sábado, 4 de diciembre de 2010

México SA


Por peteneras, vía Twitter

¿Y la explicación, apá?

Lo sabían, y lo confirman

Carlos Fernández-Vega

Primero muerto –en el sentido figurado, desde luego– que ofrecer una explicación seria y detallada a quienes está obligado a darla, es decir, a los mexicanos. A la divulgación de informes confidenciales de diplomáticos estadunidenses sobre el caso México, el inquilino de Los Pinos graciosamente se fue por peteneras, y se limitó a condenar al mensajero, por ilegal”, sin mención alguna al mensaje y a sus emisores.

Con una simple “condena categórica a la revelación ilegal de documentos que se atribuyen a la diplomacia estadunidense” –divulgado por Twitter, y no, como acostumbra, por medio de su voluminoso aparato propagandístico–, Felipe Calderón se lavó las manos y dio por “resuelto” el entuerto, sin aclarar, ni intentar hacerlo, uno solo de los muchos y delicados señalamientos (que para el caso del Ejército mexicano huele a acusación) que sobre la realidad mexicana hacen los diplomáticos estadunidenses, con Carlos Pascual a la cabeza, en sus despachos al Departamento de Estado.

En tales despachos, los diplomáticos estadunidenses, entre otras cosas, reportan los resultados reales de la denominada guerra del gobierno mexicano en contra del crimen organizado, resaltan la verdadera preocupación (en privado) de funcionarios mexicanos ante la carencia de resultados “tangibles”, dudan de la eficacia del aparato militar, subrayan la proclividad de éste a declarar el estado de excepción en algunas zonas del territorio nacional, declaran al “angustiado” gobierno mexicano como altamente dependiente del soporte gringo, revelan “pérdida de ciertas regiones” de la geografía nacional, abiertamente reconocen la corrupción, incapacidad y rivalidad existente en las fuerzas de seguridad del Estado mexicano, y de plano desconfían del inquilino de Los Pinos.

A todo ello, que no es cualquier cosa, el inquilino de Los Pinos limitóse a divulgar el telegrama citado líneas arriba. Hasta allí llegó, mientras la Secretaría de Relaciones Exteriores y el secretario técnico del Consejo de Seguridad Nacional, Alejandro Poiré, hicieron lo propio: culpar al mensajero, sin referirse al mensaje y a sus emisores, y, desde luego, sin aclarar absolutamente ninguno de los espinosos señalamientos de los diplomáticos estadunidenses. De hecho, quien obligadamente tendría que haber salido a dar una explicación, el general Galván, se mantuvo muy alejado de los micrófonos. Eso sí, aunque el caso se destapó meses atrás, para tapar el escándalo de los informes diplomáticos ayer sus huestes capturaron a El Ponchis, el joven sicario que presuntamente trabaja para del cártel del Pacífico Sur

En su comunicado, ¿qué aclaró la Secretaría de Relaciones Exteriores? Veamos: “por su propia naturaleza, estas comunicaciones son reservadas y forman parte del proceso de la política exterior y de la práctica diplomática de los países. El conjunto de documentos filtrados y especialmente sus contenidos son parciales e inexactos, y reflejan una selección y una visión cuyos criterios se desconocen. Los documentos filtrados responden a eventos o momentos puntuales con narrativas sin contexto, lo cual impide valorarlos adecuadamente y ponderar su importancia relativa. Algunos de los informes que se han dado a conocer incluyen un énfasis subjetivo por parte de quien los elabora en lo que considera que es del interés de sus superiores y, en algunos casos, para exaltar de manera fundada o no sus propios méritos. Se reflejan en ellos algunas prácticas deplorables desde la perspectiva del respeto que debe imperar entre naciones que colaboran en torno a objetivos comunes. El gobierno de México considera que para la mayoría de los países del mundo, estas filtraciones son un reto serio a la conducción constructiva y armoniosa de las actividades diplomáticas y de las relaciones internacionales en su conjunto”.

Alejandro Poiré se limitó a repetir el estribillo de la SRE. Responsabilizó a Wikileaks, no a los diplomáticos gringos, y a los calificativos de documentos “parciales e inexactos”, sólo agregó el de “descontextualizados”. ¿Cómo sabe el vocero que los documentos de la embajada estadunidense en México contienen versiones “parciales, inexactas y descontextualizadas”? Al afirmar eso, al igual que la Secretaría de Relaciones Exteriores (y lo hacen en nombre del gobierno mexicano), ¿quiere decir que conoce los documentos filtrados, los textos íntegros, cuántos son, qué contienen exactamente, quiénes los firman y en qué contexto dicen lo que dicen? De ser así, porque esa sería la única forma de sostener en público lo dicho por el vocero, ¿por qué no lo denunció a tiempo?

Pero más allá de eso, y en cualquiera de los casos, el gobierno mexicano, comenzando por el inquilino de Los Pinos, está obligado a aclarar los señalamientos y, quiérase o no, las acusaciones que hacen los diplomáticos que despachan en la embajada estadunidense en México, porque con un Twitter, un comunicado y una endeble conferencia de prensa, ¿realmente creen que algún mexicano quedó satisfecho con la “explicación”? Dudoso.

En el colmo, la secretaria Patricia Espinosa salió a decir que “el gobierno mexicano conocía ya que se difundirían estas filtraciones ilegales, y fueron advertidos para que no hubieran mayores consecuencias... Insistió en el carácter ilegal de los cables difundidos que se intercambiaron entre la embajada de Estados Unidos y su gobierno en Washington, por lo que categóricamente rechazó emitir una opinión o hablar sobre el contenido de los mismos… Estamos en contacto con el gobierno de Estados Unidos, que advirtió con tiempo que vendría esta situación” (El Universal). Según ella, el gobierno mexicano sabía que el vecino del norte lo consideraba un pendejo, pero como ahora el calificativo se hace público mediante “filtraciones ilegales”, entonces hay calma y reconocimiento: es pendejo, sí, pero “parcial, inexacto y descontextualizado”.

El que siempre está feliz, como Calderón, es el secretario de Hacienda, Ernesto Cordero. Sobre este mismo tema comentó: “hay que ser muy responsable. Ya vimos lo que piensan de nosotros Estados Unidos, ahora falta ver lo que nosotros pensamos de ellos”. Entonces, qué mejor ocasión que la presente para que este simpático personaje de la accidentada política nacional haga público qué piensa el gobierno mexicano de su contraparte gringa.

Las rebanadas del pastel

No os confundáis: la fábrica de sueños no se vende; sólo se alquila e intercambia favores.

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