Macroeconomía y bolsillo
Bienestar: 30 años y nada
Otra frase al muro de honor
Carlos Fernández-Vega
D
ada la insistencia, lo único que falta es que en el muro de honor de la Cámara de Diputados en letras de oro se grabe la más famosa, recurrente y fantasiosa frase gubernamental de los últimos 30 años:
que la estabilidad macroeconómica que hemos logrado beneficie el bolsillo de las familias mexicanas, porque su bienestar es el propósito de los cambios. De Miguel de la Madrid a Enrique Peña Nieto (y eso que éste apenas lleva una semana instalado en Los Pinos) tal ha sido el enunciado de batalla que más tardan en pronunciarlo que la realidad en desmentirlo.
Treinta largos años pronunciando, un día sí y el siguiente también, tan noble cuan generoso apotegma, para que al final de cuentas el bolsillo de los mexicanos tenga más agujeros que tela y el bienestar de las familias se concentre en el cada día más estrecho círculo de pudientes. Así, el gobierno entrante apenas tardó tres días para retomar el tema:
la estabilidad que hemos logrado los mexicanos es el punto necesario de partida para construir una política económica que beneficie lo que es más importante, el bolsillo de las familias mexicanas. Y esto sólo se va a lograr si tenemos una economía que no entre en crisis recurrentes, que se mantiene estable, que preserva sus balances fundamentales en lo fiscal, en lo financiero y en el comercio exterior, a través de políticas predecibles y que sean entendidas por los mercados financieros y los actores de la economía(Luis Videgaray, flamante secretario de Hacienda).
Compárese la novedosa declaración del susodicho con las siguientes: “estoy convencido de que si no arreglamos los aspectos más generales de la economía, no podemos asegurar la vialidad económica del país y recuperar el bienestar de las familias. Nos hemos impuesto el camino del realismo económico, porque es la vía apropiada de la solución efectiva y duradera de los problemas y en consecuencia, deber elemental de honestidad política (Miguel de la Madrid, 1982-1988).
Queremos que este crecimiento económico sea con estabilidad para asegurar mayor bienestar entre las familias mexicanas. Habrá que seguir actuando, pero con resultados tangibles (frase utilizada por Enrique peña Nieto en su toma de posesión) que muestren un mejor horizonte para las familias. En materia económica, el reto mayor está en crecer y en que los éxitos de la macroeconomía se traduzcan cada vez más en beneficios concretos para las clases populares y sus familias(Carlos Salinas de Gortari, 1988-1994).
Este será el sexenio del bienestar para las familias. Los beneficios del crecimiento económico deben traducirse en la mejoría efectiva en el nivel y calidad de vida de las familias, en el ambiente de seguridad y confianza social(Ernesto Zedillo, 1994-2000).
Hemos consolidado la estabilidad macroeconómica. Ahora, el desafío inmediato consiste en lograr una economía que se refleje en un mayor bienestar, en la reducción de la pobreza, en empleos y en una mejoría de los ingresos de las familias. Sólo así podremos avanzar más de prisa en la recuperación del nivel de vida de las familias mexicanas(Vicente Fox, 2000-2006).
Se consolidó un entorno macroeconómico saludable y se blindó nuestra economía contra riesgos externos; una economía fuerte y estable es base para el crecimiento sostenido de largo plazo y la generación de más oportunidades de progreso para las familias(Felipe Calderón, 2006-2012). Treinta años de discursos, y el nuevo inquilino de Los Pinos, con el sexto gobierno al hilo, promete más de lo mismo y transita por la misma ruta retórica.
En vía de mientras, la realidad se asoma:
cada vez son más las personas que aun haciendo uso de todo su ingreso laboral, no pueden adquirir una canasta alimentaria, amén de que el ingreso de la mayoría de los mexicanos se ha encogido, dejando para mejor ocasión aquello del
bienestar para las familias, los
resultados tangiblesy la
exitosapolítica económica. Para no ir más lejos, el sexenio calderonista tuvo a bien generar 15 millones adicionales de pobres, y a estas alturas más de la mitad de los mexicanos sobreviven en tan precaria condición, algo verdaderamente dramático que el gobierno adereza con frases célebres.
Por medio de su índice de la tendencia laboral de la pobreza (ITLP), el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) reporta que al cierre del tercer trimestre de 2012 se incrementó 4.2 por ciento, a tasa anual, el número de mexicanos que, aun aplicando la totalidad de su ingreso laboral en la compra de alimentos, no pudo adquirir la canasta alimentaria. De acuerdo con dicha institución, el deterioro se explica por el aumento que, de junio a septiembre del presente año registraron los precios de los principales alimentos.
Así, del tercer trimestre de 2008 (comienzo de la crisis) a igual periodo de 2012, la proporción de mexicanos que no puede adquirir la canasta alimentaria con su ingreso laboral se incrementó 17.4 por ciento,
es decir, las afectaciones por la crisis económica y alimentaria, ocurrida a finales de 2008, siguen sin ser revertidas. Las entidades federativas que mayor deterioro reportan en ese lapso son Baja California (57.2 por ciento), Nuevo León (56.9), Tamaulipas (43.4), Quintana Roo y Baja California Sur (41.1 por ciento, en cada caso).
Lo anterior habla del importante crecimiento que han tenido los precios de los alimentos, a la par del marginal aumento de los ingresos laborales.
Sobre esto último, el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas reporta que, de acuerdo con el IMSS, al cierre de octubre pasado el salario básico de cotización promedio se redujo 0.3 por ciento en términos reales, la segunda mayor contracción desde noviembre de 2010. Comparado con octubre de 2008 (comienzo de la crisis), dicho salario acumula una pérdida real de 0.8 por ciento. Por sectores de actividad económica, los servicios para empresas y personas, así como los transportes y comunicaciones presentaron la mayor reducción salarial: 1.3 y 1.2 por ciento, respectivamente.
En suma, el poder adquisitivo de los trabajadores sigue deprimido y continúa con una tendencia decreciente. Tan sólo en los últimos cinco meses el salario ha presentado cuatro caídas anuales y una disminución promedio de 0.2 por ciento.
Las rebanadas del pastel
Entonces, al muro de honor.
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