lunes, 6 de agosto de 2018

México despertó

Joel Padrón González*
M
éxico despertó y se decidió a cambiar su historia. La hora la marcó, irrenunciablemente para todas y todos los mexicanos, el domingo primero del pasado mes de julio.
La mayoría de nosotras y nosotros elegimos para ser el nuevo presidente de México, al licenciado Andrés Manuel López Obrador, por considerarlo el más congruente en su actuar y en su palabra. Vemos con preocupación que algunos, que no debieran estar en esta nueva nómina, se colaron al final quién sabe cómo, mientras otros importantes que sí debieran estar quedaron fuera. Pero aquellos ya están seriamente advertidos por el que es primero. Les dijo a todos: ya se rompieron las politiquerías viejas del pasado, las de la corrupción y la impunidad, las del chantaje y el soborno, las del robo, la mentira y el engaño. Les advirtió al final: Todo esto es en serio, no es discurso. Además, el pueblo estará observando siempre lo que hagamos.
El nuevo presidente que elegimos decidió prepararse previamente recorriendo el país a ras del pueblo, o, como él dice, me hice con el pueblo raso. Quiere decir que ahí está, con los de abajo, para estar con todos.
Me encontré con él en la primera visita que hizo al municipio de San Diego de la Unión, en Guanajuato, mi lugar natal. Escuché su mensaje y lo vi tocar la insatisfacción y el dolor de mi pueblo demasiado pobre, como también, fortalecer, con su palabra, su esperanza. Igualmente, en la primera visita que hizo al municipio de San Juan de El Bosque, en Chiapas, nos encontramos nuevamente y pude acompañarlo en la visita que quiso hacer a una familia pobre entre los pobres. Al verlo beber un poco de Fanta que le ofrecieron, imaginé que bebía también la pobreza extrema, la marginación y el olvido, el dolor y la desesperanza de este municipio, todavía uno de los más pobres del país.
El comienzo verdadero del cambio que esperamos, nos lo anuncian indicaciones firmes como éstas: cero corrupción e impunidadcero injusticia y desigualdad, nada de moches y otras. Ya no habrá oportunidad alguna para Casas Blancas, ni estafas maestras, ni bonos de marcha, como los que ya se están asignando arbitrariamente los que se van. Nos aseguran también que barrerán la corrupción y la basura en los niveles de arriba. A nosotros nos toca hacer lo mismo en los niveles de abajo. Así lograremos todos, por fin, la transformación de México.
Ya no escucharemos entre nosotros frases como estas: El que no transa, no avanzano quiero que me den, sólo que me pongan donde hay, “un político pobre, es un pobre político, es el año de Hidalgo, pendejo el que deje algo. Gran verdad que muchos, sobre todo servidores públicos, han convertido en nueva cultura como norma de vida.
Austeridad republicana: no se gastará en lujos ni en lo que no necesitemos. Para lograr el México de justicia y de igualdad, se asegura que bajarán, a su justo nivel, los desmedidos sueldos de unos cuantos. Y se elevarán con justicia los sueldos de sobrevivencia de los de abajo.
La nueva política que regirá la vida del país será: con el pueblo todo, sin el pueblo nadaAl margen de la ley nada, por encima de la ley nadie.
Este es el mismo mensaje que nos dice el nuevo mandatario que elegimos: Quiero pasar a la historia como un presidente que no descansará hasta lograr que en México reine la justicia, respetando la libertad de todas y de todos los mexicanos.
A pesar de lo extraordinario de este histórico domingo primero de julio, una vez más, los pueblos originarios del sureste mexicano nos advierten con sabiduría que aún no es el cambio, ni el triunfo es aún definitivo. Esto nos invita a todas y a todos a no detener, por nada, el paso que hemos dado, más bien nos exige acelerarlo. Porque ahora hay algo nuevo que no se daba antes. Quien será el nuevo presidente de México nos ha anunciado que la nueva forma de hacer política será actuar con honestidad como verdaderos siervos de la nación, o sea, de ninguna manera servidores de intereses trasnacionales, ni él, ni los demás que han sido elegidos. Además, nos ha reconocido la autoridad y la plena libertad para poder revocar, en tres años lo que hoy hicimos, si él no resultara el presidente que elegimos.
Lo que sí es verdad es que todos, mexicanas y mexicanos, deberemos estar preparados para que, en tres años o en seis, o, con la precisión que dicen, en cinco años y 10 meses, hagamos tomar conciencia y convencer a todos para que nadie se atreva a intentar de nuevo elegir a un verdadero capataz y a auténticos caporales al servicio del finquero mayor que ya debe estar fuera.
La noche de las politiquerías del pasado quedó atrás. Sigamos despiertos, y seamos todas y todos actores de la verdadera transformación del México nuestro para bien de todos.
*Presidente de jTatic Samuel Ruiz por una sociedad más justa AC

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