lunes, 1 de julio de 2013

Mandela y Fidel: la selectividad mediocrática


Publicado el julio 1, 2013, Bajo Columna de opinión, Autor Seti.
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Patricia Barba Avila (Seti)
“Es bien sabido que la respuesta del estado a nuestras legítimas demandas democráticas fue, entre otras, la de acusar a nuestra dirigencia de traición y realizar a comienzos de los años 60 masacres indiscriminadas. Estos hechos y la proscripción de nuestra organización nos dejó sin otro camino que el de hacer lo que ha hecho cualquier pueblo que se respete a sí mismo -incluido el cubano-, es decir, levantarnos en armas para reconquistar nuestro país de manos de los racistas”.Nelson Mandela en el 33 Aniversario del Asalto al Moncada, La Habana, Cuba.
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Como es costumbre en las sociedades sometidas al tartufismo y la simulación, eventos tan tristes como el critico estado de salud del entrañable Nelson Mandela, son aprovechados de manera oportunista por aquellos que careciendo de prestigio propio, se cuelgan del de figuras gigantescas, tal como podemos apreciar en la reciente visita que realizó Barack Obama al forjador de la Sudáfrica sin apartheid.
Algunos pensarán que Mandela y Obama tienen puntos en común y posiblemente así sea, pues nadie puede pasar por alto que ambos pertenecen a o tienen raíces en etnias africanas: Madiba, cuyo nombre real es Rolilhlahla Dalibhunga Mandela, pertenece al pueblo xhoza, mientras que la abuela del presidente norteamericano es keniana; sin embargo, a pesar del inflamado y mediatico discurso del primer mandatario afroamericano en la historia de los E.U., quien dijo con gesto histriónico y ensayada voz que “el ejemplo moral de Mandela es una inspiración para el mundo” y pese al hecho de que ambos pertenecen a la raza negra, las criminales invasiones y consecuente destrucción de Irak y Libia, la desvergonzada injerencia en Cuba, Ecuador, Venezuela, Colombia, Irán y Siria demuestran, sin el menor asomo de duda, que no existen semejanzas ni políicas ni morales entre ambos personajes si nos atenemos a la historia de cada uno.
Como saben todos los que hayan leído sobre el gigantesco sacrificio que realizó Nelson Mandela en aras de la libertad y bienestar de la población negra en Sudáfrica, la estatura e integridad morales del héroe sudafricano han quedado evidenciadas no solo por su entereza durante los más de 26 años que estuvo preso, sino por su nobleza y generosidad al plantear a todos sus seguidores la necesidad de una nación unida que incluyera a sus verdugos. Muchos fueron los momentos en los que inspiró el cariño y respeto de algunos de sus carceleros y de contados miembros de la sociedad blanca; numerosas han sido las acciones de solidaridad expresadas por Mandela respecto de las luchas de otros pueblos, tal como ocurrió con el cubano cuando en 1991 visitó la isla como invitado especial en el 33 Aniversario del Asalto al Cuartel Moncada y pronunció un conmovedor discurso que ratificó la solidez y profundidad de la amistad entre ambas naciones y sus líderes.

En evidente contraste, tenemos la trayectoria de Barack Obama, que en nada se asemeja con la del líder sudafricano pese a que ambos fueron distinguidos con el Premio Nobel de la Paz, algo que muchos no comprendemos dada la voluntad guerrerista e injerencista del mandatario norteamericano cuya campaña presidencial, por cierto, estuvo plagada de promesas incumplidas como el cierre de la vergonzosa prisión de Guantánamo, una violación permanente de la soberanía de la nación cubana. Por estos motivos y otros, la diferencia entre el uno y el otro es abismal, sobre todo si consideramos la inquebrantable amistad entre Nelson Mandela y otra auténtica leyenda viva: Fidel Alejandro Castro Ruz, el forjador de la Cuba Revolucionaria, hecho olímpicamente ignorado por los medios mercenarios y sometidos al Cartel Financiero Internacional.
Como hemos podido atestiguar, mientras que se explota para el “rating” la triste circunstancia de la enfermedad de Mandela y los oportunistas se aprovechan de ella para cámaras y micrófonos, todo lo relativo a los profundos lazos de amistad entre Madiba y Fidel, así como los logros y el internacionalismo solidario del pequeño gran gigante del Caribe son conveniente y ovejunamente callados por la mediocracia a sueldo, incluyendo algunos espacios noticiosos que se auto-promueven como “abiertos e independientes”.
Tan apabullantes son los yerros y crímenes del mandatario norteamericano como admirables los aciertos y logros del gran lider sudafricano; sin embargo, para la mediocracia mundial es fácil igualarlos con la socarronería y superficialidad que caracteriza a sus “periodistas” y comentaristas a modo que selectivamente olvidan que mientras la Cuba Revolucionaria y otras naciones socialistas extendieron su mano solidaria al CNA y su lucha contra el apartheid, los Estados Unidos y la Gran Bretaña apoyaron al regimen racista sudafricano. Tanto o más distante está el espíritu generoso y elevado del expresidente sudafricano del ánimo simulador e hipócrita del falazmente llamado “hombre más poderoso de la tierra”, como lo está Sudáfrica de los E.U.
Por otra parte, insufrible ha sido y sigue siendo el ánimo corruptor de la mediocracia nacional e internacional que al tiempo que se rasga las vestiduras y le saca todo el jugo posible al delicado estado de salud de Mandela, en el mejor de los casos, ignora olímpicamente los avances sociales de las naciones del ALBA y, en el peor, azuza el odio contra líderes que como Chávez, Fidel, Correa y Evo han luchado y defendido con firmeza la libertad y el respeto por la dignidad de sus pueblos, tal como lo hizo el extraordinario ex presidente de Sudáfrica.
Todos los que nos hemos conmovido por el luminoso ejemplo de Madiba, deseamos con todas las fuerzas que el legendario líder supere la enfermedad y permanezca entre nosotros por más tiempo, al igual que ocurre con su homólogo Fidel Castro, pese a que ambos sobrepasan ya 90 años de asombrosa y fructífera existencia. Sin embargo, sabemos que tarde o temprano ocurrirá su desaparición física pero, a diferencia de otros mortales, el ejemplo de ambos perdurará por siempre.
“He promovido el ideal de una sociedad democrática y libre en la cual todas las personas puedan vivir en armonía y con igualdad de oportunidades. Es un ideal por el que espero vivir, hasta lograrlo. Pero si es necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto a morir”. Nelson Mandela
“Es que, cuando los hombres llevan en la mente un mismo ideal, nada puede incomunicarlos, ni las paredes de una cárcel, ni la tierra de los cementerios, porque un mismo recuerdo, una misma alma, una misma idea, una misma conciencia y dignidad los alienta a todos.” Fidel Castro Ruz

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