Empleo: ¿buenas noticias?
Informalidad no desciende
Videgaray-Meade, frívolos
Carlos Fernández-Vega
L
a buena noticia, informa el Inegi, es que en julio pasado la tasa oficial de desocupación nacional –que no de desempleo– descendió a 3.2 por ciento de la población económicamente activa (PEA), una proporción similar a la de junio y 0.6 puntos porcentuales menor a la de igual periodo de 2016. En tanto, la tasa de subocupación se redujo de 7.9 a 6.4 por ciento en los pasados 12 meses y la de informalidad laboral (57.1 por ciento) no reportó cambios en el lapso de referencia.
Vista desde las alturas esa es la buena nueva, que va de la mano con la presunción del gobierno peñanietista de que
nunca como ahora se han generado tantos puestos de trabajo(aunque nunca aclara cuántos son realmente de nueva creación y cuántos, ya existentes, sólo se formalizaron), es decir, cerca de 3 millones de plazas.
Sin embargo, a la hora del detalle la buena noticia se desmorona, porque, como lo explica el Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN) del Tecnológico de Monterrey, campus estado de México,
las condiciones del mercado laboral no han experimentado una mejora importante. Si bien la población ocupada continúa incrementándose, la mayoría de los trabajadores se encuentra laborando en una actividad informal, además de que la cantidad de personas que perciben más de cinco salarios mínimos al día sigue descendiendo.
En su análisis semanal, del que se toman los siguientes pasajes, el CIEN señala que información del Inegi da cuenta de que el número de personas ocupadas continúa en aumento (1.5 por ciento en términos anuales), pero resalta el hecho de que el 57 por ciento de los ocupados se encuentra laborando en el sector informal, cifra que sólo ha logrado disminuir un punto porcentual desde el último trimestre de 2014, de tal forma que la estrategia empleada para combatir la informalidad ha carecido de efectividad.
Otro elemento que no ha sido atendido favorablemente es el correspondiente a las remuneraciones salariales. Alrededor de 24 por ciento de la población ocupada gana entre dos y tres salarios mínimos al día, lo cual contrasta con que sólo 6 por ciento de los ocupados percibe más de cinco salarios mínimos; incluso, la población que no recibe remuneración por su trabajo asciende a 7 por ciento, de tal forma que hay más trabajadores que no obtienen un ingreso salarial que aquellos que se encuentran en el rango de las percepciones más altas.
Más de la mitad de la población en edad y condición de trabajar se emplea en el sector informal, por lo que será muy difícil que las tasas de crecimiento de la economía evolucionen de manera sostenida. Laborar en la informalidad resta competitividad al país, además de que los trabajadores carecen de las prestaciones de ley que les proporcionarían una mejor calidad de vida.
La precarización salarial es otro asunto que urge resolver, ya que si las remuneraciones no retribuyen lo suficiente para satisfacer las necesidades de los trabajadores, se incrementarán las cifras de subempleo, de manera que las personas que ya cuentan con un trabajo formal buscan una fuente adicional de ingreso en la informalidad, lo que agrava dicho problema y limita el potencial de crecimiento económico.
De acuerdo con la más reciente Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, la PEA de nuestro país aumentó uno por ciento del segundo trimestre de 2016 al mismo periodo de 2017 por lo que actualmente asciende a 54 millones 68 mil 791 trabajadores.
A pesar de que la cantidad de personas ocupadas continúa incrementándose, no ocurre lo mismo con la magnitud de las percepciones salariales. Si bien la cantidad de trabajadores que no recibe ingresos se redujo en 2.3 por ciento y las personas que cuando mucho ganan un salario mínimo disminuyó 5.6 por ciento, los trabajadores que devengan más de 5 salarios mínimos registraron la reducción porcentual más significativa (6.4 por ciento).
De hecho, los trabajadores que se encuentran dentro de dicho rango salarial representan la proporción más baja del total de la población ocupada por nivel de ingresos. En cambio, la cantidad de personas que gana de uno y hasta dos salarios mínimos registró un aumento anualizado de 2.9 por ciento y representa la mayor proporción con respecto al total (31 por ciento), con lo que queda claro que las condiciones salariales del mercado laboral mexicano continúan precarizándose.
Adicionalmente, en materia de prestaciones laborales el ejemplo más evidente ocurre al revisar la información sobre la condición de acceso a las instituciones de salud. Si bien el número de personas que carece de dicha prestación exhibió un incremento anual de sólo 0.6 por ciento y los trabajadores que cuentan con acceso aumentó 2.8 por ciento, todavía el número de personas que no tienen acceso a dichas instituciones es muy superior (32 millones) al de aquellas que sí cuentan con ese derecho (19 millones).
Otro elemento a considerar es que si bien alrededor de 45 por ciento de los trabajadores subordinados y remunerados cuentan con un contrato por tiempo indefinido, cerca de 44 por ciento no posee un contrato escrito.
Desde el arranque mismo del sexenio peñanietista se prometió el
combate frontala la informalidad laboral, pero resulta notorio que no ha rendido frutos. El total de personas ocupadas en dicho sector reportó un incremento anualizado de 0.3 por ciento, situación que se traduce en que alrededor de 57 por ciento de las personas ocupadas se encuentra en el sector informal, lo cual no solo va en detrimento de los trabajadores al complicarles el acceso a diferentes prestaciones como el ahorro para el retiro o un crédito para la vivienda, sino que también le restan competitividad a la actividad económica del país.
Entonces, ¿buena noticia?
Las rebanadas del pastel
En la feria del autoelogio descarado y frívolo los integrantes del gabinetazo son expertos y se sirven con la cuchara más grande, pero a la hora de informar qué acuerdan y cómo negocian los asuntos de interés nacional (como en el que ellos mismos presentan como
el más importante y decisivo para el país, el TLCAN), entonces de inmediato cierran las puertas, ponen los candados y sin más invocan
confidencialidadpara que nadie se entere. Allí está el grotesco espectáculo de la
develación de retratosde Luis Videgaray y José Antonio Meade, ampliamente promocionado y con alto contenido de futurismo político. Pero cuando los mexicanos exigen saber qué y cómo negocia el gobierno y el precio a pagar, entonces todos mudos y sordos.
Twitter: @cafevega
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