jueves, 24 de agosto de 2017

Opiniones atendibles de un priísta

Octavio Rodríguez Araujo
M
anlio Fabio Beltrones, en entrevista de El País (22/8/17), dijo: Si algo le puede hacer daño al PRI es desdoblarse hacia la derecha, como le sucedió al PRD, que con sus alianzas electorales con sus opuestos se diluyó y fortaleció otra opción, Morena. El PRI está obligado históricamente a desdoblarse hacia la izquierda, como un partido progresista, no como un grupo conservador. De ahí la importancia de la postulación de un candidato. Si el candidato que resuelva el PRI es de carácter conservador, no laico y gira a la derecha, el PRI perderá su esencia.
La declaración del priísta es interesante, en primer término, porque acusa al PRD de haber fortalecido a Morena al desdoblarse hacia la derecha y buscar alianza con sus opuestos, es decir, con el PAN. En segundo lugar porque está aceptando que entre sus militantes antiguos no está el posible candidato que pudiera darle puntos ventajosos en la elección presidencial del año próximo. Insinúa, sobre todo en el contexto de la entrevista, que ese candidato podría ser José Antonio Meade, actual secretario de Hacienda. Se entiende que este personaje no ha militando en el PAN, en cuyo gobierno participó en altos puestos, ni en el PRI, donde también ha ocupado cargos muy relevantes. Meade no es el único en quien han pensado, pero sí es el que se menciona más como posible candidato. ¿Por qué uno sin militancia, pero que pueda aceptar los principios y programas del priísmo? No porque no existan otros posibles, sino para no dividir al partido que, según el mismo Beltrones, no se une por disciplina sino por acuerdos. Esto suena a canción trillada, pero el PRI nunca ha sido monolítico y siempre, incluso en tiempos del dedazo, los acuerdos se daban para escoger al candidato presidencial y luego, hasta donde sé, se imponía la disciplina, en este orden.
Sin embargo, la propuesta implícita de Beltrones tiene un problema. Si su partido se quisiera desdoblar hacia la izquierda con miras a un gobierno de coalición, con el que dice simpatizar, ¿con qué partido buscaría alianzas? Con el PRD no, pese a que su proyecto de alianza con el PAN todavía no se concreta, sino porque el partido amarillo ha declarado, por voz de varios de sus dirigentes, que su lucha es contra el PRI y lo que representa y contra Morena. ¿Con sus aliados de los últimos tiempos, como el Verde y el Panal? Tampoco, no por lo menos en una tendencia progresista que estos partidos no representan. ¿Con Morena? Es impensable y no creo que López Obrador pudiera estar de acuerdo. No hay otro partido progresista, por lo que el PRI tendrá que ir solo y, en el mejor de los casos, con sus comparsas de elecciones pasadas si éstas aceptan, pues ahora el tricolor está en su peor momento aunque en mejor posición que el PRD. De ahí que busque una mejor cara con un candidato que parezca independiente y que éste le dé más votos que si se decantara por un viejo priísta o por alguien muy quemado por sus nexos con Washington.
Beltrones piensa que un gobierno de coalición se puede lograr aunque en la elección los partidos vayan separados, es decir, después, con la conformación del Congreso de la Unión donde ningún partido tendrá la mayoría calificada por sí mismo. El Pacto por México, señaló, fue un gobierno de coalición voluntarioso y no establecido en la Constitución. Por eso es que fue efímero. Duró lo suficiente como para permitir las reformas, pero no duró lo suficiente para asegurar la permanencia del gobierno de coalición que se había pensado con el pacto. Otra vez el priísta parece acertar, pues ciertamente las reformas se llevaron a cabo pero la coalición se rompió al jalar para su lado cada uno de los partidos firmantes además del PRI. Empero, el PRD perdió imagen de partido progresista y terminó a la zaga del PAN, regalándole votos a cambio de migajas. Véase el caso de Quintana Roo, por ejemplo: de casi 30 miembros en el gabinete del actual gobernador, sólo dos son del PRD, los demás son del PAN. No parece haber sido un buen acuerdo. Y así hubo otros intentos de coalición con similares resultados.
El PRI está mal ubicado en las encuestas conocidas hacia la Presidencia del país. El PAN tiene el problema de una división cada vez mayor entre Anaya y Zavala; el PRD quiere más de lo que puede lograr y Morena, en cambio, parece estar mejor ubicado aunque no hay indicios de que pueda ganar holgadamente el Poder Ejecutivo ni la mayoría simple del Congreso en sus dos cámaras. El deseado gobierno de coalición, ahora en la moda de la política del siglo XXI en las democracias llamadas occidentales, tendrá que esperar mejores tiempos en México, tal vez dependiendo de quién gane la Presidencia.

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