Empleo: la buena y la mala
Menor tasa de desocupación
Avanza precariedad laboral
Carlos Fernández-Vega
T
ras cincuenta y siete meses de estadía en Los Pinos (hasta agosto pasado), su inquilino presume la generación de 3 millones de empleos formales, con lo que en el gobierno peñanietista se logra la creación del mayor número de plazas laborales en un sexenio desde que se tiene registro en la materia. Sin embargo, al mismo tiempo reporta el peor resultado, en igual periodo, en lo que a calidad del empleo se refiere. Aprobado en cantidad, reprobado en calidad y un riguroso tache en materia de informalidad.
De acuerdo con sus propias cifras, del primer día de diciembre de 2012 al último de agosto de 2017 el IMSS registró prácticamente 3 millones de nuevos empleos formales (si se incluyen los eventuales urbanos y del campo), aunque los permanentes se aproximan a 2 millones 600 mil (si se consideran las plazas ya existentes, pero formalizadas). Así, el balance nominal es positivo, pero a la hora de la calidad es donde no pasa la prueba, y menos en informalidad.
Esto último, porque de acuerdo con la más reciente información del Inegi, en agosto pasado la tasa oficial de desocupación en el país involucró a 3.3 por ciento (cerca de 2 millones de mexicanos) de la población económicamente activa (PEA), proporción similar a la registrada el mes inmediato anterior, aunque menor, por llamarle así, a la reportada (3.7 por ciento) en el octavo mes de 2016.
Por lo que toca a la informalidad laboral (que mide la proporción de la población ocupada que es laboralmente vulnerable por la naturaleza de la unidad económica para la que trabaja), en agosto pasado la tasa fue de 57 por ciento, que si bien resulta 0.8 puntos porcentuales menor a la de igual mes de 2016, afectó a cerca de 34 millones de mexicanos.
Lo anterior forma parte de la tendencia mundial, según aseveración del Fondo Monetario Internacional (FMI), pues si bien
en los pasados tres años los mercados laborales en muchas economías avanzadas han dado cada vez más señales de que están superando los estragos de la gran recesión de 2008-09 y en los hechos las tasas de desempleo han estado disminuyendo, el crecimiento de los salarios ha sido parco. Entonces, más empleo pero peor pagado.
El FMI analiza la situación laboral, del que se toman los siguientes pasajes, y advierte sobre el
crecimiento moderado de los salarios nominales en las economías avanzadas desde la gran recesión, lo que deja en claro, dice, la
desconexión entre el desempleo y los salarios, algo que resulta importante no sólo desde el punto de vista de la política macroeconómica, sino también para las perspectivas de reducir la desigualdad del ingreso y mejorar la seguridad de los trabajadores. Va, pues.
En muchos casos, el crecimiento del empleo ha repuntado y las tasas de desempleo general han retornado a los rangos que ocupaban antes de la gran recesión. Pero aún el crecimiento del salario nominal permanece muy por debajo del nivel en que se situaba antes de la recesión. El poco dinamismo salarial puede obedecer a esfuerzos deliberados para moderar niveles insosteniblemente altos de crecimiento de los salarios, como ocurrió en algunos países de Europa. Sin embargo, la tendencia es más generalizada.
Un factor cíclico fundamental es la capacidad ociosa del mercado laboral; es decir, el excedente de oferta de mano de obra, por encima de lo que las empresas quisieran emplear. Es importante señalar que las tasas de desempleo general quizá ya no sean un indicador tan exacto de la capacidad ociosa del mercado laboral como solían serlo. En varios países también han aumentado las tasas de empleo parcial involuntario (trabajadores empleados menos de 30 horas semanales que manifiestan que quisieran trabajar más) y la proporción de contratos de empleo temporal, lo que obedece, en parte, a la continua demanda débil de mano de obra.
Además, los factores de avance más lento, como el actual proceso de automatización (medida indirectamente por el cada vez menor precio relativo de los bienes de inversión) y las menores expectativas de crecimiento a mediano plazo parecen estar reprimiendo el crecimiento de los salarios. Sin embargo, según nuestro análisis, puede ser que la automatización no haya contribuido de manera considerable a moderar la dinámica salarial tras la gran recesión.
La incidencia relativa de la capacidad ociosa del mercado laboral y del crecimiento de la productividad varía entre los países. En las economías en las que las tasas de desempleo aún están bastante por encima de los promedios registrados antes de la gran recesión (como Italia, Portugal y España), el fuerte desempleo puede explicar aproximadamente la mitad de la desaceleración del crecimiento de los salarios nominales desde 2007, con un lastre adicional sobre los salarios proveniente del empleo parcial involuntario. Por lo tanto, el crecimiento salarial probablemente sólo repuntará cuando la capacidad ociosa disminuya significativamente.
En las economías en las que las tasas de desempleo están por debajo de los promedios previos a la gran recesión (como Alemania, Japón, Estados Unidos y Reino Unido), el lento crecimiento de la productividad puede explicar alrededor de dos tercios de la desaceleración del crecimiento de los salarios nominales desde 2007. Pero incluso en estos casos, el empleo parcial involuntario parece estar frenando el crecimiento salarial, lo que hace pensar que la capacidad ociosa del mercado laboral es mayor de lo que indican las tasas de desempleo general.
Es posible entonces que las autoridades tengan que redoblar esfuerzos para abordar las vulnerabilidades a las que están expuestos los trabajadores que laboran a tiempo parcial. Algunas de las medidas consisten en ampliar el alcance del salario mínimo y buscar una equiparación con aquellos que cubren jornadas completas y estables.
Las rebanadas del pastel
Si se atiende la alegre versión de la cúpula empresarial, los recientes terremotos, huracanes y demás desgracias que azotaron al país y a su población serían meros juegos pirotécnicos, porque la constante declarativa de sus cabezas visibles es que tales sacudidas e inundaciones no tendrían
mayor efecto económico adverso. Entonces, ¡claro!, cuál problema, porque ellas están trepadas al jugoso negocio de la reconstrucción –que de entrada anuncia una bolsa de 38 mil millones de pesos, aunque bien a bien nadie sabe de dónde saldrá– y con eso pues sí, ninguna saldrá raspada. Por el contrario, ya se frotan las manos.
Twitter: @cafevega
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