viernes, 24 de agosto de 2012

¿Lamento o utopía?

Gabriela Rodríguez ¿Por qué se lamentan tanto los mexicanos ante la imposición de un gobierno? ¿Acaso cambiaría mucho tu vida ante la invalidez de la elección? –me preguntaba un amigo extranjero–. Realmente él me hizo percatarme de que el curso de mi vida, y tal vez las de mis hijos, no cambiaría gran cosa, pero pienso que sí cambiaría el futuro de la mayoría de los mexicanos, incluyendo el de mi nieta, de eso sí que estoy convencida. Porque soy una utopista, como los del siglo XIX, pienso que es posible remediar la grave situación de desigualdad e inseguridad con un buen gobierno, y no me ofende que nos califiquen de anacrónicos e ingenuos a los simpatizantes de la izquierda, ni a nuestros líderes. ¡Asumámoslo! Con excepción del neoliberalismo, no se ha inventado desde entonces otra utopía, nada mejor que la del Estado socialista democrático y garante de los derechos humanos. Aunque suene anticuado y no les parezca cool a los intelectuales light, hay a quienes nos indigna el atraco político y las fallas institucionales, y como si fuera un son cubano: nos mueve el vientre y los pies de manera involuntaria. Al parecer las nuevas generaciones también quieren cambiar el mundo y podrían ser calificadas de utópicas. Nada más hay que echarle un ojo a la Consulta Infantil y Juvenil realizada el 29 de abril de 2012. Creo que es la única actividad bien hecha por el IFE. Ahí no participaron mil ni 2 mil personas –como en las fallidas encuestas electorales–, sino más de 2 millones de niñas, niños y adolescentes de 6 a 15 años de las 32 entidades. Se consultó al 10 por ciento de la población de ese grupo de edad. Ante la pregunta “¿Qué podemos hacer las y los adolescentes –13 a 15 años– para mejorar el país?”, casi 70 por ciento quiere mejor educación y que se cumplan las leyes, 40 por ciento espera que todos tengan un buen trabajo y se castigue a los delincuentes, y más de la tercera parte de estados seleccionados señalaron: que los gobernantes nos escuchen (Yucatán, Chihuahua, Quintana Roo, Querétaro, Coahuila y Sinaloa), y que se castigue la corrupción (en Coahuila, DF, Nuevo León, Michoacán, Sinaloa y Chiapas). La opción de “Nada se puede hacer” fue seleccionada solamente por 10 por ciento de las y los adolescentes de Chiapas, Aguascalientes, Chihuahua y Durango. La democracia no parece ser habitus en la casa ni en las escuelas mexicanas. El 16 por ciento de los chicos de 10 a 12 años no se sienten libres de expresar su punto de vista y 35 por ciento de quienes tienen de 13 a 15 años señalan que no cuentan con espacios para discutir lo que les preocupa. Las condiciones están diferenciadas: se sienten más libres de expresar su opinión en las escuelas privadas que en las públicas y discuten más en las primeras. La escuela no cuenta con las instalaciones ni el equipo necesario –afirman cerca de la mitad–. Para una cuarta parte: las bancas no sirven y los baños no están limpios, por donde viven hay basura y no pueden salir a jugar porque no se sienten seguros, ni cuentan con lugares para divertirse y hacer deporte. La percepción de inseguridad se incrementa con la edad: 24 por ciento de los menores de nueve años afirman que por donde viven hay balaceras y muertos, situación que reporta 34 por ciento de quienes tienen 15 años, y 45 por ciento de los que no asisten a la escuela. Una incidencia de balaceras y muertos es reportada por más de 40 por ciento de los chicos de Coahuila, Tamaulipas, Sinaloa, Durango, Nuevo León y Chihuahua. La oferta de drogas es mayor en los estados de Nuevo León, Distrito Federal, México y Chihuahua. Por donde viven les ofrecen drogas a 23 por ciento del grupo de 13 a 15 años y a 30 por ciento de los de 15 de todo el país. La invitación a formar parte de grupos delictivos también se incrementa con la edad y es mayor entre los hombres (13.5 por ciento) que entre las mujeres (7.8 por ciento), y entre quienes no asisten a la escuela (22.2 por ciento) que entre quienes cuentan con escolaridad (10 por ciento). Los adolescentes reportan con más frecuencia que los delincuentes los invitan a formar parte de sus grupos en los estados de Chihuahua (17.8 por ciento), Baja California (13.6 por ciento), Quintana Roo (12.5 por ciento) y Durango (12.3 por ciento). La consulta nos revela un esquema de percepción tan crítica como la del #YoSoy132; ya los veremos pronto tomar las calles con sus hermanos mayores. Pienso que más de una tercera parte de quienes no han cumplido16 años habrían votado por el cambio verdadero si no les fuera postergado ese derecho, y se preguntarían conmigo “¿De qué se ríen Calderón y la señora Gordillo al arrancar el nuevo ciclo escolar?” Niñas, niños y adolescentes están del lado de la libertad de expresión. Tal vez les preocupe la persecución de los periodistas de izquierda: del riesgo que acecha a Lidya Cacho, de la continuidad en el aire de Carmen Aristegui, de la libertad de los críticos. Probablemente sufren el acoso a Julian Assange y a las víctimas de los aparatos autoritarios, a las chicas de la banda punk rusa Pussy Riot, y pronto cantarán “Madre de Dios, libera a México del presidente copetón”. Twitter: @Gabrielarodr108 grodriguez@afluentes.org

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