donald Trump está empeñado en
joder a México–algo en lo que, dicho sea de paso, EPN va muy adelantado– entre sus objetivos está echar a nuestro país del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y con ello pegarle en uno de los flancos más sensibles: la creciente dependencia alimentaria.
Ante tal situación, el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo (el mismo que en enero pasado juraba que en materia de TLCAN
México no dará un paso atrás), anunció que el gobierno peñanietista
podría abrir cupos para importar maíz argentino o brasileño sin aranceles; si yo tengo algún problema en la negociación con América del Norte (...) tengo el derecho de establecer cuotas con arancel cero si me veo en la necesidad de hacerlo.
Se dice fácil, pero ni lejanamente lo es. Un análisis del Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y la Soberanía Alimentaria de la Cámara de Diputados aporta elementos terroríficos: en 1992-1993 México era el cuarto principal destino de las exportaciones estadunidenses de maíz. Para 2015-2016 ya era el más importante comprador del grano producido en aquel país, y a estas alturas importa 34 por ciento de los 35 millones de toneladas que el vecino del norte exporta a la comunidad de naciones.
De acuerdo con el citado centro de estudios, en 1992-1993, antes de la entrada en vigor del TLCAN, México compró maíz a Estados Unidos por un total de 13 millones de dólares (uno por ciento del total exportado por ese país); para 2016 ese monto se había incrementado a 2 mil 400 millones, lo que representó 35 por ciento del total exportado por los vecinos del norte, lo que significa un incremento en el periodo cercano a 18 mil 400 por ciento.
De igual forma, en 1991-1993 México importó 121 mil toneladas de maíz estadunidense (0.9 por ciento del total exportado por el vecino del norte) y para 2016 la importación superó 12 millones de toneladas (35 por ciento de dicho total), aumento en el periodo cercano a 9 mil 900 por ciento.
Las crecientes cantidades adquiridas de maíz amarillo han contribuido a que México sea uno de los principales importadores mundiales de maíz, únicamente superado por Japón, detalla el centro de estudios, sin olvidar que cancelar tales importaciones sería un golpe directo a los propios productores de Estados Unidos.
Y como bien lo explica el Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y la Soberanía Alimentaria
en el marco del TLCAN se estableció un cupo de 2.5 millones de toneladas, que se incrementó gradualmente, para importar maíz, principalmente amarillo, procedente de Estados Unidos. La tarifa programada para las cantidades que excedían la cuota se redujo paulatinamente hasta su eliminación en 2008, año desde el cual se puede importar ilimitadamente maíz originario de ese destino. Sin embargo, recurrentemente las importaciones libres de arancel excedieron el cupo, debido a las necesidades de consumo en nuestro paísy, desde luego, a la precaria producción nacional.
Con el TLCAN, que entró en vigor el primero de enero de 1994, el comercio agroalimentario entre Estados Unidos y México ha crecido significativamente. De acuerdo con el citado centro de estudios,
aproximadamente 77 por ciento de nuestras exportaciones primarias tienen como destino a nuestro vecino del norte, a quien le compramos 14 por ciento de sus exportaciones. Somos el tercer destino más importante de las exportaciones agroalimentarias de Estados Unidos, después de Canadá y China.
El citado centro de estudios advierte que
sin el TLCAN y un tratado bilateral, la relación comercial entre México y Estados Unidos sería normada por los acuerdos multilaterales suscritos en el marco de la Organización Mundial de Comercio, lo que implicaría erosionar las ventajas que se tienen actualmente para exportar hacia el norte.
Si México pierde parte de la participación en el mercado estadunidense,
tendría que buscar alternativas para los productos agroalimentarios nacionales, tales como China, India, la Unión Europea y Japón, entre otros, lo que puede generar nuevas oportunidades para México, ante el nuevo entorno comercial. Sin embargo, el negociar nuevos acuerdos comerciales o actualizar los existentes podría tomar varios años, por lo cual sería importante trabajar apresuradamente con esa finalidad. La demanda interna podría ser incentivada también con el propósito de compensar el que pudiéramos perder parte del mercado de esa nación.
Por lo que toca al maíz, otro análisis de la propia Cámara de Diputados revela que México es importador neto
desde finales de la década de los 80, y a partir de entonces las compras en el exterior han observado una tendencia creciente, y particularmente la originaria de Estados Unidos. El TLCAN estableció
cuposde importación (hasta el primero de enero de 2008, cuando quedó totalmente
liberadoel mercado agropecuario), pero el gobierno mexicano fue el primero en violarlos, y constantemente, con el agradecimiento de los productores estadunidenses.
En tal sentido, dicho análisis detalla que
debido a que no se cumplieron las metas internas de producción establecidas desde la entrada en vigor del TLCAN, casi en todos los años posteriores al tratado las importaciones de maíz originarias de Estados Unidos rebasaron la cuota establecida para cada año en cuestión. De 1994 a 2006 se registró un sobrecupo de importación superior a 20 millones de toneladas; por él, Estados Unidos debió haber pagado aranceles cuota por 3 mil 354 millones de dólares, los cuales, desde luego, no cubrió.
Entonces, sin olvidar que México es importador neto de alimentos, no resulta tan sencillo como lo plantea Guajardo, quien parece que aún cree en el
cuerno de la abundancia.
Las rebanadas del pastel
De plano nada perdonan, porque hasta en el terreno deportivo puntualmente repiten la
democrática fórmuladel TLCAN, pues de resultar vencedora la candidatura
tripartitapara sede del Mundial 2026, de los 80 partidos futboleros a celebrar en Estados Unidos se jugarían 60 (incluyendo todos los de cuartos de final, semifinal y final), en Canadá 10 y en México 10, de tal suerte que el
reparto equitativoquedaría: 75 por ciento para los gringos, 12.5 por ciento para los de la hoja de arce y una proporción igual para los mexicas. Entonces, ¿así o más equilibrado?
Twitter: @cafevega
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