Economía congelada
Perspectiva
débil
Frágil y dependiente
Carlos Fernández-Vega
L
a buena noticia es que por primera vez en dos años el Fondo Monetario Internacional (FMI) decidió aumentar ligeramente la expectativa mundial de crecimiento económico durante 2017 (de 3.4 a 3.5 por ciento); la mala, que México no está incluido en sus planes y mantiene su previsión de enero pasado (1.7 por ciento), aunque ésta resulta 0.6 puntos porcentuales inferior a la de octubre de 2016, que de por sí era reducida.
De cumplirse la nueva estimación del organismo financiero internacional –del que el gobierno mexicano ha sido fiel servidor y puntual cumplidor de sus programas draconianos– el sexenio peñanietista brillará, sí, pero, amén de la corrupción, por la falta de crecimiento económico y, desde luego, desarrollo, pues registraría la misma tasa anual promedio que en la llamada
década perdidade los años 80; es decir, 1.9 por ciento. Un
mensaje firme y contundente, como diría el inquilino de Los Pinos.
El FMI no deja lugar a dudas (ayer divulgó su análisis Perspectivas de la economía mundial), aunque sólo confirma lo que ha sucedido desde el arranque mismo del sexenio que prometió
un futuro promisorio, entre tantas otras cosas:
las perspectivas de México, una de las economías más grandes de la región, se han debilitado. Lástima que para este caso la detención de Javier Duarte no sirva a los planes peñanietistas.
Para México, detalla el organismo financiero internacional, “se prevé que el crecimiento económico se moderará a 1.7 por ciento en 2017 y 2 por ciento en 2018. La corrección a la baja –un total de 1.2 puntos porcentuales en el curso de dos años– se debe al empañamiento de las perspectivas de inversión y consumo de cara a condiciones financieras menos halagüeñas y más incertidumbre en torno a las relaciones comerciales con Estados Unidos. Estos factores compensan holgadamente el impacto positivo de la mejora de las perspectivas de Estados Unidos y la depreciación de la moneda. Las reformas estructurales que se continuarán aplicando en el ámbito de la energía, el mercado laboral, la competencia, las telecomunicaciones y el sector financiero estimularán previsiblemente el crecimiento alrededor de medio punto porcentual a mediano plazo”.
¿Recuerdan que tras el megagasolinazo de enero el gobierno de EPN aseguró que tan draconiana decisión ni de lejos sería inflacionaria, por lo que pedía a los consumidores
no asustarse? Pues bien, el FMI sí se asustó y advierte que en México
se espera un repunte de la inflación en 2017, mayormente como resultado de la liberalización de los precios de la gasolina, así como la depreciación significativa del peso frente al dólar.
El efecto Trump y la posibilidad de que nuestro país sea echado del TLCAN no quedan fuera del análisis del organismo financiero internacional: “las repercusiones negativas del proteccionismo podrían ser aún mayores si la alteración de los vínculos económicos internacionales se traduce en un descenso más generalizado de la cooperación transfronteriza. A medida que aumenta la dificultad de encontrar soluciones coordinadas a los retos multilaterales, la mayor percepción de ineficacia de las políticas podría amplificar los costos de los shocks negativos sobre el producto interno bruto”.
Tales factores adversos
podrían verse ampliados si las negociaciones de nuevos acuerdos comerciales se prolongan y contribuyen a un aumento de la incertidumbre. Un buen ejemplo es el caso de México, donde las condiciones de los mercados financieros se han endurecido considerablemente por el temor a que Estados Unidos adopte políticas más proteccionistas. En vía de mientras, el
aprendizVidegaray dice que todo marcha bien.
En su reporte sobre el panorama global el FMI asegura que
la aceleración que esperábamos desde hace un tiempo parece estar tomando cuerpo: de hecho, se elevan las proyecciones de crecimiento mundial para 2017 a 3.5 por ciento, frente a 3.4 de la última previsión, en enero pasado. Nuestro pronóstico para 2018 se mantiene en 3.6 por ciento. Ambas mejoras pronosticadas para 2017 y 2018 son generalizadas, aunque el crecimiento sigue siendo débil en muchas economías avanzadas y los exportadores de materias primas continúan sufriendo dificultades.
Sin embargo, anota,
la corrección al alza de nuestro pronóstico para 2017 sigue siendo pequeña y las tasas de crecimiento potencial a más largo plazo se mantienen por debajo de las registradas en las pasadas décadas a nivel mundial, y especialmente en las economías avanzadas. Además, aunque existe la posibilidad de que el crecimiento supere las expectativas a corto plazo, hay significativos riesgos a la baja que continúan opacando las perspectivas a mediano plazo y que, de hecho, pueden haberse intensificado desde nuestras últimas previsiones. La incipiente recuperación aún es vulnerable a la variedad de riesgos a la baja.
Uno de ellos, de forma destacable,
es un giro hacia el proteccionismo que haga estallar una guerra comercial. Especialmente en el caso de las economías avanzadas, se observan varios factores que han generado respaldo a favor de marcos de política de suma cero, capaces de socavar las relaciones comerciales internacionales y, a nivel más general, la cooperación multilateral; entre estos factores, cabe mencionar el menor crecimiento desde la recuperación de 2010-2011 que siguió a la crisis financiera internacional, incluso con desaceleración del crecimiento de los ingresos medianos, y los trastornos estructurales de los mercados de trabajo.
Para el FMI
la economía mundial parece estar cobrando ímpetu y podríamos estar en un punto de inflexión. Pero aun si el contexto económico es prometedor, el sistema de relaciones económicas internacionales que nació después de la Segunda Guerra Mundial se encuentra sometido a graves tensiones, a pesar de los beneficios globales que ha generado, precisamente porque el crecimiento y los ajustes económicos resultantes muy a menudo crearon desigualdad en términos de recompensas y costos dentro de los países. La política económica debe atacar estas disparidades de frente para garantizar la estabilidad de un sistema comercial abierto y concertado que beneficie a todos.
Las rebanadas del pastel
Con eso de que en México nunca se ha respetado la ley de gravedad, el tipo de cambio peso-dólar cerró ayer en 18.90 por uno (apenas 46.5 por ciento más que al inicio del sexenio), pero los precios de los productos –con los de importación a la cabeza, que son muchísimos, y contando– se mantienen como si dicha paridad rebasara las 22 unidades… Tras la aprehensión de Tomás Yarrington y Javier Duarte, los incautos preguntan: ¿y Emilio Lozoya, apá?
Twitter: @cafevega
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