¿Contundente recuperación?
BM desmiente a Los Pinos
Perspectivas “no alentadoras”
Carlos Fernández-Vega
BM desmiente a Los Pinos
Perspectivas “no alentadoras”
Carlos Fernández-Vega
¿Por qué será que el discurso calderonista no pega ni siquiera entre su círculo de amigos y en el circuito de instituciones internacionales? Por ejemplo, el micrófono oficial cotidiana y machaconamente promueve aquello de que “está en marcha –franca, sólida y contundente– la recuperación económica” del país, y que muestra de ello es que 2011 será un año de tasas sólidas de crecimiento”, no obstante que en este renglón la propia estimación gubernamental resulta 25 por ciento menor a la de 2010.
Algo está descuadrado, porque la realidad es tan drástica que aquello de “echa discursos que algo queda” no funciona en el caso del inquilino de Los Pinos ni en el de su círculo de jilgueros. Por ejemplo, en días pasados el secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, pregonó que “2010 fue un buen año y se empieza a traducir en el bolsillo de las familias… Hemos logrado balancear el crecimiento del país y cada vez dependemos menos del sector externo, de la economía de Estados Unidos”
Pues bien, de entrada el “buen año” que fue 2010 no alcanzó para tapar el pavoroso desplome de 2009, y eso de que la supuesta mejoría “empieza a traducirse en los bolsillos de las familias” en realidad equivale a que el feroz incremento de precios que se registra, especialmente en alimentos, está destrozando los de por sí agujereados bolsillos de los mexicanos. Olvidan los del micrófono oficial que los habitantes de este país están acostumbrados a leer y a escuchar los mensajes en riguroso sentido contrario. Si un funcionario dice que vamos de maravilla, en los hechos quiere decir que al país ya se lo cargó el payaso.
Sirva lo anterior para medir el positivo efecto del discurso calderonista sobre lo bien que hace las cosas y los maravillosos resultados de papel y de saliva que inundan –mediante jugosos contratos publicitarios– las pantallas de la tele y demás medios de comunicación. Para ilustrar el caso, vale mencionar lo dicho por el secretario general de la OCDE, José Ángel Gurría, quien apenas un par de días atrás y luego de escuchar el juicioso balance que hizo Ernesto Cordero, advirtió que “la recuperación económica en México y en el mundo entero es todavía muy frágil, es incipiente y aún hay riesgos, porque las instituciones financieras siguen con algunos sustos”. Nada que ver el discurso calderonista con el balance y la perspectiva de la OCDE, en voz de Gurría, sobre la realidad mexicana.
Pero no sólo eso: “en 2011 se estima que el crecimiento mexicano se moderará por la desaceleración de la recuperación económica en Estados Unidos, por ello se ubicará en 3.5 por ciento (un pronóstico inferior al del gobierno calderonista de 4 por ciento)… A pesar de la recuperación económica que experimentó México en 2010, el país mantiene un mercado interno débil y altas tasas de desempleo. En 2010 el PIB creció 5 por ciento, lo cual es un repunte bienvenido, pero no debe olvidarse que viene de una caída muy profunda, cercana a 7 por ciento en 2009… La tasa de desempleo sigue siendo alta, cercana a 5.5 por ciento, y se percibe un deterioro en las condiciones de empleo. El mercado interno sigue siendo débil, pues su nivel de productividad sigue siendo el más bajo de la OCDE y su competitividad se ha erosionado en los últimos años, cayendo por debajo de muchas economías emergentes. Las perspectivas no son mucho más alentadoras a mediano plazo. Más bien prevemos un crecimiento promedio mediocre en los países de la OCDE, con pocas excepciones”.
Lo anterior no afloja la campaña triunfalista del calderonato. Mantiene su dicho sobre la “contundencia de la recuperación” y el 2011 con “tasas sólidas de crecimiento”. Tal vez por ello brincó a la palestra otro amigo e impulsor de la política económica de los últimos cinco inquilinos de Los Pinos, el Banco Mundial, para el cual la realidad no corresponde con lo divulgado por el micrófono oficial. Advierte el organismo financiero: “México es uno de los pocos países en Latinoamérica en no haberse recuperado completamente de la crisis en 2010, y con las brechas del producto de Estados Unidos desarrollándose lentamente, se prevé que el crecimiento mexicano permanecerá relativamente débil y debajo de su potencial”. Nada que ver con lo pregonado por la dupla Calderón-Cordero.
En línea con la advertencia de la OCDE, el Banco Mundial subraya que la demanda interna mexicana “no se espera sea lo suficientemente fuerte para impulsar el dinamismo interno (que estimule el crecimiento), que refleja las debilidades estructurales locales”. La rápida expansión de la población en edad laboral no fortaleció la demanda interna, porque el impacto potencial ha sido “silenciado por las débiles perspectivas de empleo en México y en Estados Unidos”. Por si fuera poco, en materia de comercio exterior (exportaciones e importaciones), “sector que se recuperó rápidamente en 2010, desde la muy deprimida base de 2009, se prevé una nueva desaceleración por los efectos globales (en particular de Estados Unidos), porque el crecimiento se desacelera y se disipan los efectos de recuperación… Países como México, con sus profundos vínculos reales y financieros con la economía de Estados Unidos, sigue siendo particularmente vulnerable a la más débil previsión económica” del vecino del norte.
Con base en lo anterior, el Banco Mundial divulgó su pronóstico de crecimiento para 2011 y 2012 (que no es “franco, sólido” y mucho menos “contundente”, como presume el inquilino de Los Pinos y su secretario de Hacienda): 3.6 y 3.8 por ciento, en el mejor de los casos, algo por demás alejado del 6 por ciento que mínima y sostenidamente requiere el país para salir del hoyo. Con estas estimaciones, el organismo financiero internacional redondea lo que podría ser el logro de seis años de calderonato en materia económica: una tasa anual promedio de “crecimiento” de 1.7 por ciento, aún menor a la de por sí ridícula tasa de 2.3 por ciento registrada en el foxiato, y por debajo del 1.9 por ciento observado en la primera década perdida para el país (la de los 80).
Las rebanadas del pastel
Ese es el tamaño real de la “franca, sólida y contundente recuperación económica” pregonada por quienes, de plano, ni a sus cuates convencen. Y también quedan registradas las “tasas sólidas de crecimiento” que se avecinan.
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