sábado, 7 de julio de 2018

2018

Hugo Aboites*
S
ería una falsedad decir que en los resultados electorales no contribuyeron los 20 años de luchas de estudiantes por la gratuidad, el acceso a la educación, sus muertos (incluyendo jovencitas que se suicidaron), los millones de excluidos y su voluntad de rebelarse. Y también falso, afirmar que poco aportaron los maestros que como nadie salieron al paso del pacto y su reforma educativa, que la encararon con la misma valentía que tuvieron los 43 normalistas, y que luego contribuyeron decisivamente a la prematura muerte del sexenio y al descrédito de la derecha empresarial. Estudiantes y maestros al mismo tiempo que comunidades indígenas, pueblos y barrios organizados, mujeres que incansablemente buscaron a sus muertos y desaparecidos con su lucha y ejemplo, pero también con su dolor y su rabia, contribuyeron a crear un increíble ánimo nacional de ya basta que vio en López Obrador un resquicio, y que por ahí se coló para ganarles a los de siempre en cada rincón del país, y en su propio terreno electoral, voto por voto, casilla por casilla. El voto podrá ser individual y el líder carismático, pero eso no basta, siempre tendrá que haber, estructurando y convocando, una fuerza social organizada y libre. Gracias a la construcción de esa voluntad masiva se detuvo la violencia de los violentos y el fraude de los corruptos. Y los que siempre ganaban ahora tuvieron que esconder su derrota en loas y falsos abrazos. Decían de la élite romana que se había montado en la grupa del caballo de los vencedores, cuando todavía no se había apagado el incendio de los templos y palacios de la Roma desolada.
Acá no hay un tropel de caballos y los templos y palacios están tranquilos. Y aunque a los grandes empresarios se les entrega la garantía de la socialmente costosa estabilidad macroeconómica, al menos, por otro lado, se ofrece resolver las grandes demandas de la población acosada por la inseguridad, el desempleo y la enorme desigualdad. En particular a los maestros, AMLO les garantiza la cancelación de la llamada reforma educativa y de los exámenes punitivos y, en particular, participar en el diseño, junto con comunidades y maestros, de la ruta de una profunda y verdadera transformación de la educación. A los jóvenes, por otra parte, les ofrece la garantía de un lugar en la educación media superior y superior y el fin de los clasistas exámenes de selección. Pero se engaña quien piense que con eso se trazaron ya fronteras definitivas y respetables entre los sectores empresariales y populares.
De hecho, apenas concluida la votación, la Coparmex claramente señalaba que colaborará y apoyará siempre y cuando también se respeten las reformas estructurales y, en concreto, la educativa. Y, en sintonía, desde París, José Ángel Gurría ofrece los servicios de diseño de políticas públicas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, la agencia que con el auxilio de lo que es hoy el Instituto para la Evaluación de la Educación (INEE) concibió e impulsó la reforma educativa. Y, claro, en dirección muy distinta ya se acordó que 2.6 millones de jóvenes trabajen en empresas como aprendices, pagados con dinero público, es perfectamente posible pensar que se les den facilidades para que al mismo tiempo cursen estudios superiores y puedan luego quedarse ya como trabajadores contratados y permanentes pagados por la empresa. Si bien en este clima de armonía puede no ser prudente llamar a esto episodios puntuales de lucha de clases, podemos hablar, traduciendo neoliberalmente, de la presencia de un escenario de esfuerzos contradictorios y permanentes por establecer y ampliar ventajas competitivas.
Pero la precisión es importante porque, por ejemplo, cancelar la reformapuede ser objeto de interpretaciones. De hecho, en uno de los debates López Obrador señalaba que cancelar no incluía al INEE. Pero mantenerlo en sus funciones significa aceptarlo como un poder superior, pues, dice la ley, éste expedirá los lineamientos generales de evaluación a los que se sujetarán las autoridades educativas... y se mantendrá como cabeza de la estructura centralizada y vertical del Sistema Nacional de Evaluación. Dejarlo tal cual significa que en cualquier momento que se altere la correlación de fuerzas y se reactive la parte fundamental, persecutoria y violatoria del derecho laboral del magisterio. Sería mantener una amenaza constante y dejarles embargado el futuro.
Algo semejante ocurre en las instituciones educativas. Al prometer la cancelación de los exámenes de selección en las universidades, inmediatamente surgieron inusuales defensores de la autonomía. Lo cual significa que es necesario que con los estudiantes y maestros se discuta la agenda que deberá sustituir la neoliberal que impusieron cinco presidentes priístas y panistas. Luego del fraude del 88 declinó la lucha universitaria y, no es coincidencia, lo que siguió fue un país de muerte. Ahora es el año 2018, las cosas pueden ser muy diferentes.
*UAM Xochimilco

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