viernes, 11 de febrero de 2011

La manta



Luis Javier Garrido

La manta que tendieron legisladores de izquierda en la Cámara de Diputados al iniciarse un nuevo periodo de sesiones ha abierto, acaso sin proponérselo quienes la exhibieron, un debate sobre cuestiones fundamentales para los mexicanos que está generando una nueva crisis en el gobierno calderonista.

1. La manta desplegada en San Lázaro por tres diputados del PT y algunos del PRD durante la sesión del jueves 3, con la leyenda “¿Tú dejarías a un borracho conducir tu auto? No, ¿verdad? ¿Y por qué lo dejas conducir al país?” ha llevado a abrir un triple debate sobre asuntos esenciales. La manta cuestionó a) los rasgos semimonárquicos que guarda el régimen presidencial de México, aunque se pretenda lo contrario, al poner en el centro de la discusión la cuestión del derecho del pueblo a estar informado sobre la salud (física y mental) de quien ejerce el Poder Ejecutivo, como acontece ahora en Italia y en otros países; pero terminó también b) por poner en evidencia el proyecto de la derecha en México por amordazar al Congreso coartando a los legisladores sus derechos constitucionales de libre expresión y de inviolabilidad por las opiniones que manifiesten en el desempeño de sus cargos, y c) por exhibir una vez más, y de manera muy grave, el carácter de absoluta subordinación al gobierno panista que tienen la mayor parte de los medios en México, y a exhibir los mecanismos oficiales de control, todo lo cual hace inexistente el derecho de los mexicanos a la información.

2. El tema de la salud de los gobernantes es, como se ha discutido en otros países, un asunto de interés público por las atribuciones que se les otorgan, y no pueden quienes gobiernan escudarse en la pretensión de que esto se restrinja al ámbito de “lo privado”. Los hombres públicos no pueden tener vida privada impune como lo muestra el caso de Silvio Berlusconi, primer ministro de Italia, amenazado en este 2011 de un proceso judicial por abuso de poder en los espacios de su vida “privada”.

3. En México, más que en otras partes, el titular del Poder Ejecutivo, haya sido o no de facto, ha pretendido siempre situarse más allá de la legalidad escrita y de los reclamos sociales, y esto lejos de cambiar con la alternancia de 2000 se ha agravado, pues aun cuando no tengan los presidentes panistas el mismo poder que sus predecesores priístas, pretenden alcanzarlo, y controlar por otros medios a los gobiernos locales y municipales, a los partidos políticos, al Congreso y a los medios.

4. La salud de un jefe de Estado o de gobierno es una cuestión de interés público, aunque en muy pocos países se haya legislado sobre el tema. En Francia, tras de que el presidente Georges Pompidou murió súbitamente en 1972 luego de ocultar a los franceses durante meses una enfermedad terminal, se ofreció que los titulares del cargo presentarían informes mensuales sobre su salud, lo que demandó entonces François Miterrand, líder de la oposición. Diez años después, paradójicamente, cuando fue elegido al Eliseo, se olvidó de aquel compromiso (moral, que no legal), en particular porque al segundo año de su primer septenato se le diagnosticó un cáncer que ocultó a los franceses, para gobernar debilitado en todos los órdenes durante 14 años, en los que abandonando el programa de la izquierda se plegó ya muy enfermo a los dictados del gran capital hasta que entregó el cargo al derechista Jacques Chirac, en 1994, para morir días después.

5. La respuesta del gobierno ante el asunto no podía haber sido más patética, pues fue de a) negar de manera tajante el señalamiento, lo que corrió a cargo de los columnistas de la derecha en los medios; o de b) sostener que el asunto es de carácter estrictamente “privado”, llegándose incluso a decir, “de seguridad nacional”, lo que es absurdo en el siglo XXI, hasta, finalmente, c) aceptarlo todo tácitamente, pretendiendo que, aun cuando sea cierto, no afecta para nada el desempeño presidencial, como lo hicieron algunos panistas al equiparar a Calderón con Churchill, gran bebedor, y lo intentó hacer el miércoles 9, en inusual conferencia de prensa, el secretario de Calderón, Roberto Gil Zuarth, quien aun cuando calificó lo dicho de “infundios” y “rumores” se esforzó en presentar la imagen de un hombre sano y cumplido.

6. La comparación del Presidente con Winston Churchill, ídolo de la derecha en varios países, es en todo caso bastante desafortunada, pues no es lo mismo un hombre de gran talento político que uno que no lo es, como tampoco un gran bebedor que un dipsómano, al margen de que ahora mismo se señala en varios libros algo más grave, que es el hecho de que la salud tanto de Churchill como la de Roosevelt afectó las negociaciones finales de la Segunda Guerra Mundial. El que fue primer ministro de Gran Bretaña durante el conflicto (1940-1945) y en la posguerra hasta su retiro (1951-1955), negoció en la Conferencia de Yalta en febrero de 1945, junto con el presidente estadunidense Franklin D. Roosevelt, entonces gravemente enfermo –no de los pulmones, como se creía, sino de un cáncer cerebral que lo llevó a la tumba días después–, la división de Europa –y del mundo– con el líder soviético José Stalin, quien no tuvo problema para hacer prevalecer su posición ante sus dos minados interlocutores.

7. La segunda cuestión de gravedad evidenciada por la manta es el carácter de los medios en México, que en su inmensa mayoría se lanzaron a insultar y descalificar al diputado petista Gerardo Fernández Noroña y a sus compañeros, que no hicieron más que ejercer sus derechos constitucionales, cuando la prensa audiovisual está obligada a dar cuenta de lo acontecido y no a tomar partido ni mucho menos a injuriar a los legisladores, como hicieron algunos locutores, en el contexto de la campaña panista que hay de descalificación del Congreso. El despido de Carmen Aristegui de MVS Noticias el domingo 7 por lo que ella calificó de “berrinche presidencial” tras haber tocado el tema, o su posible reincorporación o no a la empresa, no ha logrado por todo más que evidenciar los rasgos fascistoides del gobierno de facto.

8. La tercera cuestión que la manta puso de relieve, en fin, y que es de enorme gravedad, la constituye el nuevo marco reglamentario de carácter totalitario que panistas y priístas están buscando imponerle al debate en las cámaras legislativas, y que no existe en ningún régimen del mundo, buscando sancionar, en contra de los establecido en el artículo 61 constitucional, desde las tomas de la tribuna y las mantas hasta las expresiones de los legisladores, lo que es parte del proyecto de la extrema derecha para fortalecer en México un régimen cada vez más autoritario

9. En el libro 2012: la sucesión, del periodista y novelista Rafael Loret de Mola (Océano, 2010), al ser entrevistado Manlio Fabio Beltrones, jefe de la bancada priísta en el Senado, le dice hablando de 2012: “ya tuvimos en la Presidencia a un payaso –Fox–, y a un inepto –Calderón–”, y agrega “debemos evitar que llegue un loco y acabe por destruirlo todo”, pues “Calderón es, además, un alcohólico que puede estar queriendo colocar a otro como él” (pp. 150-151).

10. La cuestión debe plantearse empero desde otro ángulo. En los graves momentos en que en este 2011 el gobierno de Washington, con el argumento de que el narcotráfico entraña riesgos para su seguridad nacional, se plantea su pretensión de un creciente intervencionismo en México, ¿es aceptable que un hombre enfermo, que además de ser un fanático de derecha está doblegado ante poderes económicos y políticos del exterior, se halle al frente del Estado mexicano?

No hay comentarios:

Publicar un comentario