Realidad vs micrófono
El feroz crítico, 18 años después
Perversión histórica
Carlos Fernández-Vega
Con los peores resultados en ocho décadas y pendientes históricos en materia económica y social, el inquilino de Los Pinos se aventó ayer la siguiente puntada: la peor parte de la tormenta, la verdad, es que ha quedado atrás, y la economía mexicana está iniciando la ruta de la recuperación”. Es un chiste que, además de pésimo y que nadie toma en serio, lo repite cada que puede.
Mucho se ha comentado en este espacio sobre la “recuperación” y la “bonanza” de micrófono promovidas desde Los Pinos, desde donde también se defendió la tesis de que la crisis era inexistente, que nos hacía los mandados por ser “externa” y que, en el peor de los casos, no pasaría de un “catarrito”. Pero bueno, dejemos que otros evalúen, y para ello se abre el espacio a un feroz crítico del sistema político y económico, de los resultados registrados y de la perversidad del gobierno. Va pues: “se observa un crecimiento declinante, que de continuar con la tendencia enfrentará una etapa marcadamente recesiva en los años más difíciles para México, como lo son los años de la sucesión presidencial… En el corto y mediano plazos se dejarán sentir sobre el país un esfuerzo considerable de ajuste con un costo social enorme… Por su parte, el gobierno se ha convertido en asesor y hasta abogado de los grandes consorcios y ha abandonado a su suerte a pequeños empresarios, que no tienen derecho de picaporte en sus cúpulas y en materia fiscal no cede un ápice en las enormes cargas y obligaciones que enfrentan.
“El próximo año, si bien nos va, el crecimiento será similar o tal vez cercano al 3 por ciento, y recordamos que el Ejecutivo federal ofreció al pueblo de México en el Plan Nacional de Desarrollo y en su toma de posesión, tasas de crecimiento sano y sostenido promedio de 6 por ciento en el último tercio de su sexenio. Lo primero que salta a la vista al evaluar los resultados de la política económica, es que esto ya no se cumplirá. Hace un año, en el Informe presidencial, con enorme triunfalismo se nos (…) dijo que ese crecimiento era sano y sostenido. Nosotros sostuvimos que no era así… Aunque los criterios de política económica, como ya lo indiqué, señalen una meta de crecimiento de 4 por ciento, creceremos sólo 2.5 o 2.6 por ciento, tasa similar tal vez al de crecimiento de la población, pero inferior al número de mexicanos que se incorporan anualmente a la fuerza productiva en busca de trabajo, inferior a lo previsto también e inferior a lo logrado en los tres años anteriores.
“Por supuesto que, como es tradición, en los informes presidenciales de todos los tiempos, lo bueno siempre se debe a las medidas tomadas en lo interno; lo malo siempre se debe a la situación internacional… Por decirlo en palabras que el pueblo entiende, este crecimiento sin condiciones de infraestructura, capacitación, planta productiva adecuada, se asemeja a una... Esta economía que se atora, lo hace porque, en términos coloquiales, repito, se ha puesto la carreta por delante de las carreteras. En México, se dice, se enfrenta una desaceleración económica. En lo general es cierto, pero en el caso particular de varios sectores se vive una franca y abierta recesión. En la industria manufacturera, por ejemplo, si se descuentan algunos rubros privilegiados (…) con sus respectivos oligopolios de Vitro, Cemex y las multinacionales automotrices, el crecimiento es prácticamente nulo en todo el sector… Si no enfrentamos el enorme rezago en infraestructura, educación y capacitación laboral, desarrollo regional equilibrado y asesoría y financiamiento para la reconversión industrial, la pasaremos, la mayoría, muy mal.
“(En otros sectores) hay cierre de empresas, baja de producción y en todos los rubros de la industria (…) se refleja este año una reducción de la planta laboral; esto es, más despidos y más costo social… Hoy se nos dice que el desempleo en México es de 2.9 por ciento, y sigue siendo la cifra ridícula e inverosímil. Cuando en economías más desarrolladas (…) las tasas de desempleo alcanzan 7 por ciento, y, para no ir más lejos, cuando el propio (gobierno) en sus publicaciones señala un desempleo abierto de 14 por ciento, la tasa de 2.9 por ciento es, repito, ridícula. ¿Por qué? Por qué no considera el desempleo en el sector rural; porque sólo se limita a muestreos en las principales zonas urbanas del país; porque considera como trabajador a quien trabaja sin remuneración; considera como empleado a quien trabaja a la semana por lo menos una hora; porque considera como empleado a quien tiene la certeza o la creencia de conseguir empleo en un mes. Aparte, esta cifra de 2.9 por ciento no considera el subempleo… Al iniciar la actual administración uno de cada ocho trabajadores estaba en el sector informal; tres años después uno de cada cuatro está en el sector informal. Otras cifras, como ésta del desempleo, se manipulan al gusto de la autoridad y producen no sólo desinformación en la opinión pública, de suyo grave, sino incertidumbre económica.
“Los ingresos fiscales han crecido de manera superior a la prevista, (pero) ha sido más por los esfuerzos extraordinarios de los contribuyentes que a verdaderos esfuerzos ahorrativos del gobierno, gobierno rico a costa de un pueblo que sufre… Este sacrificio fiscal se expresa no en los términos en que lo entiende la Secretaría de Hacienda, sacrificio fiscal igual a menor recaudación, sino en los términos literales que son los que entiende el contribuyente, sacrificio fiscal donde se sacrifica literalmente al contribuyente… ¡más lo que se acumule (…) con la nueva Ley de Ingresos!”
Por cierto, para mayor referencia el feroz crítico se llama Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, y todo lo anterior lo dijo desde la tribuna de la Cámara de Diputados, como integrante de la 55 Legislatura (1991-1994), el 5 de noviembre de 1992. Y 18 años después la crítica embona perfectamente en lo que él llama “mi gobierno”.
Las rebanadas del pastel
En el mismo foro, pero tres meses después, el susodicho quejose: “ahora entiendo que yo descubrí América, yo le quemé los pies a Cuauhtémoc, yo combatí y logré los privilegios para el clero, yo fui el engendro o el engendrador más bien, de Miramón y Mejía, yo fui el que sostuvo a Porfirio Díaz, yo fui el que traicionó a Madero, yo fui el que traicionó el triunfo de la revolución armada. Lo único que ocurre, señores, es que me sorprende que a mi edad yo sea capaz de tanta perversión histórica”. Entonces, quién sabe, pero ahora qué tal.
cfvmexico_sa@hotmail.com • mexicosa@infinitum.com.mx
Mucho se ha comentado en este espacio sobre la “recuperación” y la “bonanza” de micrófono promovidas desde Los Pinos, desde donde también se defendió la tesis de que la crisis era inexistente, que nos hacía los mandados por ser “externa” y que, en el peor de los casos, no pasaría de un “catarrito”. Pero bueno, dejemos que otros evalúen, y para ello se abre el espacio a un feroz crítico del sistema político y económico, de los resultados registrados y de la perversidad del gobierno. Va pues: “se observa un crecimiento declinante, que de continuar con la tendencia enfrentará una etapa marcadamente recesiva en los años más difíciles para México, como lo son los años de la sucesión presidencial… En el corto y mediano plazos se dejarán sentir sobre el país un esfuerzo considerable de ajuste con un costo social enorme… Por su parte, el gobierno se ha convertido en asesor y hasta abogado de los grandes consorcios y ha abandonado a su suerte a pequeños empresarios, que no tienen derecho de picaporte en sus cúpulas y en materia fiscal no cede un ápice en las enormes cargas y obligaciones que enfrentan.
“El próximo año, si bien nos va, el crecimiento será similar o tal vez cercano al 3 por ciento, y recordamos que el Ejecutivo federal ofreció al pueblo de México en el Plan Nacional de Desarrollo y en su toma de posesión, tasas de crecimiento sano y sostenido promedio de 6 por ciento en el último tercio de su sexenio. Lo primero que salta a la vista al evaluar los resultados de la política económica, es que esto ya no se cumplirá. Hace un año, en el Informe presidencial, con enorme triunfalismo se nos (…) dijo que ese crecimiento era sano y sostenido. Nosotros sostuvimos que no era así… Aunque los criterios de política económica, como ya lo indiqué, señalen una meta de crecimiento de 4 por ciento, creceremos sólo 2.5 o 2.6 por ciento, tasa similar tal vez al de crecimiento de la población, pero inferior al número de mexicanos que se incorporan anualmente a la fuerza productiva en busca de trabajo, inferior a lo previsto también e inferior a lo logrado en los tres años anteriores.
“Por supuesto que, como es tradición, en los informes presidenciales de todos los tiempos, lo bueno siempre se debe a las medidas tomadas en lo interno; lo malo siempre se debe a la situación internacional… Por decirlo en palabras que el pueblo entiende, este crecimiento sin condiciones de infraestructura, capacitación, planta productiva adecuada, se asemeja a una... Esta economía que se atora, lo hace porque, en términos coloquiales, repito, se ha puesto la carreta por delante de las carreteras. En México, se dice, se enfrenta una desaceleración económica. En lo general es cierto, pero en el caso particular de varios sectores se vive una franca y abierta recesión. En la industria manufacturera, por ejemplo, si se descuentan algunos rubros privilegiados (…) con sus respectivos oligopolios de Vitro, Cemex y las multinacionales automotrices, el crecimiento es prácticamente nulo en todo el sector… Si no enfrentamos el enorme rezago en infraestructura, educación y capacitación laboral, desarrollo regional equilibrado y asesoría y financiamiento para la reconversión industrial, la pasaremos, la mayoría, muy mal.
“(En otros sectores) hay cierre de empresas, baja de producción y en todos los rubros de la industria (…) se refleja este año una reducción de la planta laboral; esto es, más despidos y más costo social… Hoy se nos dice que el desempleo en México es de 2.9 por ciento, y sigue siendo la cifra ridícula e inverosímil. Cuando en economías más desarrolladas (…) las tasas de desempleo alcanzan 7 por ciento, y, para no ir más lejos, cuando el propio (gobierno) en sus publicaciones señala un desempleo abierto de 14 por ciento, la tasa de 2.9 por ciento es, repito, ridícula. ¿Por qué? Por qué no considera el desempleo en el sector rural; porque sólo se limita a muestreos en las principales zonas urbanas del país; porque considera como trabajador a quien trabaja sin remuneración; considera como empleado a quien trabaja a la semana por lo menos una hora; porque considera como empleado a quien tiene la certeza o la creencia de conseguir empleo en un mes. Aparte, esta cifra de 2.9 por ciento no considera el subempleo… Al iniciar la actual administración uno de cada ocho trabajadores estaba en el sector informal; tres años después uno de cada cuatro está en el sector informal. Otras cifras, como ésta del desempleo, se manipulan al gusto de la autoridad y producen no sólo desinformación en la opinión pública, de suyo grave, sino incertidumbre económica.
“Los ingresos fiscales han crecido de manera superior a la prevista, (pero) ha sido más por los esfuerzos extraordinarios de los contribuyentes que a verdaderos esfuerzos ahorrativos del gobierno, gobierno rico a costa de un pueblo que sufre… Este sacrificio fiscal se expresa no en los términos en que lo entiende la Secretaría de Hacienda, sacrificio fiscal igual a menor recaudación, sino en los términos literales que son los que entiende el contribuyente, sacrificio fiscal donde se sacrifica literalmente al contribuyente… ¡más lo que se acumule (…) con la nueva Ley de Ingresos!”
Por cierto, para mayor referencia el feroz crítico se llama Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, y todo lo anterior lo dijo desde la tribuna de la Cámara de Diputados, como integrante de la 55 Legislatura (1991-1994), el 5 de noviembre de 1992. Y 18 años después la crítica embona perfectamente en lo que él llama “mi gobierno”.
Las rebanadas del pastel
En el mismo foro, pero tres meses después, el susodicho quejose: “ahora entiendo que yo descubrí América, yo le quemé los pies a Cuauhtémoc, yo combatí y logré los privilegios para el clero, yo fui el engendro o el engendrador más bien, de Miramón y Mejía, yo fui el que sostuvo a Porfirio Díaz, yo fui el que traicionó a Madero, yo fui el que traicionó el triunfo de la revolución armada. Lo único que ocurre, señores, es que me sorprende que a mi edad yo sea capaz de tanta perversión histórica”. Entonces, quién sabe, pero ahora qué tal.
cfvmexico_sa@hotmail.com • mexicosa@infinitum.com.mx
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