sábado, 26 de agosto de 2017

Gobierno de coalición ¿salida desesperada?

Bernardo Bátiz V.
H
ace dos días Morena definió que la encargada de la organización de su partido en la Ciudad de México será la delegada de Tlalpan, Claudia Sheinbaum; su designación para esa encomienda surge de una competencia con dos candidatos bien posicionados y, sin duda, con méritos propios. La encuesta tomó en cuenta no sólo quién de los tres es más conocido, sino cuál tiene más puntos positivos ante la opinión pública y menos negativos. Con objetividad, se puede decir que se trata de un acierto más del partido, el cual se consolida como la primera fuerza en la capital,
Morena tendrá una excelente encargada de organización en la capital y dos muy buenos elementos para otras de las muchas exigencias que afrontará. La ganadora cuenta con preparación, experiencia y carácter; el partido conserva a dos dirigentes listos a cubrir otros cargos y encomiendas. La competencia fortaleció y no dividió. En la capital Morena lleva ventaja a los demás partidos y en la última elección en que participó, la de diputados constituyentes el año pasado, obtuvo la votación más alta y demostró organización y fuerza.
Esto ha provocado que sus contrincantes, otros partidos con presencia en la capital, busquen cómo detener el crecimiento de este movimiento que desde que obtuvo su registro como partido hace apenas tres años, no ha dejado de crecer. Alarmados, sus competidores buscan preocupados fórmulas que les permitan frenarlos. Una de ellas es la que impulsaron y lograron incorporar a la Constitución promulgada el 5 de febrero de este año; se trata de la aparentemente novedosa institución del gobierno de coalición; en el debate en la asamblea, pretendieron llegar a más, a que para ciertos casos la fórmula fuera obligatoria, sin embargo, se logró que el hecho de incursionar por este mecanismo de unión de partidos diferentes sea optativo y de ningún modo forzoso.
En efecto, se aprobó en la Constitución que el jefe de Gobierno podrá optar y nunca verse constreñido a incluir en su gobierno a representantes de otros grupos parlamentarios. El artículo 34 inciso B, numeral 1, dispone lo siguiente: La persona titular de la jefatura de Gobierno podrá optar, en cualquier momento, por conformar un gobierno de coalición con uno o varios de los partidos políticos representados en el Congreso de la Ciudad, de acuerdo con lo impuesto por la ley, a fin de garantizar mayoría en la toma de decisiones de gobierno, así como la gobernabilidad democrática.
Por su parte, el PRI en la Asamblea Legislativa de la ciudad, presentó en días pasados, por conducto del diputado José Encarnación Alfaro, un proyecto de Ley Orgánica de la Administración de la Ciudad, que contiene algunas reglas encaminadas al famoso gobierno de coalición. En mi opinión, la búsquela de esta fórmula es una muestra de debilidad de los partidos que la proponen.
Tiene un parentesco innegable con el Pacto por México y sus antecedentes remotos están en la génesis del PRI, que resultó de un arreglo entre las diversas facciones armadas de la Revolución; lo ideó Plutarco Elías Calles para unificar a los generales sobrevivientes y evitar que siguieran los enfrentamientos y los cuartelazos. La fórmula fue completada con la inclusión obligatoria en las filas del partido oficial de burócratas, obreros, campesinos, militares y el llamado sector popular.
Actualmente no es el caso; urge un cambio no violento, hay un procedimiento con muchas deficiencias, pero pacífico y democrático, y lo que se requiere hoy es un cambio a fondo, por la vía electoral, con la participación de los ciudadanos y no mediante arreglos cupulares y componendas; de ninguna manera se debe prolongar mediante argucias e instituciones aparentemente novedosas el sistema decadente que ha demostrado ser ineficaz, injusto e inútil para sacar adelante al país.
(Nos despedimos de Federico Ruiz López, panista de la vieja cepa, antiguo compañero de lucha. Mi pésame a su familia.)

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