lunes, 24 de enero de 2011

El caminar de un teólogo hacia la liberación de los más los necesitados



Defensor incansable de pueblos indígenas, medió en el conflicto entre el EZLN y gobierno federal.
La Jornada en línea
Publicado: 24/01/2011 11:07

México, DF. Este día 24 de enero de 2011, a las 10 horas, Monseñor Samuel Ruiz García, obispo emérito de San Cristóbal de Las Casas, terminó su peregrinación al fallecer hoy.

Murió en la ciudad de México, donde estaba internado durante las dos últimas semanas, debido a deficiencias pulmonares y renales, problemas en las coronarias y en las carótidas, y una prolongada diabetes.

Sus restos serán trasladados hoy mismo a la Catedral de San Cristóbal de las Casas, donde, a partir de las 19 horas, serán expuestos a la oración de los fieles y a la despedida de las comunidades.

Será sepultado en esta Catedral, el miércoles 26 de enero, iniciando el sepelio con la misa exequial en la Plaza Catedral, a las 12 horas.

Nació el 3 de Noviembre de 1924, en Irapuato, Guanajuato. Sus estudios los hizo en el Seminario de León. Fue enviado a Roma para estudios especializados en Sagrada Escritura, en la Pontificia Universidad Gregoriana y en el Instituto Bíblico, obteniendo el Doctorado.

De 1952 a 1959, fue profesor, prefecto de estudios y rector del Seminario de León.

Fue nombrado Obispo de Chiapas el 14 de Noviembre de 1959 por el Papa Juan XXIII, y consagrado en la Catedral de San Cristóbal de Las Casas el 25 de Enero de 1960, siendo el Obispo número XXXV de esta diócesis.

Ha recibido distintos reconocimientos, distinciones, premios y medallas en diferentes partes del mundo.

Participó en las cuatro Sesiones del Concilio Vaticano II, de 1962 a 1965.

De 1965 a 1973 presidió, en la Conferencia Episcopal de México, la Comisión para Indígenas, infundiendo un espíritu renovador a la pastoral indígena.

En 1968 participó en la II Conferencia del Episcopado Latinoamericano, en Medellín, Colombia, como ponente y fue elegido presidente del Departamento de Misiones en el CELAM, al que competía la pastoral indígena.

En 1970 convocó y presidió el Encuentro de “Xicotepec”, que dio un giro a la pastoral indígena: Ya no debe ser una pastoral indigenista, en la que los indígenas son sólo objetos o destinatarios de la evangelización y de la pastoral, sino que ellos crezcan y sean sujetos en la Iglesia y en la sociedad.

En 1974, el gobierno estatal le confió la realización del Congreso Indígena, en que las diferentes etnias de Chiapas dieron su palabra y demandaron sus derechos.

En 1975 convocó la primera de las Asambleas Diocesanas, que se han venido desarrollando sin interrupción hasta la fecha.

En 1975 inició la promoción del Diaconado Permanente, sobre todo entre los indígenas, como una forma de que la Iglesia se encarne y crezca en estas culturas. Al término de su servicio en mayo de 2000, había 341 diáconos permanentes.

Desde 1982 hasta 1995, impulsó la atención a los refugiados que habían huido de Guatemala, por la guerra en ese país.

En 1993, publicó su Carta Pastoral: “En esta hora de gracia”, en que advertía la gravedad de las injusticias contra los indígenas.

De 1994 a 1998 sirvió como Mediador en el conflicto entre el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y el gobierno federal, fundando la Comisión Nacional de Intermediación (CONAI) en octubre de 1994. El 16 de febrero de 1995, participó en la firma de los “Acuerdos de San Andrés”.

El 20 de julio de 1994, convocó el III Sínodo Diocesano, que se inició en forma solemne el 25 de enero de 1995, y se clausuró el 3 de noviembre de 1999, día en que cumplió 75 años de edad. En esa fecha, fiel a lo prescrito por el Concilio Vaticano II, firmó su renuncia a la Diócesis, que le fue aceptada hasta el 30 de marzo de 2000. Desde este día al 1 de mayo de 2000, fungió como administrador Diocesano, hasta la llegada de su sucesor.

En el año 2000 fue distinguido con el Premio Simón Bolívar de la Unesco por su especial compromiso personal y su papel mediador, contribuyendo así a la paz y al respeto de la dignidad de las minorías.

El 2001 recibió el Premio Internacional de Derechos Humanos de Núremberg, por su infatigable defensa de los derechos humanos de los pueblos indígenas de Chiapas, durante más de dos décadas.

Recibió el doctorado Honoris Causa por la Universidad Iberoamericana.

En abril de 2008 es nombrado por el EPR mediador junto con otros intelectuales mexicanos ante el gobierno federal.

Decidió como residencia posterior, para respetar la labor pastoral de su sucesor, la ciudad de Querétaro, donde permaneció hasta el final. Desde aquí, siguió sirviendo a los indígenas y la causa de los pobres, en cualquier lugar y circunstancia que requiriera su presencia.

Su lema episcopal fue: Edificar y Plantar. Y aludiendo a su lema, así terminó su homilía el 25 de enero de 2010, en sus bodas de oro episcopales, en la Plaza Catedral: “Damos infinitas gracias al Señor, Trino y Uno, por habernos hecho hijos suyos y por habernos llamado como pastor de su Iglesia para edificar y plantar su reino de justicia, de amor y de paz”.

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