sábado, 12 de febrero de 2011

México SA


Otra de oro para México

Fábrica de emigrantes

Mubarak se fue por el caño

Carlos Fernández-Vega

No es para presumirlo (aunque no faltara funcionario que lo presente como signo de recuperación” y “modernidad”), pero el hecho es que en 2010 México ratificó su nada grata condición como primer expulsor de mano de obra en el mundo, con lo que obtiene una medalla áurea adicional y la suma a su de por si nutrida colección de logros al revés. En las últimas tres décadas, cerca de 12 millones de mexicanos emigraron al vecino del norte, con un promedio anual de 400 mil personas que lograron establecerse allá (los migrantes temporales oscilan entre 800 mil y un millón de paisanos), aunque es en el fabuloso decenio panista en el que se concentra la mayor proporción.

A cambio de la medalla, en esos 30 años el gobierno mexicano (el mismo, con cinco máscaras) se quitó de encima buena parte de la presión laboral (sólo hay que ver cómo ha “crecido” el empleo en México) y logró el “sano equilibrio” en la balanza de pagos. Alrededor de 12 millones de mexicanos fueron expulsados por razones económicas y paralelamente comenzaron a ingresar miles de millones de dólares.

En la fabulosa década panista por concepto de remesas ingresaron al país 185 mil 465 millones de dólares, un monto casi cuatro veces superior al reportado en los sexenios de Salinas y de Zedillo (46 mil 531 millones, nada despreciables de cualquier suerte), sin considerar que el actual inquilino de Los Pinos le restan casi dos años para que, felizmente, abandone la residencia oficial, con lo que las administraciones blanquiazules podrían añadir otros 40 mil millones, más o menos. Por el lado de las presiones laborales, en números cerrados del gobierno de Ernesto Zedillo al de Felipe Calderón oficialmente se generaron 4.5 millones de empleos en el sector formal de la economía (eventuales incluidos); en ese periodo la demanda fue de entre 16 y 19 millones de puestos de trabajo. Eche cuentas.

El reparto del pastel de las remesas se ha dado así: en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari ingresaron 15 mil 952 millones de dólares; en el de Ernesto Zedillo, 30 mil 579 millones; con el de la lengua larga y las ideas pequeñas en Los Pinos (aunque tarden en adivinar, se trata de Vicente Fox) el monto se incrementó por tres, junto con la expulsión de mano de obra, y ascendió a 91 mil 807 millones; y en lo que va de la “Presidencia del empleo” 93 mil 658 millones. Esta información no fue registrada en el sexenio de Miguel de la Madrid, pero de cualquier suerte el ingreso de remesas no fue cuantioso (todavía no le prometían el primer mundo a los mexicanos). Resumiendo, en cuatro sexenios (Salinas-Calderón), casi 232 mil millones de dólares enviados por la paisanada expulsada de su tierra, los citados 12 millones de mexicanos, o si se prefiere, alrededor de 10 por ciento de la población total fuera de nuestras fronteras, o casi 25 por ciento de la mano de obra. De ese tamaño es la medalla de oro.

Sirva lo anterior para dar entrada al más reciente reporte de la Cámara de Diputados sobre este tema (febrero de 2011), del que se toman los siguientes elementos. Estados Unidos es el principal receptor de inmigrantes en el mundo; al cierre de 2010, 42.8 millones de personas provenientes de diversos puntos del planeta se habían asentado en ese país, lo que significa que por cada cien inmigrantes que arribaron en busca de mejores oportunidades de empleo, 28 fueron de origen mexicano. Otros países receptores de inmigración mundial son Rusia (con un acumulado de 12.3 millones), Alemania (10.8), Arabia Saudita (7.3) y Canadá (7.2). La recepción de inmigrantes por parte de Estados Unidos es tan importante, que esa nación por sí misma, recibe más población que la que conjuntamente arriba a Rusia, Alemania, Arabia Saudita y Canadá.

En lo referente a los corredores migratorios, apunta la Cámara de Diputados, el más dinámico del mundo es el de México-Estados Unidos. En orden de importancia, siguieron el corredor Rusia-Ucrania, Bangladesh-India y Turquía-Alemania. Como consecuencia de la dinámica migración existente en el corredor México-Estados Unidos, nuestro país es uno de los más importantes receptores de remesas del mundo. De acuerdo con las proyecciones realizadas por el Banco Mundial, al cierre de 2010, nuestro país se ubicó en el tercer lugar mundial con (casi 22 mil millones de dólares), por debajo de India y China, naciones que captaron 55 y 51 mil millones de dólares, respectivamente; y superando a países como Filipinas, Francia, Alemania, Bangladesh, Bélgica, España, Nigeria y Pakistán. En el contexto regional, de acuerdo con las proyecciones del Banco Mundial, en 2010 México fue el principal país receptor de remesas en América Latina, superando ampliamente a países como Brasil, Guatemala, Colombia, El Salvador y Honduras.

Respecto a las remesas captadas durante el periodo de enero de 2007 a diciembre de 2010 (en el calderonato), con información del Banco de México, éstas ascendieron a 26 mil 68.7 millones de dólares en 2007; 25 mil 137.4 millones en 2008; 21 mil 181.2 millones en 2009 y 21 mil 271.19 millones en 2010. Y todavía se quejan. Los principales estados estadunidenses receptores de población inmigrante proveniente de México son California con 39.5 por ciento del total, y Texas con 19.2 por ciento. En conjunto, ambas entidades concentran 58.7 por ciento de la población total mexicana que se interna en busca de mejores oportunidades de empleo, anota la Cámara de Diputados.

Por último, “la migración generada por los flujos poblacionales que se trasladan de su país de origen a otro en busca de mejores oportunidades de empleo, provoca al menos dos externalidades positivas en el país expulsor: permite un importante flujo de remesas a favor de los familiares ascendentes y descendentes del inmigrante, con efectos positivos en la microeconomía familiar (incremento del poder de compra de los hogares beneficiados); y en la macroeconomía del país (diseño de proyectos productivos en las comunidades expulsoras); y distiende las presiones existentes en el mercado laboral, al demandar mano de obra que no se puede emplear en el país expulsor por la precaria actividad económica”.

Las rebanadas del pastel

Mubarak se fue por el caño. Victoriosa, pues, la sólida movilización ciudadana en Egipto. Pero cuidado, que lo más peligroso comienza ahora: reconstruir y democratizar, con el ejército en el poder y todo el mundo en el intento de ganar la mano en una zona geoestratégica.

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