El predecible Monreal
Descrédito perredista
El tiempo de Barrales
Miguel Ángel Velázquez
R
esulta tan predecible el accionar político de Ricardo Monreal, que ahora que nos preguntan si sabíamos algo de lo que sucedió con la encuesta de Morena y la pataleta del delegado en Cuauhtémoc podemos contestar que no, pero que resultaba evidente que la desmedida ambición del zacatecano lo haría transitar por senderos ya experimentados en algunos otros capítulos del interés obsesivo del que son presa los políticos que tienen como único fin alimentar el ego.
Claro que ahora Monreal buscará convertirse en candidato del PRD a la jefatura de Gobierno, y para ello ya tiene listas las encuestas, incluidas las que mandó a fabricar para él mismo, y las que mostrará a los perredistas interesados en impedir que Alejandra Barrales se convierta en la candidata de los amarillos.
Y para eso, desde hace tiempo ha tocado puertas en casi todas las oficinas del gobierno de la ciudad y se ha reunido con algunas de las cabezas visibles de ese partido para tener una vía de escape segura frente a la posibilidad, ahora convertida en hecho, de que él no fuera el candidato de Morena.
En todos esos ámbitos se le ha escuchado, y dentro del partido hay una división entre quienes dicen que será su mejor candidato y quienes se muestran renuentes a cometer un nuevo error con costos letales para el organismo. El descrédito que ha ido acumulando Monreal no parece la mejor opción para el que ya acarrea el partido a causa de los chuchos.
Y no es todo. Hasta donde sabemos, el bejaranismo ha ido estudiando cada uno de los pasos que se han dado en favor del PAN y de Monreal, y está dispuesto a abandonar el partido si se aprueba alguna posible alianza con los azules, y según nos cuentan, también rechazarían a Monreal, quien tiene muchas deudas políticas con la gente de esa corriente que, para ser más claros, trabaja en la delegación Cuauhtémoc y no obedece al interés político del delegado.
Pero lo que no se perdonaría, de ninguna forma, es que el PRD abandonara a su actual presidenta, Alejandra Barrales, que ha aguantado de todo y que hasta ahora ha podido administrar los odios y los intereses turbios que pululan entre los amarillos. Barrales se la ha ganado, y como dijo el clásico: ya se la arrebataron una vez, y no se la volverán a arrebatar.
El asunto ahora es que quienes la arroparon frente al primer descalabro, hoy mirarían con simpatía hacia la opción Monreal, porque lo que no entendió Barrales es que entre esas filas la deslealtad es moneda de uso corriente, y los apoyos sólo duran el tiempo que la caja registradora de la política suma en favor de quienes la manejan.
La posibilidad de que el PRD juegue a una estrategia de ganar credibilidad y oxígeno para seguir respirando en la escena política tendrá que ver, entonces, con las decisiones que se tomen ya, y la asfixia puede ser el resultado de alguna de ellas. Por lo pronto, va ganando el no para Monreal y para el PAN, pero aún no hay nada escrito.
No obstante, Monreal, quien ahora invoca la voluntad de la gente para dar el siguiente paso, sabe que nadie, o muy pocos, le pedirían que fuera el candidato del PRD, por lo que no tardará en declararse independiente para justificar que los amarillos, y algún otro, en esa absurda idea de los candidatos y gobiernos de coalición, se sumen a su candidatura. Nada nuevo, eso ya está en el script.
De pasadita
Juran en Morena que ninguno de sus militantes podrá competir para dos cargos al mismo tiempo; es decir, que los nombres de quienes buscan algún puesto de elección no deberán estar en dos listas a la vez.
Esto por el problema que surgió luego de que algún nombre parecía repetirse en dos listas, la de posibles candidatos al Senado y la de alcaldes. No será así. Quienes busquen un lugar tendrán que estar seguros de que solamente podrán competir por ese que escogieron, y no parece tan mal, lo que resultaría muy peligroso es que se pudiera iniciar un proceso de discriminación que afectaría a Morena, porque alguna de esas prácticas fueron las que infectaron al PRD. Qué bueno si no es así.
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