Emigración: dichos y hechos
¿En defensa de los mexicanos?
Paisanos: esparcidos por todo EU
Carlos Fernández-Vega
Sólo para que no digan que no dijo, el inquilino de Los Pinos se ha comprometido, según él, a utilizar todos los recursos” en defensa “de los derechos y la dignidad de los mexicanos que se vean afectados” por la SB 1070, y asegura que “no escatimaremos esfuerzos” para lograrlo. “Vamos a actuar, estamos actuando y actuaremos más, que no puede nadie quedarse cruzado de brazos frente a decisiones que afectan tan claramente a paisanos”. ¡Qué alentador!, ¡qué enternecedor!
Pero discursos aparte, resulta obvio que el problema es estructural, pues no existe mejor defensa para la paisanada que generar empleo suficiente y bien remunerado en el país, elevar sustancialmente sus condiciones de vida aquí mismo, distribuir equitativamente el ingreso y la riqueza en esta nación que registra una escalofriante concentración en ambos indicadores, revivir el campo (no subsidiar a los grandes consorcios agroindustriales), combatir la vergonzosa corrupción de las autodenominadas autoridades que insulta y afecta la dignidad y los derechos de los mexicanos (los de adentro y los de afuera), invertir socialmente y sepultar el clientelismo político disfrazado de política social, y tantos etcéteras que laceran a esta República, a quienes en ella habitan y a los que el sistema de apartheid económico ha expulsado.
Todo ello, y algunas cosas más, habrían evitado el pisoteo, permanente y bilateral, de los derechos humanos y la dignidad de la paisanada que obligadamente abandonó, abandona, el territorio nacional en busca de mejores condiciones de vida. Nada se hizo, nada se hace, por evitarlo, salvo desgastar el micrófono. Después de la expulsión de millones y millones de mexicanos a lo largo de cinco sexenios, el autodenominado gobierno calderonista asegura que va actuar, que los va a “defender”, lo mismo que en su momento dijeron sus cuatro predecesores, es decir, en el periodo de mayor expulsión de connacionales, en el que la emigración pasó de ser focalizada, a regional y de allí a nacional. Entonces, ¿alguien le cree a Calderón? Yo tampoco.
Entre “defensa” y “defensa”, el gobierno mexicano, con sus últimas cinco caretas, no hizo absolutamente nada por mejorar las condiciones de vida en el país, de tal suerte que los mexicanos que emigraron a Estados Unidos y allí se asentaron, pasaron de representar 1.8 por ciento de la población nacional en 1970 a 11 por ciento en 2007. ¿Qué pasó en ese periodo? “La carencia de empleo formal, los bajos salarios, las profundas desigualdades, la marginación y la pobreza se extendieron a todo el territorio mexicano, llevando a la emigración a constituirse en una estrategia individual y familiar para elevar el nivel de vida. Basta decir que mientras en 1990 los mexicanos figuraban entre los cinco grupos más numerosos de inmigrantes en 23 estados del vecino del norte (de 50 en total), en 2007 ese posicionamiento se presentaba en 43 estados”. Ese año sólo Montana, Dakota del Norte, Maine, Vermont, New Hampshire (todos fronterizos con Canadá), Massachusetts y Hawai no registraron tal condición, de acuerdo con el detallado estudio sobre Emigración mexicana a Estados Unidos: balance de las últimas décadas, elaborado por Paula Leite, María Adela Angoa y Mauricio Rodríguez.
Los autores explican que entre los nuevos patrones de la migración México-Estados Unidos “destaca, por un lado, la presión ejercida por el crecimiento de la población en edad de trabajar sobre el mercado laboral mexicano a partir de mediados de la década de los 70, la cual ha implicado incrementos anuales que superan el millón de personas; por el otro, las sucesivas crisis y procesos de restructuración económica han influido negativamente sobre el empleo y salarios de los trabajadores mexicanos, lo que ha intensificado y extendido a escala nacional las presiones migratorias. Lo anterior ha contribuido de manera decisiva a la masificación de la migración, a una diversificación de los perfiles de los migrantes y a una mayor extensión territorial del fenómeno… Las reestructuraciones económicas (en México) no han logrado traducirse en mayores niveles de convergencia económica ni en el cumplimiento de las promesas de un mayor bienestar social para la población mexicana… Frente al deterioro del nivel de vida en México, a la intensificación de las disparidades respecto a Estados Unidos, y a la incapacidad de incorporar un creciente contingente de mano de obra, es posible afirmar que, en buena medida, la intensa migración a Estados Unidos ha resultado funcional, al fungir como una válvula de escape, aliviando presiones que, de otro modo, habrían agudizado los problemas sociales, económicos y políticos en el país”.
Así, documenta, se registra “un abrumador aumento” del número de mexicanos residentes en el vecino país del norte. La información de los censos de aquel país muestra que en 1970 residían en Estados Unidos cerca de 865 mil mexicanos; en 1980, 2.2 millones; en 1990, 4.4 millones; en 2000, 9.3 millones y en 2007 alrededor de 12 millones, de las cuales 44 por ciento eran mujeres. “El flujo neto anual de migrantes mexicanos registra un notable incremento. Mientras la pérdida neta anual era de alrededor de 235 mil personas en la década de los 80, estimaciones recientes del Conapo señalan que la cifra ascendió a alrededor de 460 mil personas (documentadas e indocumentadas) en el periodo 2000-2006. Las encuestas más recientes sugieren una tendencia declinante, de magnitud aún imprecisa, en los flujos mexicanos hacia Estados Unidos desde 2006, la cual guarda relación con un contexto político y social más adverso a la inmigración procedente de México y, sobre todo, con la recesión de la economía estadunidense que ha incidido negativamente en las oportunidades laborales de la población mexicana”.
Y todo lo anterior sucedió en el mismo momento en el que el neoliberal gobierno mexicano –con sus cinco caretas– se envolvía en la bandera para “defender” los intereses y el futuro de la paisanada, y anunciar que cerca, muy cerca, estaba la inexistente “firma de un acuerdo migratorio muy conveniente para nuestros paisanos”.
Las rebanadas del pastel
Grecia se hunde y para evitar su bancarrota los “grandes” de Europa le imponen la condición de que hunda más a su población…. Es ridículo, pero crudamente real: salvan a los promotores de la crisis (trasnacionales financieras, bancos voraces, especuladores bursátiles) y les inyectan miles y miles de millones de dólares de recursos públicos para que vuelvan a depredar, pero a los griegos –como a los mexicanos y demás poblaciones– les exigen que paguen por lo que no comieron.
cfvmexico_sa@hotmail.com • mexicosa@infinitum.com.mx
Pero discursos aparte, resulta obvio que el problema es estructural, pues no existe mejor defensa para la paisanada que generar empleo suficiente y bien remunerado en el país, elevar sustancialmente sus condiciones de vida aquí mismo, distribuir equitativamente el ingreso y la riqueza en esta nación que registra una escalofriante concentración en ambos indicadores, revivir el campo (no subsidiar a los grandes consorcios agroindustriales), combatir la vergonzosa corrupción de las autodenominadas autoridades que insulta y afecta la dignidad y los derechos de los mexicanos (los de adentro y los de afuera), invertir socialmente y sepultar el clientelismo político disfrazado de política social, y tantos etcéteras que laceran a esta República, a quienes en ella habitan y a los que el sistema de apartheid económico ha expulsado.
Todo ello, y algunas cosas más, habrían evitado el pisoteo, permanente y bilateral, de los derechos humanos y la dignidad de la paisanada que obligadamente abandonó, abandona, el territorio nacional en busca de mejores condiciones de vida. Nada se hizo, nada se hace, por evitarlo, salvo desgastar el micrófono. Después de la expulsión de millones y millones de mexicanos a lo largo de cinco sexenios, el autodenominado gobierno calderonista asegura que va actuar, que los va a “defender”, lo mismo que en su momento dijeron sus cuatro predecesores, es decir, en el periodo de mayor expulsión de connacionales, en el que la emigración pasó de ser focalizada, a regional y de allí a nacional. Entonces, ¿alguien le cree a Calderón? Yo tampoco.
Entre “defensa” y “defensa”, el gobierno mexicano, con sus últimas cinco caretas, no hizo absolutamente nada por mejorar las condiciones de vida en el país, de tal suerte que los mexicanos que emigraron a Estados Unidos y allí se asentaron, pasaron de representar 1.8 por ciento de la población nacional en 1970 a 11 por ciento en 2007. ¿Qué pasó en ese periodo? “La carencia de empleo formal, los bajos salarios, las profundas desigualdades, la marginación y la pobreza se extendieron a todo el territorio mexicano, llevando a la emigración a constituirse en una estrategia individual y familiar para elevar el nivel de vida. Basta decir que mientras en 1990 los mexicanos figuraban entre los cinco grupos más numerosos de inmigrantes en 23 estados del vecino del norte (de 50 en total), en 2007 ese posicionamiento se presentaba en 43 estados”. Ese año sólo Montana, Dakota del Norte, Maine, Vermont, New Hampshire (todos fronterizos con Canadá), Massachusetts y Hawai no registraron tal condición, de acuerdo con el detallado estudio sobre Emigración mexicana a Estados Unidos: balance de las últimas décadas, elaborado por Paula Leite, María Adela Angoa y Mauricio Rodríguez.
Los autores explican que entre los nuevos patrones de la migración México-Estados Unidos “destaca, por un lado, la presión ejercida por el crecimiento de la población en edad de trabajar sobre el mercado laboral mexicano a partir de mediados de la década de los 70, la cual ha implicado incrementos anuales que superan el millón de personas; por el otro, las sucesivas crisis y procesos de restructuración económica han influido negativamente sobre el empleo y salarios de los trabajadores mexicanos, lo que ha intensificado y extendido a escala nacional las presiones migratorias. Lo anterior ha contribuido de manera decisiva a la masificación de la migración, a una diversificación de los perfiles de los migrantes y a una mayor extensión territorial del fenómeno… Las reestructuraciones económicas (en México) no han logrado traducirse en mayores niveles de convergencia económica ni en el cumplimiento de las promesas de un mayor bienestar social para la población mexicana… Frente al deterioro del nivel de vida en México, a la intensificación de las disparidades respecto a Estados Unidos, y a la incapacidad de incorporar un creciente contingente de mano de obra, es posible afirmar que, en buena medida, la intensa migración a Estados Unidos ha resultado funcional, al fungir como una válvula de escape, aliviando presiones que, de otro modo, habrían agudizado los problemas sociales, económicos y políticos en el país”.
Así, documenta, se registra “un abrumador aumento” del número de mexicanos residentes en el vecino país del norte. La información de los censos de aquel país muestra que en 1970 residían en Estados Unidos cerca de 865 mil mexicanos; en 1980, 2.2 millones; en 1990, 4.4 millones; en 2000, 9.3 millones y en 2007 alrededor de 12 millones, de las cuales 44 por ciento eran mujeres. “El flujo neto anual de migrantes mexicanos registra un notable incremento. Mientras la pérdida neta anual era de alrededor de 235 mil personas en la década de los 80, estimaciones recientes del Conapo señalan que la cifra ascendió a alrededor de 460 mil personas (documentadas e indocumentadas) en el periodo 2000-2006. Las encuestas más recientes sugieren una tendencia declinante, de magnitud aún imprecisa, en los flujos mexicanos hacia Estados Unidos desde 2006, la cual guarda relación con un contexto político y social más adverso a la inmigración procedente de México y, sobre todo, con la recesión de la economía estadunidense que ha incidido negativamente en las oportunidades laborales de la población mexicana”.
Y todo lo anterior sucedió en el mismo momento en el que el neoliberal gobierno mexicano –con sus cinco caretas– se envolvía en la bandera para “defender” los intereses y el futuro de la paisanada, y anunciar que cerca, muy cerca, estaba la inexistente “firma de un acuerdo migratorio muy conveniente para nuestros paisanos”.
Las rebanadas del pastel
Grecia se hunde y para evitar su bancarrota los “grandes” de Europa le imponen la condición de que hunda más a su población…. Es ridículo, pero crudamente real: salvan a los promotores de la crisis (trasnacionales financieras, bancos voraces, especuladores bursátiles) y les inyectan miles y miles de millones de dólares de recursos públicos para que vuelvan a depredar, pero a los griegos –como a los mexicanos y demás poblaciones– les exigen que paguen por lo que no comieron.
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