Reforma laboral: cero y van tres
Pinochetización del empleo
Ardió París, ¿arderá México?
Carlos Fernández-Vega
Javier Lozano, titular de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, en conferencia de prensa. Imagen de archivoFoto Carlos Ramos Mamahua
Con el carisma y la inteligencia que lo caracterizan, el secretario calderonista del desempleo, Javier Lozano Alarcón, se dio a la tarea de convencer a propios y extraños que la rediviva ley Abascal está llena de bondades (para los patrones), y a las futuras víctimas de tal iniciativa el aprendiz de verdugo consultó: “¿qué prefieren, someterse a prueba o quedar desempleados?; pregúntenle a los jóvenes, a las mujeres, a los adultos mayores de 40 años, que luego por falta de capacitación no les dan empleo. ¿Qué prefieren? ¿Ponerse a prueba para demostrar que sí pueden; decir ‘yo me someto a la capacitación’ (...) trabajar tres días a la semana en un centro turístico, o que no haya empleos?”
De nueva cuenta el panismo arremete descaradamente contra los trabajadores y les presume como nueva la fallida iniciativa de ley presentada por la bancada blanquiazul en San Lázaro a mediados de 1995 (copia mexicanizada de la “reforma laboral” pinochetista); es decir, la misma que en 2002, maquillada y adornada con estampitas de santos, intentó colocar monseñor Carlos Abascal (ahora sentado a la diestra del Altísimo) como secretario foxista del Trabajo. Y como la nueva intentona es más que descarada, qué mejor que el facha Lozano Alarcón para encargarse del numerito y la cara dura.
Con esta iniciativa el desahuciado gobierno calderonista pide a gritos que la protesta ciudadana alcance el nivel registrado en la primavera francesa de 2006 (arde París) durante el gobierno de Jacques Chirac, cuando a su ultraderechista primer ministro Dominique de Villepin se le ocurrió la brillante idea de impulsar un decreto, disfrazado de “reforma laboral”, conoci- do como contrato de primer empleo (CPE), por medio del cual descaradamente privilegiaba a los patrones, legali-zaba el despido, sin más, y condenaba a los trabajadores, especialmente a los jóvenes, a “someterse a prueba o quedar desempleados”, como diría el tres veces P pianista poblano. ¿Qué tanto van de la mano el CPE del ex primer ministro francés, la intentona panista de 1995, la ley Abascal y/o la –llamémosla así– Ley Lozano? Idénticas en el fondo, con mínimas diferencias en la forma.
¿Qué pasó con el CPE y con Dominique de Villepin? Tras varias semanas de intensas cuan multitudinarias movilizaciones en toda Francia, y la permanente protesta de sindicatos, estudiantes y mili- tantes de la izquierda gala, así como el emplazamiento a una huelga general, entre otras actividades, el decre- to disfrazado de “reforma laboral” se fue al caño, de la mano del primer ministro francés y sus aspiraciones presidenciales (similares, aunque mucho más reales, a las de pianista poblano). Como se dijo en su momento, de tiempo atrás sobran elementos para una combustión laboral en Francia, como en tantas otras naciones europeas. ¿No sucede lo mismo en México? Es la cerrazón de una derecha recalcitrante en la que otros gobiernos se reflejan: persiguen objetivos similares en materia laboral, y cínicamente les llaman “reformas”.
Nada nuevo bajo el sol, pero el cínico secretario calderonista del desempleo pregunta a los futuros afectados por el tercer capítulo de la “reforma laboral” panista: “¿qué prefieren, someterse a prueba o quedar desempleados?” Han transcurrido tres años y pico de la “presidencia del empleo”, durante la cual el desempleo ha sido la norma. De 2006 a 2009, la población económicamente activa se incrementó en alrededor de 2 millones 600 mil mexicanos, quienes intentaron incorporarse por primera vez, con prueba o sin ella, al mercado laboral del sector formal de la economía. El resultado es desastroso: en ese lapso sólo se generaron 25 empleos formales (registrados en el Instituto Mexicano del Seguro Social, IMSS); es decir, 0.96 por ciento de la demanda real, o lo que es lo mismo, apenas 695 de las cien mil nuevas plazas laborales que mensualmente exige la población, sin considerar rezagos.
Sólo en ese periodo y para la población que por primera vez se incorporó al mercado laboral, el gobierno calderonista, y amigos que lo llevaron a Los Pinos, registra déficit de 2 millones 975 mil plazas formales; pero el desfachatado Lozano alegremente declara que “estamos a punto de recuperar lo perdido en materia de empleo… Parte de estos signos de recuperación de la economía mexicana está vinculada con la evolución del empleo, basada en los datos y en los registros que se tienen en el IMSS”; es decir, los mismos datos y registros que documentan que en tres años de calderonato apenas se atendió 0.96 por ciento de la demanda de plazas laborales en el sector formal de la economía.
En el primer trienio de Ernesto Zedillo –también con crisis, devaluación y catarrito– la generación de empleo en el sector formal de la economía, registrado por el IMSS, sumó 235 mil 457 plazas (promedio de 78 mil 485 por año), alrededor de 8 por ciento de la demanda real; en igual periodo, pero con Fox en Los Pinos, se cancelaron 545 mil 203 puestos de trabajo (promedio de 181 mil 734 por año) y con Calderón a duras penas sumaron 25 mil, o 0.96 por ciento de la demanda. Y se supone que a todos los mexicanos que en ese lapso se quedaron con las ganas nadie les dijo que se sometieran a prueba o quedarían desempleados.
De 1995 a 2009, en números cerrados 12 millones de mexicanos se incorporaron a la población económicamente activa; en ese periodo sólo se registraron alrededor de cuatro millones de empleos formales, 33 por ciento de la demanda real. Así, cerca de ocho millones de mexicanos pasaron al desempleo, la informalidad y/o emigraron al dorado norte en busca de ocupación remunerada. En los dos gobiernos panistas la población económicamente activa creció en casi ocho millones de mexicanos y en ese periodo oficialmente se generaron un millón 228 mil 902. Por dónde se le vea, pues, sólo con una cara muy dura se puede afirmar que “estamos a punto de recuperar lo perdido en materia de empleo”.
Pero Lozano no se quedó allí. También dijo, eufórico: “les puedo decir, finalmente, que al 15 de marzo, el número de trabajadores asegurados al Instituto Mexicano del Seguro Social, tanto permanentes como eventuales, alcanza la cifra de 14 millones 115 mil 536 personas, repito, 14 millones 115 mil 536, de los cuales 88 por ciento se trata de trabajadores permanentes y 12 por ciento de trabajadores eventuales”. Pues bien, resulta que el propio IMSS informó que al cierre de febrero de 2010 el número de empleos registrados fue de 14 millones 204 mil 647, entonces según el secretario de desempleo en la primera quincena de marzo se habrían cancelado 89 mil 111 plazas.
Las rebanadas del pastel
Cómo estará la cosa, que ni el Banco de México le cree a Lozano y su “recuperación del empleo”.
cfvmexico_sa@hotmail.com y mexicosa@infinitum.com.mx
De nueva cuenta el panismo arremete descaradamente contra los trabajadores y les presume como nueva la fallida iniciativa de ley presentada por la bancada blanquiazul en San Lázaro a mediados de 1995 (copia mexicanizada de la “reforma laboral” pinochetista); es decir, la misma que en 2002, maquillada y adornada con estampitas de santos, intentó colocar monseñor Carlos Abascal (ahora sentado a la diestra del Altísimo) como secretario foxista del Trabajo. Y como la nueva intentona es más que descarada, qué mejor que el facha Lozano Alarcón para encargarse del numerito y la cara dura.
Con esta iniciativa el desahuciado gobierno calderonista pide a gritos que la protesta ciudadana alcance el nivel registrado en la primavera francesa de 2006 (arde París) durante el gobierno de Jacques Chirac, cuando a su ultraderechista primer ministro Dominique de Villepin se le ocurrió la brillante idea de impulsar un decreto, disfrazado de “reforma laboral”, conoci- do como contrato de primer empleo (CPE), por medio del cual descaradamente privilegiaba a los patrones, legali-zaba el despido, sin más, y condenaba a los trabajadores, especialmente a los jóvenes, a “someterse a prueba o quedar desempleados”, como diría el tres veces P pianista poblano. ¿Qué tanto van de la mano el CPE del ex primer ministro francés, la intentona panista de 1995, la ley Abascal y/o la –llamémosla así– Ley Lozano? Idénticas en el fondo, con mínimas diferencias en la forma.
¿Qué pasó con el CPE y con Dominique de Villepin? Tras varias semanas de intensas cuan multitudinarias movilizaciones en toda Francia, y la permanente protesta de sindicatos, estudiantes y mili- tantes de la izquierda gala, así como el emplazamiento a una huelga general, entre otras actividades, el decre- to disfrazado de “reforma laboral” se fue al caño, de la mano del primer ministro francés y sus aspiraciones presidenciales (similares, aunque mucho más reales, a las de pianista poblano). Como se dijo en su momento, de tiempo atrás sobran elementos para una combustión laboral en Francia, como en tantas otras naciones europeas. ¿No sucede lo mismo en México? Es la cerrazón de una derecha recalcitrante en la que otros gobiernos se reflejan: persiguen objetivos similares en materia laboral, y cínicamente les llaman “reformas”.
Nada nuevo bajo el sol, pero el cínico secretario calderonista del desempleo pregunta a los futuros afectados por el tercer capítulo de la “reforma laboral” panista: “¿qué prefieren, someterse a prueba o quedar desempleados?” Han transcurrido tres años y pico de la “presidencia del empleo”, durante la cual el desempleo ha sido la norma. De 2006 a 2009, la población económicamente activa se incrementó en alrededor de 2 millones 600 mil mexicanos, quienes intentaron incorporarse por primera vez, con prueba o sin ella, al mercado laboral del sector formal de la economía. El resultado es desastroso: en ese lapso sólo se generaron 25 empleos formales (registrados en el Instituto Mexicano del Seguro Social, IMSS); es decir, 0.96 por ciento de la demanda real, o lo que es lo mismo, apenas 695 de las cien mil nuevas plazas laborales que mensualmente exige la población, sin considerar rezagos.
Sólo en ese periodo y para la población que por primera vez se incorporó al mercado laboral, el gobierno calderonista, y amigos que lo llevaron a Los Pinos, registra déficit de 2 millones 975 mil plazas formales; pero el desfachatado Lozano alegremente declara que “estamos a punto de recuperar lo perdido en materia de empleo… Parte de estos signos de recuperación de la economía mexicana está vinculada con la evolución del empleo, basada en los datos y en los registros que se tienen en el IMSS”; es decir, los mismos datos y registros que documentan que en tres años de calderonato apenas se atendió 0.96 por ciento de la demanda de plazas laborales en el sector formal de la economía.
En el primer trienio de Ernesto Zedillo –también con crisis, devaluación y catarrito– la generación de empleo en el sector formal de la economía, registrado por el IMSS, sumó 235 mil 457 plazas (promedio de 78 mil 485 por año), alrededor de 8 por ciento de la demanda real; en igual periodo, pero con Fox en Los Pinos, se cancelaron 545 mil 203 puestos de trabajo (promedio de 181 mil 734 por año) y con Calderón a duras penas sumaron 25 mil, o 0.96 por ciento de la demanda. Y se supone que a todos los mexicanos que en ese lapso se quedaron con las ganas nadie les dijo que se sometieran a prueba o quedarían desempleados.
De 1995 a 2009, en números cerrados 12 millones de mexicanos se incorporaron a la población económicamente activa; en ese periodo sólo se registraron alrededor de cuatro millones de empleos formales, 33 por ciento de la demanda real. Así, cerca de ocho millones de mexicanos pasaron al desempleo, la informalidad y/o emigraron al dorado norte en busca de ocupación remunerada. En los dos gobiernos panistas la población económicamente activa creció en casi ocho millones de mexicanos y en ese periodo oficialmente se generaron un millón 228 mil 902. Por dónde se le vea, pues, sólo con una cara muy dura se puede afirmar que “estamos a punto de recuperar lo perdido en materia de empleo”.
Pero Lozano no se quedó allí. También dijo, eufórico: “les puedo decir, finalmente, que al 15 de marzo, el número de trabajadores asegurados al Instituto Mexicano del Seguro Social, tanto permanentes como eventuales, alcanza la cifra de 14 millones 115 mil 536 personas, repito, 14 millones 115 mil 536, de los cuales 88 por ciento se trata de trabajadores permanentes y 12 por ciento de trabajadores eventuales”. Pues bien, resulta que el propio IMSS informó que al cierre de febrero de 2010 el número de empleos registrados fue de 14 millones 204 mil 647, entonces según el secretario de desempleo en la primera quincena de marzo se habrían cancelado 89 mil 111 plazas.
Las rebanadas del pastel
Cómo estará la cosa, que ni el Banco de México le cree a Lozano y su “recuperación del empleo”.
cfvmexico_sa@hotmail.com y mexicosa@infinitum.com.mx
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