Empleo y Covid-19 // Regresa Lozoya
Carlos Fernández-Vega
D
esde 2018 se veía venir una nueva crisis económica (característica del modelo neoliberal), pero la repentina aparición del bicho sólo la aceleró y profundizó, y hoy el mundo se jalonea entre decisiones que privilegian la vida y las que intenta imponer el gran capital para que sus abundantes negocios no dejen de producir ganancias, porque, a su juicio, lo demás es lo de menos.
Sin duda el sector laboral resultó el primer afectado por la pandemia y de la noche a la mañana no sólo
desaparecieronmillones de empleos en todo el planeta, sino que el de por sí deteriorado poder adquisitivo de la mayoría se hundió aún más. En consecuencia, las estimaciones internacionales sobre el crecimiento de la pobreza se modifican –al alza, desde luego– día tras día.
Para el caso mexicano, más allá de los empleos cancelados,
en pocos meses las principales empresas contratistas de la construcción, de la industria automotriz, de la electrónica, el comercio y el turismo han reducido en los hechos 25 por ciento los salarios, lo que provoca una disputa intersectorial entre los trabajadores por mantener el empleo, incluso a costa de aceptar peores condiciones salariales y laborales, advierte el Centro de Análisis Multidisciplinario de la UNAM en su más reciente análisis –del que se toman los siguientes pasajes– de la realidad nacional ( Los costos sociales por la pandemia de Covid-19).
Para tratar de nivelar su calidad de vida, los trabajadores han tenido que aumentar el tiempo laboral, rebasando las ocho horas que la ley establece, por lo que se
normalizaronjornadas de 12 o hasta 16 horas por día. En 1988 existían poco más de 2 millones de trabajadores que laboraban más de 48 horas semanales; para 2019 el registro superó los 15 millones, lo que significa una tasa de crecimiento acumulada de 750 por ciento, es decir, el gobierno mexicano durante la fase neoliberal ha precarizado brutalmente el mercado de trabajo.
En el primer trimestre de 2020 se observa una disminución del número de trabajadores que han tenido que laborar más de 48 horas a la semana y ello se debe, en gran medida, al incremento del desempleo y como resultado de la implantación del llamado
trabajo en casa, que en realidad implica rebasar por mucho la barrera legal, pues para cumplir con los estándares productivos laborales el trabajador se impone jornadas que se extienden hasta 16 horas diarias, con grandes ahorros para los empresarios.
Las consecuencias sociales que tendrá el aumento del desempleo mundial y la pérdida de las fuentes de trabajo por la pandemia son clara muestra de una guerra que como pocas veces se ha visto en contra de los trabajadores del mundo. De acuerdo con el propio Banco Mundial y la OIT, para el presente año se estima una pérdida mundial de 350 millones de empleos.
Lo anterior tendrá efectos negativos en las formas de contratación en todo el mundo, dejando en la informalidad a prácticamente 2 mil 150 millones de trabajadores, casi un tercio de la población mundial, o si se prefiere algo así como 55 por ciento de los habitantes de este planeta en condiciones de trabajar. Ello desencadenará, por un lado, un mayor número de conflictos laborales en el mundo y, por otro, una mayor presión hacia las direcciones sindicales para ceder en las necesidades de los capitalistas por instrumentar una serie de medidas que permitan aumentar los niveles de explotación y precarización de los trabajadores buscando contrarrestar la caída tendencial de la tasa media de ganancia.
En el caso de México, lo que han tenido que hacer las familias es integrar al mercado laboral cuando menos a tres de sus miembros, en condiciones de subcontratación y sin prestaciones, de tal suerte que, para el primer trimestre de 2020, eran ya más de 13 millones de subordinados y remunerados sin prestaciones.
Las rebanadas del pastel
Emilio Lozoya viene de regreso (la FGR ya le envió avión), con la expresa voluntad (versión oficial) de encender el ventilador e involucrar a sus ex compañeritos de la escuela de rateros. ¿Quién será el primero en caer? Se reciben apuestas.
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