viernes, 14 de septiembre de 2012

Astillero

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Transición de (Familia) Peluche



Obama da línea a EPN



Josefina y los ojos



Voracidad de Sabines



Julio Hernández López


CELEBRACIÓN BLANQUIAZUL. Gustavo Madero, presidente del PAN, y Margarita Zavala, durante la presentación del libro de Luis H. Álvarez (al centro), Corazón indígena: Lucha y esperanza de los pueblos originarios de México, ayer en el auditorio Manuel Gómez Morin del CEN panista Foto Francisco Olvera

Enrique Peña y Felipe Calderón están haciendo cuanto les es posible para dar prueba pública de que se entienden políticamente muy bien y que el traspaso de poder será de terciopelo (o si se prefiere, para dar continuidad a las querencias televisivas tan sabidas del mexiquense, una transición como de Familia Peluche).



Ayer, quien va de salida de Los Pinos y quien está por entrar se volvieron a reunir, con notables ánimos escenográficos, para compartir información y diagnósticos sobre el tema clave de la seguridad pública, justo cuando la violencia entre narcotraficantes, y entre éstos y fuerzas militares, marinas, policiacas y agentes estadunidenses, está nuevamente desbordada. La sesión, que en estricto sentido no parecía tener una razón urgente o inevitable para ser realizada, sobre todo si se toma en cuenta que los grupos operativos de la transición ya habían sido pomposamente instalados para atender cada uno de los rubros del caso (¿o ahora habrá encuentro EPN-FC para dar arranque a cada tema?), tuvo más tarde una referencia imperial notable.



Resulta que Barack Obama se permitió la ligereza de convertirse en vocero de las decisiones políticas de Peña Nieto, al encomiar la lucha contra el narcotráfico realizada hasta ahora (“sin precedente”, mencionó, aunque no explicó si esa etiquetación provenía del número de mexicanos muertos, que se cuentan por decenas de miles) pero, sobre todo, al anunciar que esa “línea” de trabajo conjunto tendrá continuidad con “la nueva administración”. Cierto es que, visto el asunto conforme a la nueva realidad del traspatio, Obama no tendría por qué atenerse a eventuales arreglos con el nuevo administrador general, Peña Nieto. Tal vez estas cosas del narcotráfico, los paramilitares y la continuidad conforme al interés de Washington se tratan y cierran con el general colombiano Óscar Naranjo, comisionado de EU para tripular el aparato mexicano conforme a las indicaciones foráneas.



Por encima de todos esos detalles, el cierre de oro de la primera quincena nupcial entre peñanietismo y calderonismo pretendía darse en el balcón central de Palacio Nacional, a donde el saliente había invitado al entrante para compartir el ceremonial del Grito de Independencia, aunque ya el político de tres colores ha anunciado que no acudirá, como tampoco asistió, habiendo sido igualmente convidado, al ritual de autocomplacencias hecho por el mismo Felipe en el mismo Palacio a cuenta personal y privada de su sexto informe de gobierno.



La condición obsequiosa de Calderón respecto a Peña contrasta con la que mantienen algunos panistas respecto al michoacano que lucha por seguir controlando a su partido aun luego de dejar Los Pinos. El senador chihuahuense Javier Corral, por ejemplo, escribió una carta personal en la que lo describe como “cobarde” y “colérico”. Corral ha sostenido una larga lucha en defensa del interés nacional en asuntos relacionados con las telecomunicaciones y en especial con las televisoras, de tal manera que ha sido calumniado, marginado y combatido tanto por esos poderes supremos como por quien ha fungido sexenalmente como un complaciente subordinado, el antedicho Calderón.



Aun cuando la misiva en que se contienen los calificativos y señalamientos crudamente adversos a Calderón estaba presuntamente destinada a un consumo privado (no solamente entre el remitente y el destinatario sino con copia a 35 senadores panistas ante los cuales FC había atacado a Corral), acabó explicablemente difundida en medios de comunicación y quedó como indeleble prueba del nivel al que han llegado los enconos y las divergencias entre miembros del partido de blanco y azul.



Aparte queda la peculiar justificación que Josefina Vázquez Mota hizo saber en virtud de que no estaría anoche en la ceremonia conmemorativa de los 73 años de vida del Partido Acción Nacional. En una suerte de ironía oftalmológica, la fugitiva poselectoral ha esgrimido indicaciones médicas relacionadas con una operación de ojos para no asistir a celebraciones en las que el “colérico” Calderón (según una parte del doblete aplicado por Corral) no desea verla y si la ve hace como si ella fuera invisible. Esos mismos males de ojos habían sido mencionados para justificar peculiares inasistencias por Margarita Zavala, cuando fungía como una especie de correa de desagravio protocolario entre Felipe ya apalabrado con Enrique y Margarita que quería seguir jugando a la candidata más o menos de verdad. La esposa de Calderón reportó convalecencias ópticas para no acompañar a Josefina en el tramo final de la abandonada campaña “diferente” e incluso para no ir con ella a votar. Ahora, Vázquez Mota ha sido la afectada por ese mal de ojo.



En Chiapas hoy habrán de decidir cuánto tiempo durarán los terribles males que el despilfarrador Juan Sabines pretende enjaretar al estado. Justo el día en que se celebrará que 188 años atrás los chiapanecos decidieron anexarse a México, el congreso local, a unos días de que la actual legislatura termine sus labores, resolverá sobre la propuesta del mencionado gobernador Sabines para crear un fideicomiso para el cierre e inicio de la administración pública estatal (Fidecia) para el cual el angelito llevado al poder en otro de esos experimentos lamentables de aliancismo gatopardista solicita cinco mil millones de pesos a título de fin de fiesta, ni más ni menos que el equivalente a una tercera parte de la actual deuda estatal chiapaneca que fue bastante inflada por ese pésimo gobernante sureño.



Aun cuando Sabines invoca al gobierno entrante como presunto beneficiario de su voracidad presupuestal, el equipo del propio Manuel Velasco ha rechazado tal versión, e incluso considera tales maniobras como parte de un proceso en busca de maniatar al siguiente mandatario, cercenando desde ahora la disponibilidad de recursos futuros, pretendiendo imponer funcionarios transexenales y enrareciendo el ambiente político con aires futuristas (el hijo de Roberto Albores como precandidato a la sucesión de un gobierno estatal que aún no inicia). Pobre Anahí.



¡Feliz fin de semana!



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