lunes, 19 de enero de 2015

Nosotros ya no somos los mismos

 Crispación social que puede transformarse en un estallido
 El tema prioritario no es la inseguridad, la violencia o el agobiador costo de la vida, sino la corrupción
Ortiz Tejeda
B
reve: me referí a los múltiples comentarios ocasionados por el Mercedes que, inmerecidamente o no, había recibido en Navidad. Fui víctima de un intenso bullying, de chascarrillos y cuchufletas de todo tipo que, la verdad, alegraron mi Navidad. Allí podía acabar todo pero, no puedo dejar en el aire algo que seriamente me preocupó. Cuatro comentarios de lectores que se confiesan asiduos y casi, hasta simpatizantes, me obligan a una referencia. No doy sus nombres porque me parece que mi posición me da una ventaja (me refiero al espacio, únicamente), que no es justa ni equitativa. Prefiero, si me hacen llegar sus correos, darles directamente las explicaciones pertinentes.
Manuel N, hirviendo en una cólera que lo rebasa, dice: ¿Qué diablos nos interesa a los lectores el regalo a O.T.? Y no está por demás decir que la foto indigna. Termina: Y ser doctorante no es ningún estatus académico. Son maestras que sólo estudian el doctorado. Pues ese es precisamente el estatus, don Manuel. Doctorante o doctorando, es la persona que realiza estudios e investigaciones con el fin de obtener el grado de doctor.
El Diccionario de la Real Academia Española (RAE), reconoce el vocablo y un Decreto Real español da una amplia definición del mismo. Si usted no está de acuerdo, presente su inconformidad a don Haim Castro (si después de esto último se atreve), doctor en derecho por el Instituto Internacional del Derecho y el Estado, quien da una amplia explicación del término. Por cuanto hace a la indignación ocasionada por la fotografía de mi Mercedes le expreso mi plena solidaridad. La pronta indignación es una de las pocas características personales que presumo, ¿pero y el sentido común don Manuel? ¿En verdad piensa que dos maestras que tienen salarios de 5 mil pesos mensuales una, y la otra de mil 900 mensuales por 16 horas de clase, por más aquejadas que estén del llamado complejo de Electra, tendrán la posibilidad de homenajear con tal intensidad a su progenitor? Indígnese don Manuel por causas reales, que sobran en nuestro entorno y no derrame bilis por un gracejo, por malo que éste sea. El humor es un indicio de mente abierta.
Doctor J.M.R. su segundo correo no lo entendí. Paso por alto los rasguños que les propina injustificadamente a las doctorantes pero, bajo protesta de decir verdad, le aseguro que su afirmación de que éstas deben cobrar en rectoría servicios especiales, es atrevida e infundada. Su enojo con Miguel Mancera no me atañe y su reclamo por la censura que, dice, ejerce La Jornada sobre los comentarios de los lectores, le sugiero dirigirlo a El Correo Ilustrado, con suerte y hasta lo publican. Por lo demás, siga concediéndonos su atención y comentando, a favor o en contra, todo lo que le parezca: le iba a decir que la cuota era tres a favor por uno en contra pero, como ya desconfío mucho de la legibilidad y comprensión de mis comentarios, me abstengo.
Lo que me preocupó de las contestaciones airadas que recibí, es que expresan, más allá de sus opiniones, una terrible crispación social, una irritabilidad que, a la menor provocación, puede transformarse en un estallido. Algunas acciones involuntarias, irreflexivas o aun simples comentarios pueden convertirse en detonantes de una explosión que, tiempo después nos llevará a decir: ¡Lo teníamos enfrente y no fuimos capaces de verlo!: 1968, dixit.
No es únicamente en las páginas de los diarios, sino en todos los lugares privados y públicos de reunión: desde un restaurante, una cantina, la fila en el cine y el transporte colectivo hasta en un casamiento, un spa o un velorio, en donde la gente habla, despotrica, se duele, reniega del tiempo mexicano que, diría la adorable Cristina, nos tocó vivir. Lo inusitado es que el tema prioritario no es, ¡quién lo creyera! la inseguridad, la violencia o el agobiador costo de la vida, sino la corrupción. La gente se siente, se reconoce mal tratada, herida, burlada. La gente está, digámoslo técnicamente, encabronada. Y reconozcámoslo, razones tiene. No hay día en que la gente no se entere de un latrocinio cometido en su perjuicio. Cada nueva hornada de servidores públicos llega con una avidez descomunal y se comporta con la convicción de que la oportunidad lograda debe agotarse al máximo: después de mí, el diluvio. Ya no hay ni siquiera la convenenciera estrategia de no cometer desmanes (demasiados), hoy, para no perjudicar el ascenso de mañana.
Foto
Édgar Borja Rangel durante una conferencia de prensa en mayo de 2012 como candidato a diputado de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, por el distrito 30Foto Cuartoscuro
En estos días me llegaron tres videos que, quién lo creyera a estas alturas, me sorprendieron. El primero es una infamia en la que no voy a participar. Yo sí asumo como límite de la libertad de información la vida privada de las personas, siempre que no dañe la de los demás o la de la colectividad. Me refiero al diputado panista a quien le fue grabada una querendona conversación con su novio que, para bien y mal, es menor de edad. Éste sería el único punto de crítica y aún de penalización, por lo demás, las preferencias sexuales del diputado en nada afectan su desempeño legislativo. La permanencia o salida del clóset es algo que sólo a él incumbe aunque, en la congregación política en la que milita, los devotos pachangueros de Puerto Vallarta, miembros activísimos del club de los sepulcros blanqueados, le deben tener el mismo terror que Gonzalo Vega a la Manuela, en El lugar sin límites, que nos mostraron Donoso y Ripstein, en 1978.
En el segundo video el secretario de Administración de un municipio queretano, con gobierno blanquiazul, demuestra a cuadro que si hubiera participado en elcasting de La ley de Herodes, Luis Estrada hubiera tenido que prescindir de los servicios de ese estupendo actor que es Damián Alcázar, y el rol de Juan Vargas, presidente municipal de San Pedro de los Saguaros, lo hubiera ganado de calle don Noé Miguel Marín. Jamás Alcázar ni después de 10 años becado en el Actors Studio, hubiera podido igualar la magistral representación de impudicia, avidez, desvergüenza, cinismo exhibido por don Noé. Mientras engulle su torta de manera grotesca, simiesca, humilla y amenaza al proveedor que no le cumple con el total del embute prometido, por el contrato con el que se le benefició: le echa en cara su falta de seriedad en los tratos, y le hace saber que, o liquida el moche, o lo liquidan de la lista de provedores cumplidos y honorables. Ahora hasta él va a salir perdiendo pues tendrá que, por su cuenta, pasar corriente al jefe. Por cierto, a la hora que el video se hizo público, el señor presidente municipal montó en santa cólera y condenó al malandrín que tan ineficazmente manejaba, al alimón, tanto la hacienda municipal como la privada.
Sobre el tercer video no quiero exagerar, pero estoy convencido que, en su género, es ganador absoluto del Globo de Oro, de los Emmy, los Oscar y, por supuesto, de nuestro Ariel. El protagonista y, caso inusitado, al mismo tiempo antagonista, es uno de los hampones más desvergonzados y cínicos del momento político que padecemos. Se llama Édgar Borja Rangel, diputado de la Asamblea Legislativa del DF. Su peligrosidad exige tiempo y espacio preferentes. Se le hará justicia la próxima semana.
Veinticuatro horas antes de su solicitud de licencia, el delegado Jesús Valencia me solicita una conversa. Por supuesto que acepto. No le hago ningún favor, le reconozco su pleno derecho a expresar su versión sobre toda referencia que a su persona se haga. No hay sino una condición: nada es off the record. Acepta. Durante tres martinis y dos Perrier, habla. Lo escucho. Ya les platicaré.
Por favor, por favor operen estas ligas. Cuando las comentemos, estaremos lo que se dice, en contexto. Y luego, cumplamos con un gozoso cometido: exhibamos a la canalla.
Twitter: @ortiztejeda

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