Sin elección
No hay condiciones
Reglas para no cumplir
Fox, bajo el sol (azteca)
Julio Hernández López
DESPEDIDA DE MÉXICO. Horas antes de su partida, Michelle Obama sostuvo una reunión privada con empleados de la embajada de Estados Unidos, a quienes agradeció el trabajo que han realizado. Posteriormente, tuvo un encuentro con jóvenes líderes mexicanos en la Hacienda de los Morales Foto Reuters
Lo electoral también está en riesgo de sucumbir bajo el fuego cruzado. El consejero presidente del IFE se ha dicho preocupado por la falta de condiciones adecuadas para que en ciertos municipios se realicen comicios con normalidad, en lo que constituye la primera declaración formal de una autoridad en la materia sobre lo que aquí se ha dicho con insistencia: el control social mediante el miedo impuesto es una parte del proceso mayor de anulación de libertades, garantías y derechos, entre otros el de siquiera participar en los simulacros electorales que hasta ahora se habían desarrollado.
No son, en realidad, unos cuantos municipios aquellos en que la inseguridad amenaza con impedir el cumplimiento de los trámites electorales formales, sino estados completos, sobre todo del norte del país y, de continuar este libreto de enfrentamientos cada vez más públicos, cada vez más escandalosos (el más reciente, el de Acapulco, donde nuevamente fueron asesinados civiles y menores de edad), el ambiente social y cívico será absolutamente contrario a lo que mínimamente se requiere para cumplir con los rituales de por sí manipulados de las urnas. A propósito del puerto guerrerense, el licenciado Gómez Mont sigue como aplicadísimo contribuyente de la desesperanza nacional. Ayer produjo otras perlas de palabrería sin sentido y de enredo pretencioso: “Todavía no podemos desterrar la violencia en este país, pero estamos en ese ejercicio y prevaleceremos”, dijo al estilo verbal de George WC Bush. Perogrullo de mal cantinflismo también soltó esta frase insondable: “México es complejo y la intensidad del problema de la violencia, de la delincuencia organizada, es distinto en distintas zonas del país y requiere constantemente estar adaptando nuestros ejercicios de presencia de la autoridad donde más falta están haciendo”. No, pos sí.
En ese proceso de profunda desilusión social mediante la ardua demostración pública de aberraciones, torpezas, injusticias e impunidad se inscriben dos lances legislativos recientes que son sonoramente improcedentes. Como si hubiera un concurso en las cámaras para generar normatividades que no pudieran cumplirse, se ha ordenado a los mexicanos anotar sus datos personales en un registro de telefonía móvil diseñado y operado pedestremente. Todo el clima de amago que se vivió antes de que se llegara a un presunto momento de apocalipsis telefónico ha quedado ahora en una especie de mutis de las autoridades que entre más tiempo de indefinición dejen pasar menos posibilidades tendrán de hacer valer la mano dura tecnológica que habían anunciado.
Un ejemplo más de esas tomaduras de pelo legalizadas se refiere al asunto de la obesidad escolar que, según las instrucciones de los aplicados congresistas mexicanos, debería ser enfrentada mediante la práctica de ejercicios deportivos (la idea ha sido aprobada por los diputados, y ahora será analizada y votada por los senadores). Tan buenas intenciones contra el sedentarismo y el sobrepeso se han topado con la realidad destartalada de escuelas mexicanas que en su mayoría no tienen espacios para las rutinas deportivas y con la falta de tiempo académico para insertar esas novedades.
Otro de los rubros polémicos, el de la eliminación de comidas chatarra (producidas, muchas de ellas, por algunos de los empresarios que apoyaron económica y políticamente a Calderón para que se instalara en el cargo), se ha topado con el cabildeo de las firmas afectadas y la dificultad práctica de cumplir con la letra legal que, en general, desde los bandos municipales de “buen gobierno” hasta la propia Constitución, cada día son incumplidos y violentados, en una incesante demostración pública de que las reglas sensatas y las consecuencias justas son conceptos inertes en una sociedad llevada de la mano al incumplimiento de sus deberes y a la aceptación de que nada es necesario, ni siquiera las estigmatizadas elecciones.
No son, en realidad, unos cuantos municipios aquellos en que la inseguridad amenaza con impedir el cumplimiento de los trámites electorales formales, sino estados completos, sobre todo del norte del país y, de continuar este libreto de enfrentamientos cada vez más públicos, cada vez más escandalosos (el más reciente, el de Acapulco, donde nuevamente fueron asesinados civiles y menores de edad), el ambiente social y cívico será absolutamente contrario a lo que mínimamente se requiere para cumplir con los rituales de por sí manipulados de las urnas. A propósito del puerto guerrerense, el licenciado Gómez Mont sigue como aplicadísimo contribuyente de la desesperanza nacional. Ayer produjo otras perlas de palabrería sin sentido y de enredo pretencioso: “Todavía no podemos desterrar la violencia en este país, pero estamos en ese ejercicio y prevaleceremos”, dijo al estilo verbal de George WC Bush. Perogrullo de mal cantinflismo también soltó esta frase insondable: “México es complejo y la intensidad del problema de la violencia, de la delincuencia organizada, es distinto en distintas zonas del país y requiere constantemente estar adaptando nuestros ejercicios de presencia de la autoridad donde más falta están haciendo”. No, pos sí.
En ese proceso de profunda desilusión social mediante la ardua demostración pública de aberraciones, torpezas, injusticias e impunidad se inscriben dos lances legislativos recientes que son sonoramente improcedentes. Como si hubiera un concurso en las cámaras para generar normatividades que no pudieran cumplirse, se ha ordenado a los mexicanos anotar sus datos personales en un registro de telefonía móvil diseñado y operado pedestremente. Todo el clima de amago que se vivió antes de que se llegara a un presunto momento de apocalipsis telefónico ha quedado ahora en una especie de mutis de las autoridades que entre más tiempo de indefinición dejen pasar menos posibilidades tendrán de hacer valer la mano dura tecnológica que habían anunciado.
Un ejemplo más de esas tomaduras de pelo legalizadas se refiere al asunto de la obesidad escolar que, según las instrucciones de los aplicados congresistas mexicanos, debería ser enfrentada mediante la práctica de ejercicios deportivos (la idea ha sido aprobada por los diputados, y ahora será analizada y votada por los senadores). Tan buenas intenciones contra el sedentarismo y el sobrepeso se han topado con la realidad destartalada de escuelas mexicanas que en su mayoría no tienen espacios para las rutinas deportivas y con la falta de tiempo académico para insertar esas novedades.
Otro de los rubros polémicos, el de la eliminación de comidas chatarra (producidas, muchas de ellas, por algunos de los empresarios que apoyaron económica y políticamente a Calderón para que se instalara en el cargo), se ha topado con el cabildeo de las firmas afectadas y la dificultad práctica de cumplir con la letra legal que, en general, desde los bandos municipales de “buen gobierno” hasta la propia Constitución, cada día son incumplidos y violentados, en una incesante demostración pública de que las reglas sensatas y las consecuencias justas son conceptos inertes en una sociedad llevada de la mano al incumplimiento de sus deberes y a la aceptación de que nada es necesario, ni siquiera las estigmatizadas elecciones.
Astillas
Vicente Fox se apresta a aparecerse en Hidalgo bajo las banderas electorales que le son naturales, las del PAN, pero también bajo las del PRD, el partido que largamente le ha acusado de ser uno de los principales responsables del fraude electoral de 2006, pero que ahora, en el colmo de sus aberraciones pragmáticas, está dispuesto a extenderle al ex gobernador guanajuatense una suerte de exoneración tácita. El esposo de la señora Marta impulsará abiertamente a Fóxitl Gálvez, pero, gane o pierda ésta en la contienda estatal, el verdadero triunfador de estos episodios perreánicos será el habilidoso Chente, que al hacerse ver bajo las siglas del partido del sol azteca estará obteniendo una constancia gráfica de no antecedentes electorales fraudulentos, pues imposible parecería que alguien permitiría que bajo sus banderas se retratara o en el mismo vehículo político viajara alguien considerado un delincuente electoral. Los alegres asomos de Fox a la aliancística campaña hidalguense solamente confirman que en ese proyecto “contra el caciquismo priísta” está contenido el intento de restaurar el “caciquismo vicentino”, y que la verdadera izquierda nada tiene qué hacer en esa aventura cuyo beneficiario verdadero ya asoma las botas. Por más chuchizado que esté el PRD, por más que el Dia esté controlado por el colaboracionismo “táctico” impulsado por Manuel Camacho, es una traición suprema al esfuerzo cívico de 2006 el prestar al foxismo defraudador las siglas y las banderas del partido que postuló al candidato comicialmente robado... Este domingo, a las seis de la tarde, en el Foro Cultural Coyoacanense Hugo Argüelles, serán presentados los dos nuevos cedés del gran Gabino Palomares. Uno recopila canciones de la Independencia, la Reforma y la Revolución, más otros momentos socialmente vibrantes; el último de ellos el de los campamentos contra el fraude electoral de 2006 y, el otro, es un homenaje a Chava Flores, el gran cronista de Chilangolandia... Y, mientras el Vaticano llama a reconocer errores en el caso de sacerdotes pederastas (pero aún sin irse contra el celibato), ¡feliz fin de semana, en lo posible!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
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