martes, 18 de septiembre de 2012

México SA



Reforma laboral en el horno



Los sastres de San Lázaro



Hambre y “competitividad”



Carlos Fernández-Vega

Ya viene la reforma laboral” y, de acuerdo con la versión de sus promotores, los mexicanos deben estar felices y agradecidos porque tales modificaciones legales serán “justas” e “incentivarán el desarrollo empresarial, el crecimiento de la empresas y la generación de empleo”, sin descuidar “las conquistas laborales y los derechos establecidos en el artículo 123 constitucional”. No se trata de “un traje a la medida para sólo beneficiar a uno de los lados”, aseguran en San Lázaro los sastres que integran la Comisión de Trabajo y Previsión Social.



Eso dicen los alfayates y sus patrones, pero en las últimas tres décadas no se ha concretado una sola de las muchísimas “reformas modernizantes” que se han aterrizado en el país sin que sus promotores presuman que la intención de los cambios legales es “la justicia social y el bienestar de todos los mexicanos, para superar la mediocridad en la que se encuentra el país”. Y allí están los resultados: el país estancado, la mayoría cada día más fregada, la minoría en la opulencia, el desarrollo en fuga permanente y la mediocridad como sello del gobierno gerencial. ¿Dónde estaban los ahora promotores de la “reforma laboral” que no sólo permitieron, sino que estimularon la violación de la Ley Federal del Trabajo, y ahora prometen el paraíso a los trabajadores? Pues “reformando” la nación para “alcanzar” los sagrados objetivos descritos.



En realidad, el fin de la “reforma laboral” es ahorcar más, si eso es posible, a la masa trabajadora, e incrementar la de por sí elevada tasa de ganancia del capital, con la anuencia del gobierno gerencial. Como bien señala el Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la UNAM, “es vital para los grandes capitales la realización de la riqueza y la desvalorización de la fuerza de trabajo; ese es el mecanismo por medio del cual logran tal objetivo, lo que consiguen por dos vías: la primera, con el incremento del desempleo de forma desproporcionada, para abaratar la fuerza de trabajo, pues no es lo mismo tener 100 empleados que pueden hacer una labor, que tener millones; la segunda, mediante un proceso intensivo y extensivo a través de la productividad y la flexibilización del trabajo, por ejemplo con la implementación del outsourcing (subcontratación) entre otras modalidades”.



Cada día que pasa los trabajadores mexicanos destinan más tiempo a laborar para poder sobrevivir: actualmente se necesitan de 23 horas con 34 minutos trabajados para poder adquirir los alimentos de la canasta alimenticia recomendable (CAR); en contraparte, en apenas 9 minutos generan su salario en la jornada laboral. “La aplicación de políticas económicas capitalistas en el mundo ha incrementado el grado de explotación de los trabajadores. El deterioro de las condiciones de vida, la mutilación de los contratos colectivos y la ‘flexibilización’ de las condiciones laborales, que se ha legalizado con las llamadas ‘nuevas reformas’ laborales, han traído un incremento en la cantidad de mercancías producidas y no pagadas a los trabajadores, así como un crecimiento del número de horas que tiene que laborar un trabajador para poder cubrir sus necesidades básicas”.



El desplome del poder adquisitivo en México ha enfrentado a muchas familias con la necesidad de que se incorpore otro miembro de la propia familia al mercado laboral para poder así completar –en la medida de lo posible– la compra de alimentos y tratar de solventar los gastos de vestido, salud, educación, vivienda y transporte, entre otros. “En este proceso el gobierno mexicano ha impuesto y mantenido como constante bajos incrementos salariales y una política de apoyo incondicional a los empresarios. La Secretaría del Trabajo ha propiciado y mantenido una política –por vía fáctica– de violaciones a los contratos colectivos y permisividad hacia los gremios patronales en temas primordiales como los derechos laborales, prestaciones sociales y condiciones de seguridad en los lugares de trabajo. Es claro que esta actitud política de las autoridades ha sido bien aprovechada por el empresariado mexicano y extranjero”.



Lo mismo sucede en la mayor parte de los países pobres que se han convertido en paraísos de explotación para este tipo de capitalismo “salvaje”, y que otros intentan disfrazar de “capitalismo humano” o “humanista”, “renovado” y “moderno”. Esto es así debido a las reducidas condiciones de vida que fijan el precio de la mano de obra muy por debajo de su valor real, así como por el nulo respeto o defensa de las leyes y condiciones laborales por parte de los aparatos de Estado que ahí gobiernan. “En México al proceso de explotación de los trabajadores del campo y de la ciudad se suma una modalidad cada vez más legitimada por los gobiernos y partidos políticos: la subcontratación (outsourcing). Así, se tiene que ya no solamente el empresario capitalista no respeta las condiciones laborales, sino que los gobiernos también usan este ilegal mecanismo para no otorgar las prestaciones de ley. Por ejemplo, el gobierno del Distrito Federal, que cuenta en su plantilla laboral sindicalizada con 100 mil trabajadores, mantiene contratados bajo la forma de honorarios a 150 mil trabajadores de manera directa e indirecta”.



El grado de deterioro de las condiciones laborales y de vida en México y el mundo, puntualiza el CAM, muestra la disminución del tiempo en que empresarios y gobiernos invierten para cubrir el salario de sus trabajadores. La crisis doméstica e internacional ha provocado que el tiempo de trabajo destinado para la obtención del salario pasara de 12 minutos en 2008 a 9 minutos en abril de 2012, y descontando. Mientras tanto, el tiempo del proceso de trabajo y de vida que queda en manos de los empresarios y del gobierno en México pasó de 7 horas 48 minutos en 2008 a 7 horas y 51 minutos en 2012. En países como España, el tiempo de la jornada de trabajo destinado para la generación del salario de los trabajadores pasó de 2 horas 13 minutos en 2008 a una hora con 40 minutos en 2012. Y se muestra una tendencia mundial. El caso con el tiempo de trabajo para la obtención de un salario más bajo sigue siendo Vietnam, que pasó de 8 minutos en 2008 a 6 minutos en 2012.



Las rebanadas del pastel



Dicen los gringos que México “tiene una ventaja competitiva” respecto a China en la “carrera” por captar inversión estadunidense, pues aquí los salarios son cada día más reducidos, mientras crece la productividad. Así es, porque la única “fórmula” que aplican gobierno y empresarios nacionales para ser internacionalmente “competitivos” es la de abaratar, a nivel de hambre, la mano de obra. Y la “reforma laboral” meterá el acelerador a fondo.



cfvmexico_sa@hotmail.com



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