El albazo de Monreal
Protesta o silencio cómplice
Cambio y honestidad, en riesgo
Miguel Ángel Velázquez
R
icardo Monreal Ávila, jefe delegacional de Cuauhtémoc, sabe, nos comentan, que tiene asegurada la derrota en la encuesta que efectuó Morena para escoger a su candidato para la jefatura de Gobierno de la ciudad, y por eso inventó lo de la encuesta que lo coloca como ganador.
Quienes afirman esto no conocen ni la metodología para sacar la medición ni mucho menos los resultados, pero advierten que si Monreal tuviera la certeza de que la gente de la ciudad lo apoya, no hubiera tenido que recurrir al albazo para tratar de influir en el elector, o bien para ensuciar la encuesta en la que, todo parece indicarlo así, el zacatecano no tiene confianza; pero hay algo más: la descalificación de quien pudiera ser electo.
La cantaleta ya la podemos escuchar: Monreal, o cualquiera de los miembros de su equipo, se encargará de decir que la encuesta de Morena no fue más que una cortina de humo para ocultar el dedazo de Andrés Manuel López Obrador sobre alguno de los otros tres.
El argumento habrá de apoyarse en la encuesta que se hizo sobre pedido de Monreal, y que, como debe ser, da como triunfador al que paga. Con este esquema el más dañado será el partido político, que en automático será calificado de ser igual que los demás.
Así las cosas, lo que más preocupa es que los precandidatos –es decir, Claudia, Martí y Mario– quieran, por lo que se ha visto hasta ahora, cargar con el sambenito de que su triunfo, si así se diera, sería nada más producto del dedazo y no de la voluntad de la gente.
Y lo más curioso, tampoco podrán decir, en caso de que el triunfador fuera Monreal, que se recurrió a una práctica deshonesta, porque no se atreven a hacer pública su protesta –que sí han hecho en conversaciones privadas–, y con ello, por si no fuera suficiente, habrán de avalar, junto con la dirección del partido, una de las prácticas más deleznables de la democracia neoliberal.
Hoy podrían darse a conocer los resultados de la encuesta y la presidencia del partido tampoco se ha pronunciado oficialmente, por lo que desde cualquier óptica política resulta en su perjuicio y sella una forma de conducción en los procesos electorales internos que pesarán, y mucho, en los hombros de una organización que tiene como mejor oferta el cambio y la honestidad.
Así que si no hay corrección ahora y en adelante, se podrá decir
bienvenido el albazoy con él todas las prácticas sucias de las que la gente de la capital, y de todo el país, está seguramente harta.
En fin, como ya habíamos comentado, Morena se juega una carta fundamental en esta encuesta, pero, además, se juega el futuro de la izquierda en el Gobierno de la Ciudad de México, porque si una cosa así se deja pasar, el electorado sabrá que Morena tampoco es la opción que tanto se ha buscado, y con ello las posibilidades de que el elector busque alternativas en la derecha crecerá de manera irremediable, así que, por favor, un poco de responsabilidad frente al hecho, si son tan amables.
De pasadita
Y lo peor, si seguimos con lo que arriba tratamos de explicar nos daremos cuenta de que el elector no tiene muchas alternativas; es más, ni los
candidatos independientes, que se han convertido en clavos calientes de los que se agarra la sociedad para exhibir su rechazo a las organizaciones políticas, podrán servir de mucho en este caso.
Ya por ahí andan sueltos algunos nombres de quienes le quieren entrar al toro de la ciudad. Lo malo es que están tan quemados, cuando menos dos de ellos, que al saberse de quienes se trata se ponen los pelos de punta: Demetrio Sodi y Ricardo Pascoe. Ni como ayudarles.
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