Este blog es un espacio de información de la Resistencia Civil Pacífica, para romper el cerco informativo y donde hombres y mujeres concientes y comprometidos den a conocer sus ideas y las opiniones que aquí encuentren sirvan para ampliar su criterio y con su participación, unidos y organizados lograr el objetivo: La cuarta transformación de la vida pública en México, Es un Honor estar con Obrador Esperamos tus comentarios colectivo.zocalo1@gmail.com
miércoles, 1 de agosto de 2012
#YoSoy132 y la organización posible
Enrique Dussel 1
“Convocados por una vergüenza que nos afrenta”, comienza el texto que ha conmovido a muchas conciencias en la impresionante declaración del movimiento #YoSoy132 del 27 de julio de 2012 ante las puertas de Televisa (medio monopólico antidemocrático de comunicación denunciado en esa convocaria y mostrada en toda su indigna inmoralidad). Es un texto que pasará a la historia de México, no sólo literariamente espléndido (como siguiendo los pasos del Sub, que sabe que la retórica política puede ser bellamente expresada), sino también por su precisión política. El movimiento merece todo el respeto de los maestros que, como dice un texto semita, debemos “despertar cada mañana con el oído de discípulos”. Sí, discípulos de nuestros discípulos, maestros generosos de una senda de la que tantos políticos viejos sería bueno que aprendieran a caminar.
Con “el oído de discípulo” me permito opinar para agregar un leño al fuego chispeante de la discusión en torno a ¿cómo se organiza el movimiento?
Hace años intervine igualmente sobre este asunto2. Ahí explicaba que casi hace un siglo, en 1918, hubo en la Universidad de Córdoba un movimiento famoso que luchó por la autonomía universitaria y por la representación estudiantil en los órganos directivos de las universidades, y se denominó la Reforma Universitaria. Quizá el mejor fruto de ese movimiento fue la organización que surgió de ese evento central en la vida política del Cono Sur latinoamericano. Víctor Haya de la Torre fundó el APRA en Perú siguiendo sus lineamientos. ¿En qué consistió dicha organización?
En primer lugar, la organización de un movimiento estudiantil político no partidista debe ser flexible, evitando el error de toda fetichización de la institucionalidad: la burocratización, la falta de creatividad, la inmovilidad. Por tanto, debe ser muy fluida, con capacidad de redefinirse sobre la marcha.
Pero, en segundo lugar, debe ser una organización que evite el caos, la no gobernabilidad, y al final la ineficacia estratégica que desmoviliza a la larga a los mejores militantes, que son aquellos que deben llevar de frente una doble responsabilidad: ser buenos estudiantes y buenos militantes políticos apartidistas.
De la Reforma Universitaria del 1918 salió un tipo de organización que deseo explicar, y que es muy simple, y que tuvo y sigue teniendo casi un siglo después gran eficacia y presencia en sus países de origen, porque además es escuela de ciudadanía y de líderes políticos honestos. En cada facultad o departamento (según el tipo de institucionalidad universitaria) se organiza un Centro de Estudiantes de… (p.e. CED: Centro de Estudiantes de Derecho; Cefyl: Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras; Cecip: Centro de Estudiantes de Ciencias Políticas; etcétera). El Centro es el órgano de base. Tiene estatutos muy flexibles: una asamblea con plenos poderes según se la reglamente, una comisión directiva y participativa (con presidencia rotativa) de al menos 10 miembros para permitir la presencia proporcional de diferentes corrientes. Comisiones de los más diversos tipos, desde la formación política hasta las fiestas universitarias.
Estos centros eligen participantes a la Federación Universitaria correspondiente (p. e. la FUNAM: Federación Universitaria de la UNAM; FUAM: Federación Universitaria de la UAM; Fuibe: Federación Universitaria de la Universidad Iberoamericana; etcétera), la cual tiene igualmente una asamblea universitaria, y una comisión directiva y participativa (con una presidencia rotativa) que representa a toda la universidad.
De la misma manera se puede organizar la federación universitaria de todo un estado (p. e. del Distrito Federal; Federación Universitaria del DF [Fudef], o del estado de Chihuahua [FUCH]), con su comisión directiva y participativa (con una presidencia rotativa), etcétera.
Estos Centros y Federaciones deben considerarse hacia dentro de las universidades como organización estudiantil, pero al mismo tiempo deben considerarse hacia fuera como movimiento articulado con otros movimientos, y de esta manera cumplir con la responsabilidad de permanecer en una función de coordinación con otros movimientos sociales apartidistas pero políticos, en cuanto responsables, con tantos otros, del destino de México en la grave situación actual.
Cuando hace poco visitó México la dirigente universitaria chilena no lo hizo sólo de manera personal ni como líder de movimientos sociales, sino como presidenta de la Federación Universitaria de Chile, con plena legitimidad representativa y participativa, pero igualmente como militante de un organismo que puede ser catalizador de otros movimientos sociales y lo está siendo ahí como aquí #YoSoy132. Los estudiantes tienen la capacidad intelectual, teórica y ética, de poder enfrentar al Estado representativo, y tienen la generosidad reconocida por los adultos que les consagra en el liderazgo, pero, además, los mismos adultos ven en ellos a sus hijas e hijos y por ello los respetan y hasta le dan la autoridad que se han ganado en las calles, con la complicidad amable de sus progenitores que sufren quizá más que los propios jóvenes las injusticias del sistema. Por eso tienen un protagonismo incuestionable que deben saber usar.
Ustedes nos han convocado, y nos han testimoniado que “cuando llegamos estaba el mundo y éramos ya un pueblo con hambre y con siglos de opresión”, por eso, ¡queridos estudiantes de #YoSoy132, manténganse unidos y abiertos a los otros movimientos sociales, y organícense, la patria se los encomienda!
1 Filósofo.
2 Véanse los dos artículos sobre “Reforma Universitaria de 2000”, en mi libro Carta a los indignados, La Jornada Ediciones, México, 2011, pp. 230ss.
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