sábado, 28 de julio de 2018

La pacificación en el centro

Gustavo Gordillo / 1
E
l gobierno actual ha colapsado. Sabíamos del deterioro que han sufrido las estructuras estatales desde hace dos décadas. De su ausencia en muchas partes del territorio nacional de alguna expresión –más allá del aparato represivo del estado–, en tanto regulador y canalizador de conflictos sociales. Pero después del primero de julio prácticamente desapareció el gobierno federal.
La fila interminable. No deja de ser paradójico que la futura subsecretaria de Gobernación y coordinadora de la campaña presidencial de AMLO, Tatiana Clouthier, le recuerde al presidente Peña Nieto que todavía está en funciones. Pero las permanentes peregrinaciones de ciudadanas y ciudadanos a la casa de campaña del presidente electo ilustran tanto la ausencia actual de Estado, así como las enormes expectativas despertadas por quien se percibe que los ve y que quizás por ello los atienda.
Nos dejaron a México convertido en cementerio. Mas de 200 mil muertos y mas de 40 mil desaparecidos señala la futura secretaria de Gobernación. Y recuerda las dos grandes prioridades resultado de esta guerra: la recuperación de los jóvenes y las víctimas. En esa dirección se ubica la idea de avanzar en la despenalización de las drogas, en principio la mariguana, pero de manera decisivamente importante por sus efectos sociales, la discusión sobre los usos medicinales de la amapola. Excelentes pasos gigantescos para avanzar en la pacificación.
No hay fórmulas mágicas para nada en la vida, desde luego menos para un tema de la complejidad que conlleva la pacificación del país, pero hay un diagnóstico y desde luego un punto de partida. En la reconstrucción del Estado está la plataforma para la pacificación. Requiere diversas iniciativas políticas y legales en los ámbitos judiciales, de seguridad pública y relacionados con el federalismo. Para mí una vertiente clave es la que implica reconstruir los gobiernos locales, desde luego municipales, pero también los espacios comunitarios tanto urbanos como rurales.
El territorio. En un país muy centralista y concentrador de riquezas, iniciativas y capacidades, es difícil desplegar una auténtica visión territorial que exige descentralización de competencias y de capacidades, devolución de poderes y participación democrática de los distintos actores, pero es indispensable hacerlo ahora. Primero, porque en el tema crucial de seguridad pública el crimen organizado actúa en espacios territoriales. Segundo, porque en términos de movimientos y movilizaciones sociales su eje es la defensa de sus territorios. Y tercero, porque en relación con un patrón de desarrollo que privilegia el mercado interno y el énfasis en el sur-sureste, las intervenciones diferenciadas según las características de los territorios es la única forma de que sean eficaces. Hay desde luego un cuarto plano enunciado recientemente por AMLO que es una estrategia mesoamericana de desarrollo.
Focalizar. Con tantos anuncios del nuevo gobierno que resaltan aún más la pasividad del gobierno actual, hay un enorme peligro que lleve a confundir lo simbólico de lo significativo. Desde luego que para nada subestimo lo simbólico. Ese es el corazón de un nuevo régimen, porque responde a las demandas más sentidas de los electores. En ese ámbito, acabar con los privilegios y con la corrupción es el eje. Pero el centro de todos los esfuerzos está en la pacificación. Dedicaré mis próximas entregas a esta crucial reflexión.
Efemérides. Para recordar el movimiento estudiantil de 1968 del cual formé parte desde el Consejo Nacional de Huelga como representante de la entonces Escuela Nacional de Economía, estaré haciendo breves reflexiones a lo largo de estos meses. Primera lección central: un gobierno que pierde canales de comunicación y mecanismos de intermediación política con la sociedad activa termina supliendo esa crucial carencia con la represión.

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