SCJN: Doble “interpretación” de la ley
Anatocismo: bancos sí, ahorradores no
Los ministros y la filosofía Rubén Aguilar
Carlos Fernández-Vega
Pues sí, resulta que los ministros sí decidieron contradecirse y avalar la doble lectura de la ley para un caso igual: dos decisiones opuestas, por obra y gracia de un par de interpretaciones” del máximo tribunal del país; una favorable a los barones del dinero (el anatocismo es legal), otra contraria a los intereses de los ahorradores (el anatocismo no es tan legal), en el entendido de que tasar con el mismo rasero a las partes en conflicto acarrearía “graves repercusiones” al sistema bancario “mexicano” (así lo llamaron, aunque en el país 90 por ciento de tal sistema es extranjero) y “podría crear un precedente” contrario a las instituciones que lo conforman.
Así de sencillo y rápido se “interpretan” las leyes y se fabrican trajes a la medida para los clientes VIP. La Suprema Corte de Justicia de la Nación decidió amparar a Banamex –hoy propiedad del gobierno de Estados Unidos y del Citigroup– y tirar al cesto de la basura la sentencia del Supremo Tribunal de Justicia de Chihuahua (que ahora queda sin efecto por decisión de la SCJN), dictada con base en una demanda presentada por un ahorrador en contra del citado banco, el mismo que en 1987 firmó un contrato de inversión (pagaré con rendimiento liquidable al vencimiento) con la entonces sociedad nacional de crédito (en ese momento una empresa del Estado mexicano) denominada Banco Nacional de México, para que su capital generara intereses y éstos se capitalizaran y, a su vez, generaran intereses.
Pasaron los años, el banco cambió de manos (en 1991 el gobierno salinista lo reprivatizó a favor de Roberto Hernández Ramírez y socios; en 2001 éstos vendieron, libre de impuestos, a Citigroup; y en 2009 el gobierno estadunidense se quedó con la mayor parte de las acciones, tras “rescatar” al Citi, lo que viola la legislación mexicana, pero así se mantiene), la inversión generó y capitalizó intereses, hasta que el ahorrador quiso cobrar el ya abultado monto y la institución estadunidense le dijo que de ninguna manera. De allí la historia se desarrolló en los tribunales, para que tantos años después la Suprema Corte de Justicia de la Nación le otorgara la razón al banco, no al cliente, aunque más de una década atrás esa misma instancia le dio la razón legal a los bancos por hacer lo mismo, pero en contra de la clientela, es decir, capitalizar los intereses para que generaran más intereses en sus adeudos.
Los ministros de la SCJN quedaron satisfechos; también los cabilderos –no precisamente a favor de la nación– de la Secretaría de Hacienda y del Banco de México; y qué decir del sonriente Banamex, ahora con el ex director del Fobaproa como director general del grupo financiero, con lo que no nada más confirma que sólo sus chicharrones truenan, sino se ahorra un dinerito, es decir, los mil 462 millones de pesos reclamados (ahora no tan legalmente, según sentencia de la Suprema Corte) por el ahorrador que ayer mordió el polvo.
¿Qué representa para Banamex la suma requerida por el susodicho ahorrador? Alrededor de 1.3 por ciento de las utilidades netas acumuladas por la institución bancaria de 1998 a 2009, abultadísimas ganancias resultantes, principalmente, del cobro a su clientela de intereses sobre intereses y su capitalización para que generen intereses, es decir, lo mismo exigido por el cliente bateado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, institución que, con base en su decisión de ayer, dará respuesta (de hecho la dio) a otros 150, o más, ahorradores en similar circunstancia con el mismo banco u otros por el estilo (Bancomer entre ellos).
El pagaré con rendimiento liquidable al vencimiento suscrito por Banamex y el ahorrador establecía claramente que “los intereses (generados) le serán renovados el día del vencimiento al mismo plazo”, y especificaba que “de no contar con instrucciones al vencimiento se renovará (en las) mismas condiciones” (plazo y rendimiento). A pesar de lo obvio, los ministros de la SCJN “interpretaron” la ley de acuerdo con la filosofía de Rubén Aguilar, el ex vocero de Fox: lo que el pagaré quiso decir es que se renovaría en las mismas condiciones que fijará el Banco de México, y no en las pactadas por el banco y el cliente. De allí a la sentencia favorable para la institución financiera sólo transcurrió un segundo. Así, el ahorrador recibirá, si bien le va, unos cuantos pesos (se habla de 3 millones, capital original incluido), de los que alrededor de 30 por ciento se los embolsará su abogado, la mismísima ex Ardilla, Diego Fernández de Cevallos.
Y ojo, porque si de leyes se trata la de Ahorro y Crédito Popular advierte (artículo 33 bis): “el principal (capital) y los intereses de los instrumentos de captación que no tengan fecha de vencimiento, o bien, que teniéndola se renueven de forma automática, así como las transferencias vencidas y no reclamadas, que al 31 de diciembre de cada año no hayan tenido movimiento por depósitos o retiros durante los últimos 10 años, contados a partir de dicha fecha, cuyo importe no sea superior al equivalente de 200 días de salario mínimo general diario vigente en el Distrito Federal, prescribirán a favor del patrimonio de la beneficencia pública”.
Dado lo anterior, y con base en la muy peculiar lectura que de las leyes hacen los ministros (para clientes VIP o para la perrada, según sea el caso), vale la advertencia para el cada día más constreñido número de mexicanos con excedentes monetarios: debéis guardar vuestros maravedís bajo el colchón, en una hucha o de plano encontrar cualquier otra variante que no sea el ahorro bancario, porque para como van las “interpretaciones” legales corréis el riesgo de que más pronto que tarde os desplumen y paguéis, en abundancia y como vasallos que sois, por respirar en este paradisiaco reino financiero.
Las rebanadas del pastel
Qué bueno que Hillary Clinton hizo el viaje para aceptar “nuestra responsabilidad compartida”, reconocer que “debemos estar juntos para hacer frente a esta amenaza” y asegurar que “no se trata de reuniones (porque) nuestros presidentes quieren resultados”, pero la trama no se modifica: los gringos ponen los consumidores (más de 20 millones de adictos, y contando), las armas (de todos los colores y sabores, y para los dos bandos: Ejército y narcos mexicanos) y el regaño; México los muertos (17 mil, y contando), la violación de los derechos humanos, los discursos (muchísimos más que los muertos) y la “goliza” virtual (“vamos ganando la guerra contra el crimen organizado”, según dice el inquilino de Los Pinos). ¿Y?
cfvmexico_sa@hotmail.com • mexicosa@infinitum.com.mx
Así de sencillo y rápido se “interpretan” las leyes y se fabrican trajes a la medida para los clientes VIP. La Suprema Corte de Justicia de la Nación decidió amparar a Banamex –hoy propiedad del gobierno de Estados Unidos y del Citigroup– y tirar al cesto de la basura la sentencia del Supremo Tribunal de Justicia de Chihuahua (que ahora queda sin efecto por decisión de la SCJN), dictada con base en una demanda presentada por un ahorrador en contra del citado banco, el mismo que en 1987 firmó un contrato de inversión (pagaré con rendimiento liquidable al vencimiento) con la entonces sociedad nacional de crédito (en ese momento una empresa del Estado mexicano) denominada Banco Nacional de México, para que su capital generara intereses y éstos se capitalizaran y, a su vez, generaran intereses.
Pasaron los años, el banco cambió de manos (en 1991 el gobierno salinista lo reprivatizó a favor de Roberto Hernández Ramírez y socios; en 2001 éstos vendieron, libre de impuestos, a Citigroup; y en 2009 el gobierno estadunidense se quedó con la mayor parte de las acciones, tras “rescatar” al Citi, lo que viola la legislación mexicana, pero así se mantiene), la inversión generó y capitalizó intereses, hasta que el ahorrador quiso cobrar el ya abultado monto y la institución estadunidense le dijo que de ninguna manera. De allí la historia se desarrolló en los tribunales, para que tantos años después la Suprema Corte de Justicia de la Nación le otorgara la razón al banco, no al cliente, aunque más de una década atrás esa misma instancia le dio la razón legal a los bancos por hacer lo mismo, pero en contra de la clientela, es decir, capitalizar los intereses para que generaran más intereses en sus adeudos.
Los ministros de la SCJN quedaron satisfechos; también los cabilderos –no precisamente a favor de la nación– de la Secretaría de Hacienda y del Banco de México; y qué decir del sonriente Banamex, ahora con el ex director del Fobaproa como director general del grupo financiero, con lo que no nada más confirma que sólo sus chicharrones truenan, sino se ahorra un dinerito, es decir, los mil 462 millones de pesos reclamados (ahora no tan legalmente, según sentencia de la Suprema Corte) por el ahorrador que ayer mordió el polvo.
¿Qué representa para Banamex la suma requerida por el susodicho ahorrador? Alrededor de 1.3 por ciento de las utilidades netas acumuladas por la institución bancaria de 1998 a 2009, abultadísimas ganancias resultantes, principalmente, del cobro a su clientela de intereses sobre intereses y su capitalización para que generen intereses, es decir, lo mismo exigido por el cliente bateado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, institución que, con base en su decisión de ayer, dará respuesta (de hecho la dio) a otros 150, o más, ahorradores en similar circunstancia con el mismo banco u otros por el estilo (Bancomer entre ellos).
El pagaré con rendimiento liquidable al vencimiento suscrito por Banamex y el ahorrador establecía claramente que “los intereses (generados) le serán renovados el día del vencimiento al mismo plazo”, y especificaba que “de no contar con instrucciones al vencimiento se renovará (en las) mismas condiciones” (plazo y rendimiento). A pesar de lo obvio, los ministros de la SCJN “interpretaron” la ley de acuerdo con la filosofía de Rubén Aguilar, el ex vocero de Fox: lo que el pagaré quiso decir es que se renovaría en las mismas condiciones que fijará el Banco de México, y no en las pactadas por el banco y el cliente. De allí a la sentencia favorable para la institución financiera sólo transcurrió un segundo. Así, el ahorrador recibirá, si bien le va, unos cuantos pesos (se habla de 3 millones, capital original incluido), de los que alrededor de 30 por ciento se los embolsará su abogado, la mismísima ex Ardilla, Diego Fernández de Cevallos.
Y ojo, porque si de leyes se trata la de Ahorro y Crédito Popular advierte (artículo 33 bis): “el principal (capital) y los intereses de los instrumentos de captación que no tengan fecha de vencimiento, o bien, que teniéndola se renueven de forma automática, así como las transferencias vencidas y no reclamadas, que al 31 de diciembre de cada año no hayan tenido movimiento por depósitos o retiros durante los últimos 10 años, contados a partir de dicha fecha, cuyo importe no sea superior al equivalente de 200 días de salario mínimo general diario vigente en el Distrito Federal, prescribirán a favor del patrimonio de la beneficencia pública”.
Dado lo anterior, y con base en la muy peculiar lectura que de las leyes hacen los ministros (para clientes VIP o para la perrada, según sea el caso), vale la advertencia para el cada día más constreñido número de mexicanos con excedentes monetarios: debéis guardar vuestros maravedís bajo el colchón, en una hucha o de plano encontrar cualquier otra variante que no sea el ahorro bancario, porque para como van las “interpretaciones” legales corréis el riesgo de que más pronto que tarde os desplumen y paguéis, en abundancia y como vasallos que sois, por respirar en este paradisiaco reino financiero.
Las rebanadas del pastel
Qué bueno que Hillary Clinton hizo el viaje para aceptar “nuestra responsabilidad compartida”, reconocer que “debemos estar juntos para hacer frente a esta amenaza” y asegurar que “no se trata de reuniones (porque) nuestros presidentes quieren resultados”, pero la trama no se modifica: los gringos ponen los consumidores (más de 20 millones de adictos, y contando), las armas (de todos los colores y sabores, y para los dos bandos: Ejército y narcos mexicanos) y el regaño; México los muertos (17 mil, y contando), la violación de los derechos humanos, los discursos (muchísimos más que los muertos) y la “goliza” virtual (“vamos ganando la guerra contra el crimen organizado”, según dice el inquilino de Los Pinos). ¿Y?
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