Víctor Flores Olea
E
n el seminario sobre
coyunturas políticasque imparto en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, surgieron recientemente una serie de ideas dignas de consignarse. He aquí las principales, según mi memoria y orden:
1) Resultaría que a los ojos de buen número de universitarios, la ausencia tal vez más importante del actual gobierno es la de su alejamiento de la sociedad mexicana, un alejamiento que parece ser negado todos los días por los discursos presidenciales, pero que en realidad no se compensa con esa retórica de ocasión o de circunstancia, que antes bien, por sus formatos ya predeterminados, no sólo no convencen a nadie sino que confirman ese alejamiento. Las ceremonias diarias llenas de retórica sólo afirmarían la democracia mentirosa y falsificada que vivimos, que no convence a nadie, salvo a los ya convencidos que forman parte del gobierno o que tienen estrechas relaciones con éste, como los negociantes en una variedad de ramas o actividades. El pueblo, en cambio, que debería ser invariablemente el real protagonista de la democracia, está esencialmente ausente de estas ceremonias. Rituales pues sin vida y sin pueblo, que invaden muy amplias porciones de lo que deberían ser los medios para estrechar efectivamente los contactos entre el pueblo y el gobierno, pero que se desperdician miserablemente.
2) Una cuestión que cobró buena relevancia en la discusión general fue la del EZLN, en la dinámica actual de la política en México. Algunos estudiantes
denunciaronliteralmente los acosos que sufren sus organizaciones en Chiapas, y sobre todo en sus caracoles, por la continua presencia hostil de paramilitares en tales regiones que amenazan y eventualmente detienen a militantes zapatistas. Naturalmente calificaron a esta continua hostilidad como violatoria de las libertades que merecen los pueblos indios y en especial el EZLN, atribuyendo claramente esta situación al gobierno local en combinación con los poderes federales y desde luego con el Ejército. Algunos estudiantes, claramente partidarios de los objetivos generales del EZLN, se lamentaron, sin embargo, de que en un momento se haya conformado esa organización con llamar a
otra campaña, en vez de haber propuesto un horizonte de transformaciones radicales en el ámbito nacional, vía, por ejemplo, la autogestión o autogobierno que ya aplicaban ellos en el gobierno de los caracoles.
3) Como derivados de estas reflexiones, algunos estudiantes subrayaron a fondo la necesidad de que los movimientos o partidos de izquierda demostraran con mayor calidad y amplitud el fundamento de sus principios teóricos, de tal manera que sus campañas o su propaganda no se reduzcan a adjetivar al adversario, sino que muestren realmente ante el pueblo su capacidad de reflexión y su capacidad para
incorporara su acción política las elaboraciones teóricas que hayan alcanzado, es decir, que sean capaces de hacer política no sólo con base en eslóganes, sino en reflexiones que cubran realmente en sus análisis el muy amplio espectro de los problemas del México actual. Algunos estudiantes señalaron que, no obstante que se han elaborado esquemas programáticos nada despreciables en algunos de esos partidos, no han tenido las organizaciones o dirigentes el cuidado de incorporar realmente principios a sus acciones efectivas.
4) Naturalmente que la gran mayoría subrayó con disgusto la especie de esquizofrenia que se vive en la política mexicana, ya que los mismos políticos que son algo así como los
jilguerosen favor de una democracia cada vez más limpia en México, o de una vigencia irreprochable del orden de derecho, o de la rectitud sin tachas de su tarea política, son los mismos que, en el fondo, están al servicio de los más adinerados de México, es decir, del grupo de oligarcas que toman las decisiones que verdaderamente importan para el conjunto del país, y que son generalmente la fuente de la corrupción o de los fraudes más escandalosos que se cometen, casi siempre vinculados con el propio gobierno. ¿Quién manda o quién gobierna realmente en México? El problema grave es que, en tanto sean los más ricos quienes tienen la mayor y real capacidad de decisión, los esfuerzos democratizadores de la sociedad en su conjunto se verán altamente frustrados, hasta el momento en que la correlación de fuerzas permita formar un nuevo bloque histórico o una nueva hegemonía nacional-popular (diría Gramsci), creando el momento revolucionario en sus distintas profundidades.
5) Tocando la cuestión del despido de Carmen Aristegui de la estación de radio de MVS, la gran mayoría de los asistentes concluyeron que se trataba lisa y llanamente de un despido arbitrario y de un ataque a la libertad de expresión, aun cuando ahora, en la superficie, se haya hecho de manera más
sofisticada, y no directamente como operación o decisión de gobierno, como en tiempos de Echeverría. El motivo habría sido, sin duda, la investigación del equipo de Aristegui en torno a la casa blanca de las Lomas, de la esposa del Presidente. Se consideró altamente ridícula y fuera de sitio la explicación de que
se trataba exclusivamente de una cuestión entre particulares, ya que la transmisión de radiodifusoras u otros medios en México es por definición de interés público, no sólo por lo que hace a las concesiones, sino también por lo que hace a su manejo y, en este caso, el de Aristegui, de particular interés público por la notoriedad que ha alcanzado la comentarista. Considerarlo de otra manera (
como mero asunto entre particulares), según lo definió en un momento la Presidencia de la República, es minimizar el hecho pero además, cerrar los ojos y los oídos ante algo que se ha convertido en clamor público. Estaríamos entonces en que la misma Presidencia avala de manera directa (aunque tratando de disimular, como tantas otras veces en este sexenio), un acto violatorio de los derechos humanos como lo es sin duda alguna la libertad de expresión.
6) Por cierto, el pesimismo reinante en el estudiantado respecto del sistema político, y no sólo por supuesto en mi pequeño grupo de estudiantes altamente
pensantes, como ya se habrá hecho evidente, fue combatido en una perspectiva gramsciana muy interesante:
si deseo mejorar el país en todos sus aspectos, incluso los más degradantes, sólo hay una salida: resistir, combatir, y luchar para que la situación cambie radicalmente. Es decir, se trataría de militar muy activamente en el sentido de las propias convicciones, de suerte que la predicción del futuro dependa de la propia voluntad y de la propia decisión, que no sea abstracta en el peor sentido del término, sino concreta en la medida en que la voluntad y la decisión coincidan con las predicciones y los avances de futuro.
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