Optimismo y economía // Jueces, aliados del crimen
Carlos Fernández-Vega
P
or optimismo no paramos, y el presidente López Obrador está convencido de que en materia económica
ya tocamos fondo y hay indicadores buenos; vamos hacia arriba y vamos a salir adelante; puedo decir con seguridad que a partir de julio empezamos a recuperarnos y ésa es una muy buena noticia. Música para los oídos, pero con pies en la tierra.
Desde mediados de 2018 se sabía que la caída económica en México y en el mundo era cuestión de meses, pero llegó el ya famoso bicho y aceleró el deterioro. Desde aquel año nadie se atrevió a pronosticar ya no se diga un periodo de jauja, sino una estabilidad medianamente aceptable y manejable, pero llegó el Covid-19 y arrasó. A nivel global todo está destartalado, aunque cierto es que tarde que temprano el planeta superará las terribles condiciones en que se encuentra. Más nos vale.
En vía de mientras, y siempre con el objetivo de apoyar a las familias más necesitadas, el presidente López Obrador anunció que
se inició un operativo para entregar por anticipado cuatro meses de pensión a adultos mayores y a niñas y niños con discapacidad. Esto significa destinar más de 40 mil millones de pesos para que nuestros adultos mayores tengan algo de ingresos, que tengan algo que los ayude. El erario al servicio de los ciudadanos, no de los grandes corporativos.
Entonces, debemos ser optimistas, sí, pero con todas las reservas del caso. Por ejemplo, el Instituto para el Desarrollo y el Crecimiento Económico –de cuyo análisis se toman los siguientes pasajes– advierte que
la inercia de la economía es recesiva, por lo que se requieren de nuevas medidas de política económica para superar el momento que vive el país; la economía mexicana vive un momento que definirá la tendencia de su evolución durante los próximos tres años.
En su conjunto, los indicadores adelantado y coincidente presentan el camino por seguir: la reactivación de la economía mexicana dependerá del soporte que se otorgue al sector productivo, es decir, del entorno y de los apoyos que se generen para el sector real de la economía: la creación de empleo depende de la producción que se realice en el país, ya sea para el mercado interno o para la exportación. La comercialización de esa producción tiene una estrecha relación con la capacidad de compra de la población.
México no puede incidir en la recuperación del empleo en el extranjero, particularmente en Estados Unidos, pero sí puede hacer dos cosas: crear las condiciones propicias para que el mercado laboral nacional recupere el millón de empleos formales perdidos entre marzo y mayo, e incidir para que los 13 millones de mexicanos que están en la informalidad encuentren una ocupación en la economía formal. Toda crisis erosiona la disponibilidad de recursos para los hogares, las empresas y el propio gobierno, por ello se debe evitar que la contracción económica siga avanzando.
Además, contribuir a mejorar las capacidades productivas, competitivas y de calidad en las empresas que exportan a mercados que tienen mayor capacidad de compra y en donde la economía tiene un mejor desempeño. Ambos aspectos tienen elementos en común: política industrial, financiamiento de la banca de desarrollo y construcción de un acuerdo nacional que permita eliminar las discrepancias que inhiben el desarrollo de México.
Oportunidades y retos del T-MEC también dependen de lo anterior: el tratado es un acuerdo comercial que puede favorecer a México si se crea un entorno favorable para la inversión productiva, por lo que se requiere poner en marcha un programa de reactivación que evite una mayor afectación a un tejido socialque se deterioró durante los pasados 50 años.
Las rebanadas del pastel
En eso de la lucha contra el crimen organizado, los jueces reportan muchos logros, pero en sentido contrario al que están obligados, es decir, siempre resultan favorables a los delincuentes. El balance es terrorífico: todos los capos gozan de los
favores(no gratuitos, desde luego) de alguno de los
representantes de la ley, y siguen tan campantes.
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