Mexicana: “quiebra inminente”, una vez más
Gastón Azcárraga y el cuento del lobo
Mutilación y extinción, práctica sexenal
Carlos Fernández-Vega
En su informe corporativo 2005 un orondo Gastón Azcárraga Andrade, cabeza del Grupo Posadas y en ese entonces presidente del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios, presumía que la compra de Mexicana de Aviación, en diciembre de ese año, confirma una vez más el liderazgo” del corporativo, a la vez que “se alinea estratégicamente con su perfil de actividad en la industria de viajes; las sinergias que esta operación presenta son evidentes”. De eso se jactaba, pero sólo seis meses después comenzó a chantajear con “la posibilidad” de quebrar su nueva adquisición (léase el regalo foxista), porque el contrato colectivo “es insostenible”. Esa práctica ha sido permanente a lo largo de casi un lustro: culpar a terceros –especialmente a los trabajadores, incluidos pilotos y sobrecargos– de sus excesos e insolvencia propia.
En diciembre de 2005, cuando se hizo oficial la enésima reprivatización de Mexicana de Aviación (ahora Nuevo Grupo Aeronáutico), tres hechos concretos fueron permanentemente criticados: a) el irrisorio precio de venta de la línea aérea (“rescatada” por el erario, vía Fobaproa, cuando la familia Azcárraga Andrade presidía la misma compañía, más Aeroméxico); b) que el gobierno foxista se la cediera al mismo grupo empresarial que 11 años atrás la quebró (léase Gastón Azcárraga y Grupo Posadas) y llevó sus pasivos al Fobaproa; y c) que los nuevos propietarios carecían de soporte financiero real para hacer frente a la nueva adquisición.
Poco después de la reprivatización de la aerolínea, en diciembre de 2005, la calificadora Standard and Poor’s anunció la colocación “bajo revisión especial” y con “implicaciones negativas” el perfil crediticio del Grupo Posadas (que en aquel entonces aparecía como el comprador de Mexicana de Aviación), por considerar que con dicha el perfil financiero de la empresa se debilitaba sensiblemente. A su vez, Fitch Ratings México puso en “observación negativa” al grupo hotelero, toda vez que “la adquisición incrementa su nivel de apalancamiento financiero y podría potencialmente afectar el riesgo de negocios dependiendo del resultado final de la estructura organizacional y financiera, la cual deberá ser definida”. Además, especialistas en este sector advirtieron “sobre el riesgo crediticio de largo plazo en moneda nacional y extranjera, en particular para una emisión de bonos por 225 millones de dólares por la cadena hotelera y con vencimiento en 2011” (La Jornada).
Dicho y hecho: las críticas y advertencias fueron tomando cuerpo y casi un lustro después Mexicana de Aviación está al borde de la quiebra, según su director general, Manuel Borja Chico, es decir, el quinto año al hilo en que ese corporativo aéreo pregona “la posibilidad” de quebrar con el mismo pretexto: el contrato colectivo, ahora enfocado a pilotos y sobrecargo, a quienes ya habían recortado alrededor de 200 millones de dólares en sueldos y prestaciones. Este ingenioso empresario planteó una salida “viable” a los problemas financieros que enfrenta la línea aérea: “la única opción es recortar el contrato colectivo de trabajo de pilotos y sobrecargos; el esquema laboral y de operación está roto, y se tiene que restructurar”. Punto.
Año tras año (al estilo de Germán Larrea, el Rey del cobre, propietario de Minera México, que “quiebra” a Cananea un día sí y el siguiente también), Gastón Azcárraga Andrade y/o sus voceros anuncian el “inminente” fin de Mexicana de Aviación por razones financieras. En 2007, por ejemplo, brincaron a la palestra para refrendar su amenaza, pero su supuesta crisis financiera no impidió que Azcárraga y socios presentaran opción de compra por la otra línea aérea “rescatada” por el Fobaproa, Aeroméxico, y su oferta (con el visto bueno de las secretarías de Hacienda y de Comunicaciones y Transportes) fue una de las más altas: 200 millones de dólares, monto casualmente equiparable al derivado de las mutilaciones practicadas al contrato colectivo de pilotos y sobrecargos.
En la crisis de 2009, el solícito gobierno calderonista autorizó un crédito de mil millones de pesos a Mexicana de Aviación (el cual, hasta donde se sabe, no ha sido pagado) para que solventara algunas “urgencias” financieras. El otorgante de tal préstamo fue el Bancomext, organismo del Estado mexicano dedicado por ley a financiar y promover el comercio exterior, no a las líneas aéreas. Los dineros fluyeron como parte de una suerte de “programa de emergencia” para apoyar a Pymes, que en los hechos sirvió para canalizar dinero público a la gran empresa privada (Cemex, Vitro, Comercial Mexicana y, desde luego, Mexicana de Aviación, entre otras).
Ya en 2010, “año de la recuperación” (Calderón dixit), Azcárraga Andrade y socios regresan con la cantaleta: es “inminente” la quiebra de la citada línea aérea y su salvamento sólo tiene dos vías: nueva mutilación al contrato colectivo de trabajo o “rescate” público (ambos, de preferencia). La Secretaría de Hacienda, por medio de su jefe de la Unidad de Planeación Económica, Miguel Messmacher, agarró el micrófono para asegurar que “el gobierno federal no tiene planeado rescatar a Mexicana de Aviación ante sus problemas financieros; ellos tendrán que resolver sus problemas; es una empresa privada que puede emitir deuda mañana, si quiere”. Efectivamente, si ellos quieren y el gobierno los apoya, como ha sucedido en incontables ocasiones, hasta llegar al abierto “rescate” con fondos públicos.
En 1982 el erario “rescató” a Mexicana de Aviación; seis años después la reprivatizó para de nuevo “rescatarla” en 1994 y reprivatizarla en 2005, siempre con el único manual conocido por gobierno y empresarios: “reformular” relaciones laborales; “revisión a fondo” de contratos colectivos; cancelar conquistas sindicales; recortar personal, es decir, lo mismo que ahora pretenden Azcárraga Andrade y socios.
Las rebanadas del pastel
De la democracia empresarial y el calderonato, con sus mutilaciones y extinciones: 60 por ciento a pensiones y jubilaciones, 40 por ciento a pilotos y sobrecargos, 45 mil empleos cancelados de un plumazo (LyFC), 2 mil mineros menos en Cananea, 2.5 millones de desempleados, y contando… ¡Aguas! Los pilotos aviadores exigen que Felipe Calderón intervenga “para solucionar el conflicto que mantenemos con Mexicana de Aviación, en el que está de por medio nuestro contrato colectivo”. No sean inocentes, por decirlo suave, que es obvio de qué lado masca la iguana.
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